20 de Marzo de 2003
Irak y los límites del poderío norteamericano
Juan Chingo
Partes de Guerra
En las últimas semanas hemos presenciado una debacle diplomática y política de la ofensiva militarista de EE.UU. La campaña contra Irak -como primer ejemplo de la doctrina de ataque militar preventivo- desató una serie de fuerzas contrarias, amenazando con no dejar piedra sobre piedra del orden internacional establecido en la segunda posguerra y redundando en el mayor aislamiento de Washington desde el cenit de su hegemonía que alcanzó entonces.
Esto es lo que intenta ocultar la retórica de Bush, que ha lanzado el lunes un ultimátum de 48 hrs. contra Saddam Hussein, luego de la cumbre de los "tres grandes" de Azores. Como dice una editorial del New York Times: "La reunión de los tres hombres en una isla del Atlántico parece un símbolo apto del fracaso de la administración Bush de diseñar el mundo detrás de su política en Irak. Este no fue el mensaje ensayado por el presidente George Bush el domingo en las Azores junto con el Primer Ministro Tony Blair y José María Aznar de España, pero es difícil evitar dicha impresión". Es que en los últimos de meses la administración norteamericana ha sufrido una serie de fracasos políticos y diplomáticos significativos. Veamos:
- El intento norteamericano de establecer su dominio absoluto en el ámbito mundial ha precipitado la formación de una coalición antihegemónica encabezada por Francia y Alemania, las dos potencias más fuertes de Europa, con la participación de Rusia que al inicio de la campaña de la guerra antiterrorista se había ubicado como uno de los principales aliados de EE.UU. Su vehemente oposición a la guerra en los términos pretendidos por Washington - expresado en una declaración común de los tres ministros de Relaciones Exteriores- ha sido un duro mensaje inesperado para la administración republicana. Como plantea un analista del New York Times: "Más allá del tema inmediato de la guerra, la declaración fue una amplia afrenta a Washington, amonestando a la administración Bush de que el sistema internacional está 'en un punto de inflexión' para establecer las reglas del camino después de la guerra fría y que el bloque franco-alemán es una fuerza demasiado grande en términos económicos y culturales, aunque no en poder militar, como para ignorar."
- A pesar de la oferta de miles de millones de dólares en ayuda, el parlamento turco rechazó aprobar el requisito norteamericano de lanzar una operación ofensiva desde bases en Turquía, el más importante golpe contra los planes de guerra norteamericanos hasta el día de hoy. El voto turco es un ejemplo palmario de la incapacidad del supuesto abrumador poder norteamericano en los asuntos mundiales para lograr el apoyo de un aliado en una cuestión vital. Esta decisión del parlamento de Turquía, junto al rechazo de la opinión pública a la guerra, puede tener que ver con el deseo de ese país de congratular a Francia y Alemania y así fortalecer sus chances de entrar a la UE. El negar el acceso a EE.UU., también responde a razones estratégicas, incluyendo el deseo de tener las manos libres con los kurdos en el norte de Irak. El resultado de todo esto ha socavado las bases del equilibrio interno en Turquía, el único país de mayoría musulmana miembro de la OTAN y un aliado estratégico de Washington en el cercano Oriente. La gravedad de la situación ha sido calificada por la revista The Economist, como la de "una nación pivote que marcha hacia un descarrilamiento".
- La política guerrerista de Washington hacia las naciones del llamado "eje del mal", desató las amenazas y el desafío nuclear de Corea del Norte, que tomó por sorpresa a EE.UU. mientras concentra todos sus esfuerzos en su campaña militar contra Irak. En los dos últimos meses la posición norteamericana en la península coreana se ha deteriorado dramáticamente como consecuencia de las escaladas del régimen de Kim Jong II y por el descubrimiento por parte de Washington del escaso predicamento diplomático en la región. Lejos de ayudar a resolver la crisis presionando a Corea del Norte, tanto Corea del Sur, como China y Rusia no han hecho nada significativo hasta el momento. Esto ha llevado a un periodista como Charles Krauthammer, un ferviente partidario de los "halcones" desde las páginas del Washington Post, a sostener que: "La cuestión ahora es no sólo frenar el programa nuclear de Corea del Norte. Hoy la belicosidad de Corea del Norte es tal que el imprudente y errático Kim Jong II podría querer tomar ventaja de la temporaria debilidad de América tanto para iniciar como para provocar una guerra, hacer un rápido golpe al sur y rediseñar el mapa de Corea - así como el sorpresivo cruce del Canal de Suez por Egipto rediseñó el mapa de Medio Oriente." Y es este sujeto que no se cansa de plantear medidas cada vez más duras contra aquellos que cuestionen los designios de EE.UU. quién propone en este caso lo siguiente: "Como consecuencia de Irak, los EE.UU. no pueden contemplar una confrontación militar hoy Irak ha empleado nuestros recursos militares, políticos y diplomáticos hasta el límite. La única política alternativa es temporizar, hacer una serie de concesiones a Corea del Norte como una forma de ganar tiempo."
