10 de marzo del 2003
Elie Valencia
Rebelión
El consejo de seguridad de las naciones unidas, en estos días, debate sobre la necesidad de intervenir militarmente para concretar el desarme de armas de destrucción masiva de Irak. Todo esto supuestamente en beneficio de la paz y la estabilidad mundial. El consejo esta dividido entre los que apoyan una intervención militar y los que quieren mas tiempo para encontrar una solución no bélica para realizar este desarme. USA desea que el consejo apruebe una resolución que respalde una intervención inmediata en Irak.
Este año Chile ocupa una de las dos posiciones latinoamericanas de los diez miembros temporales y elegidos del consejo de seguridad. Hay cinco miembros permanentes con derecho a veto, que no los elige nadie, y que también poseen armas de destrucción masiva. En este consejo se va votar una resolución recientemente presentada por Gran Bretaña y España que autorizaría una intervención militar en Irak. Se necesitan nueve votos de los quince para aprobar una resolución en el consejo de seguridad. USA cuenta con cuatro votos seguros, incluyendo el suyo ( Gran Bretaña, España, Bulgaria). Se oponen Francia, Rusia, Alemania, China y Siria. De los otros seis miembros, se espera que Pakistán se abstenga y que los países africanos de Angola, Camerún y Guinea apoyen la resolución. Lo más probable es que México se abstenga o vote en contra de la resolución. Dentro de este marco, Chile posee un voto importante, ese voto debe ser contra la guerra.
USA ha planteado claramente en el consejo de seguridad, y públicamente, su resolución de desarmar a Irak a través de una intervención militar. Las razones en que basan esta decisión no son tan claras como su resolución de intervenir. Irak no es una amenaza real para USA. Los argumentos de que Irak es una dictadura que viola los derechos humanos de su pueblo, no cumple con las resoluciones del consejo de seguridad y amenaza la estabilidad de la región no son equivalentes a constituir una amenaza a la seguridad de USA. En realidad, hasta ahora el poder militar de Irak ha sido restringido sin mayores problemas.
La decisión norteamericana puede estar mas relacionado a necesidades derivadas a su reciente y renovado interés de transformarse unilateralmente en la potencia hegemónica de la economía y política mundial. Contrariamente a esta actual visión, la estrategia americana después de la segunda guerra mundial se había desarrollado bajo las premisas de que las relaciones internacionales estaban determinadas por un balance de poderes que impedía el predominio de una potencia. En la practica, esto asumía que otras alianzas o potencias activamente buscaban limitar el dominio unilateral americano, por ejemplo el Bloque Soviético, China o la Unión Europea. Aunque esta estrategia nunca excluyó intervenciones militares limitadas, si reconocía claras áreas de influencia de otras potencias y la necesidad de un contra balance. Esta política de contención buscaba resolver posibles conflictos a través de consensos limitados por un grupo selecto de potencias internacionales. En general, este balance le permitió a USA fortalecerse con un gran nivel de influencia hegemónica en la economía mundial.
Las políticas seguidas por el actual gobierno norteamericano buscan distanciarse de esta estrategia de contención a través de balances y consensos. Esta tomando fuerza una visión donde se asume la viabilidad de USA como potencia única predominante. Esta visión requiere que USA asuma un rol activo en la prevención de conflictos internacionales que pudieran amenazar la estabilidad de su hegemonía. También requiere de una política destinada a mantener a largo plazo el predominio militar americano, incluyendo un predominio sobre Europa, Rusia, China y Japón. Esta visión legitima en parte la necesidad de intervenir militarmente para prevenir el desarrollo de conflictos regionales. El ascenso de esta nueva concepción se trasluce en políticas coyunturales que menoscaban la influencia de organismos internacionales o centros de consensos que fueron abalados por la anterior estrategia de