- En Pakistán, país que posee armas nucleares y un aliado clave de EE.UU. en su reciente guerra contra Afganistán en el 2001, crecen las movilizaciones antinorteamericanas y el avance del fundamentalismo islámico en las elecciones locales mientras que el Ministro de Relaciones Exteriores, en una velada amenaza a Washington, alertó a EE.UU. que si su país iba a ser el próximo objetivo después de Irak ellos serían capaces de defenderse a sí mismos. Por su parte, la revista Jane Weekly, el más respetado servicio de inteligencia civil de temas militares de occidente, predice una ofensiva de los talibanes para la primavera boreal.
- En América Latina, región considerada el "patio trasero" de EE.UU., dos de los gobiernos más pronortemericanos de la región como el de México y Chile se han negado a votar a libro cerrado la autorización de la fuerza militar en Irak y el segundo de ellos hizo una reciente propuesta de salida al conflicto que fue rechazada de plano por Washington. En el marco del fuerte cuestionamiento a los planes económicos diseñados por el FMI y EE.UU. en el conjunto de la región, desde Argentina pasando por Bolivia hasta Venezuela, la pérdida de estos dos amigos de EE.UU. puede desencadenar un realineamiento contra éste.
Como dice Adolfo Gilly: "EE.UU., en el actual estado de las cosas del mundo, necesita de México por múltiples razones, entre otras porque toda América Latina le está resistiendo y porque México puede alinearse en su propio interés con esa resistencia. Si México y Chile negaran su aquiescencia a la invasión de Irak, una línea Chile- Brasil- México empezaría a dibujarse y habría muchos modos de discutir y negociar el futuro de todos nosotros frente a la potencia dominante cada vez más resistida en todas partes." . Aunque este frente aún no está planteado en el horizonte, paradójicamente por el giro a la derecha del "izquierdista" Lula desde que asumió - asustado por la crisis económica azuzada por el mismo conflicto bélico en el cual el presidente brasileño no quiere irritar en lo más mínimo a EEUU.- tal eventualidad no puede descartarse.
- Por otra parte, un aliado clave de EE.UU., como Canadá, significativamente tampoco será parte de la partida. El primer ministro de este país - el principal socio comercial de EE.UU. y que ya había desplegado un contingente de soldados en el Golfo Pérsico -, ha declarado que Canadá no participará de la guerra después de la decisión de Bush de pasar por alto al Consejo de Seguridad de la ONU.
- Lo más patético ha sido la incapacidad y las dificultades de EE.UU. mediante la utilización de una fuerte presión diplomática, amenazas y coimas de ganarse el aval de una mayoría en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre los miembros no permanentes que no tienen derecho a veto. Que una nación como EE.UU. con sus ilimitados recursos políticos y materiales no pueda obtener una rápida aceptación a sus políticas de estas pequeñas naciones habla de una significativa pérdida de influencia política de EE.UU. en el escenario internacional. El analista Thomas Friedman se percata agudamente de esta situación con un dejo de ironía diciendo que: "Nuestro más fuerte aliado para la guerra en Irak es Bulgaria -un país al que yo siempre he tenido cariño porque protegió a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, pero es un país que ha estado en el lado perdedor en todas las guerras de los últimos cien años" .
- Por último y no menos significativo, la política norteamericana ha socavado la posición interna de los dos principales aliados que aún conserva como Tony Blair y José María Aznar y ha deteriorado la estrategia internacional de Inglaterra ubicada como bisagra entre EE.UU. y Europa. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y la perdida de su imperio colonial - salvo excepciones como la crisis del Canal de Suez en 1956 que terminó en una fuerte humillación -, la clase dirigente británica siguió una política de ser el máximo representante de los intereses de EE.UU. en Europa, pero modulándolos de tal manera que sean digeribles del otro lado del Atlántico. Este rol de "puente" entre los dos socios de la Alianza Atlántica le permitió al Reino Unido una mayor influencia internacional que la que su peso real y fortaleza económica e industrial le permitían. La polarización entre el eje franco-alemán y Washington lo obligan a optar con este último deteriorando significativamente su posición geopolítica.
En síntesis, la política de Bush de "están con nosotros o con el terrorismo" lejos de haber redundado a un mayor disciplinamiento de la mayoría de la naciones a las órdenes de Washington ha actuado como punto de inflexión de un realineamiento internacional que busca detener y poner piedras en el camino al establecimiento de una "hiperpotencia" norteamericana. Como dice Zbigniew Brzezinski, ex asesor de Seguridad Nacional del gobierno de James Carter: "Los EE.UU. nunca han estado tan aislados en la era moderna. Nosotros no podemos manejar el mundo enteramente en nuestro nombre. Nosotros somos más fuertes que cualquier otro, pero no somos capaces de simplemente de dar órdenes, y yo creo que aquí es donde la Administración se ha realmente equivocado grandemente"
En el plano de la lucha de clases, la fuerte brecha abierta en el sistema internacional entre el eje angloamericano y el eje franco- alemán, ha dado origen y alentado a la emergencia de un movimiento de masas contra la guerra a escala global; en especial en las potencias imperialistas. Antes del comienzo de las operaciones militares, la administración estadounidense se enfrenta a una movilización que sobrepasa de lejos el movimiento contra la guerra de Vietnam en sus inicios.
Este importante fenómeno de masas, anuncia la emergencia de un nuevo período, en donde la pasiva aceptación de la dominación capitalista de las ultimas décadas - reforzada en los '90 con la propaganda imperialista de que no había alternativa al capitalismo después de la debacle de los países del llamado "socialismo real" - no puede ser considerada como una garantía por las elites gobernantes. Aunque todavía se encuentra en un bajo nivel político, el masivo despertar de amplias capas de la población a las realidades del poder mundial es un hecho nuevo y significativo. Esta es la materia prima de inéditos e importantes desarrollos políticos que afectarán a la lucha de clases a escala global en los próximos años.
No puede descartarse que una serie de maniobras diplomáticas y políticas de los gobiernos y estados imperialistas, confiados en una rápida victoria militar, transforme este movimiento en una pálida sombra de lo que es. Pero su peso ya sé esta haciendo sentir y de alargarse la guerra mas allá del rápido paseo que esperan los estrategas del Pentágono, su existencia y radicalización pueden pegar un salto. Lo que sí es seguro es que este neocolonialismo, cuya primera prueba de fuego es la guerra contra Irak, arrastrará forzosamente una fuerza de reacción. Será el principio de un nuevo ciclo de enfrentamientos a escala histórica.
Algunos síntomas de esto ya se están viendo como las fuertes tensiones que azotan al gobierno de Blair, que podría caer como resultado de la guerra, y la fuerte oposición de la base laborista a sus políticas. De desarollarse, estos procesos pueden socavar la capacidad y eficacia de los funcionarios y burócratas del Labor Party para controlar a la clase obrera inglesa, elemento clave que ha permitido a la burguesía superar o canalizar las crisis de la democracia imperialista británica a lo largo del siglo pasado.
En Estado Unidos, aunque las encuestas de la última semana muestran un avance del apoyo de la población a la guerra de Bush, esto se da en un contexto de fuerte pesimismo interno donde la economía se sigue deteriorando y donde la fortuna política del presidente viene declinando en todos los demás frentes. Una guerra corta, con una mínima perdida de vidas y una relativa calma en la postguerra, puede traerle un cierto alivio sobre el frente doméstico. Pero cualquier apartamiento de esta perspectiva, el mejor de los escenarios, puede resultar fatal para su presidencia. Sorprendentemente, "aún el mejor de los resultados, podría no retornar a Bush a los estratosféricos niveles de apoyo que disfrutó en las postrimerías del 11/9/2001. El duro debate sobre Irak ha catalizado una oposición a Bush de una manera que no lo hicieron eventos anteriores, lo que puede limitar el impacto potencial de una victoria en los temas domésticos" .
Más significativo aún, es que la guerra está volviendo a reproducir la polarización política que había emergido en la ultima elección presidencial fraudulenta y que había sido borrada por el clima de unidad patriótica posterior a los atentados del 11/9.
Una constatación de esto es lo que marca The Economist: "…el apoyo a la guerra se está convirtiendo en más partidista. Todas las manifestaciones de Rally for América (marchas de apoyo a la guerra, N. De R.) han tenido lugar en los estados republicanos. Las más grandes marchas antiguerra han sido en los estados demócratas… los republicanos han insistido que las cafeterías del Congreso comiencen sirviendo "papas de la libertad" (y tostadas de la libertad para el desayuno).
Más de cien Municipios (City Council) controlados por los demócratas, incluyendo esta semana el de Nueva York, han pasado resoluciones antiguerra. Más seriamente, el 73% de los republicanos dijo en una encuesta del New York Times que ellos aprobarían una acción militar sin el apoyo de la ONU, comparado con solo el 42% de los demócratas." Esta polarización está generando incipientes fisuras en el régimen bipartidista sobre todo en su pata demócrata. La misma revista plantea que: "De lejos, ha habido un problema más grande para los demócratas. Los candidatos presidenciales no pueden permitirse alejarse demasiado de la base de activistas antiguerra quienes elegirán el nominado del partido para las presidenciales del año que viene y quienes les han estado urgiendo a ellos una campaña que hable más decididamente. Pero la mayoría de ellos no pueden hacer esto porque votaron el año pasado a favor el uso de la fuerza en Irak."
Estas contradicciones políticas en los dos principales países beligerantes son sólo una muestra inicial de las convulsiones políticas que la guerra de Irak y la continuidad de la política guerrerista de EE.UU. en Medio Oriente y en el mundo van a generar. El actual fracaso diplomático entre las principales potencias imperialistas muestra que con el intento norteamericano de reposicionarse ofensivamente frente a su declinación histórica, agudizado por la profundidad de la crisis económica, no será en la mesa de negociaciones de las capitales del mundo donde se resolverá la enorme carga que la continuidad de su dominio impone sobre el mundo, sino en el terreno más cruento de la guerra y la revolución.
Los resultados de la guerra y sobre todo de la posguerra en Irak - ya que tal vez la primera sea la parte más fácil debido a la enorme desigualdad militar y el carácter reaccionario del régimen de Saddam Hussein -, serán los que determinarán las relaciones de fuerza inmediata y resolverán muchos de los interrogantes que hoy sobrevuelan sobre la realidad mundial. Sin embargo, ya algunas cosas, aún a riesgo de equivocarnos, pueden comenzar a aventurarse:
A) El mundo y el lugar de EE.UU. en él ya no serán como antes. Tal vez un golpe contundente de EE.UU. en Irak pueda establecer un nuevo equilibrio favorable a su dominio. Pero debido a la animosidad que ha quedado entre las potencias imperialistas - en particular con Francia y Alemania - y el resentimiento que la acción norteamericana despierta en el movimiento de masas, es probable que este equilibrio sea más precario e inestable que el de los 90'. En esta década las potencias imperialistas compartieron en común la renovada explotación del mundo semicolonial y la rapiña de los despojos de los ex estados obreros; en el marco que EE.UU. con la llamada "globalización se llevaba la parte del león fortaleciéndose relativamente con respecto a sus competidores. Mientras, el movimiento de masas se sentía fragmentado y a la defensiva. Sin embargo, visto desde ahora, este período de dominación imperialista, relativamente pacífico, no fue más que un interregno. Lo que no puede descartarse es que si se agudizan las disputas interimperialistas durante la guerra y en la posguerra - donde Francia continúe fuertemente con su retórica - y crece la división entre los de arriba, se aliente la resistencia del movimiento de masas en Irak, en Medio Oriente o en los países imperialistas y el equilibrio capitalista se deteriore fuertemente, poniéndose cada vez más cerca de una grave ruptura.
Los halcones buscaban con la campaña en Irak obtener una ventaja estratégica que evite la emergencia de futuros competidores por la hegemonía mundial. Tal vez un triunfo demoledor les refuerce esta creencia de un EE.UU. que puede dominar el mundo a su gusto y manera. Por el contrario, las contradicciones políticas y diplomáticas de su avance sobre Irak no alientan esta ilusión de la fracción más rapaz del imperialismo norteamericano. Contra sus desmedidas expectativas, no es esta la lectura que hacen los sectores más "sensatos" de la burguesía imperialista. El managing editor del Financial Times de EE.UU. dice: "Exceptuando una humillación en Irak, Europa y el resto del mundo tendrán que reconciliarse a sí mismos con la realidad del poder norteamericano. En el corto plazo, aquellos que se preocupan por las relaciones norteamericanas y europeas debemos tener esperanzas tanto de una guerra corta como de la ausencia de represalias entre los aliados. (…) En el mediano plazo, el test del genio americano será evitar provocar coaliciones que busquen desafiarlo o limitar su poder. En esta cuenta, a pesar de los méritos del caso de Saddam Hussein, la administración Bush ha dado muestras de un fracaso. Todos nosotros somos perdedores como resultado." (El subrayado es nuestro).
Como plantea esta última frase, lejos de que los "halcones" hayan podido obtener una ventaja estratégica, la manifestación de brechas abiertas entre las principales potencias imperialistas ha debilitado estratégicamente al conjunto de éstas, más allá de que el movimiento de masas por partir de una situación de debilidad a causa del retroceso de las décadas pasadas no se haya beneficiado inmediatamente. Es desde esta perspectiva que debemos sacar fuerzas las masas explotadas y oprimidas del mundo entero para derrotar la dominación imperialista en los inevitables combates de clases que se sucederán en el próximo período.
18/03/03
www.pts.org.ar/ft
Tomado de Rebelión
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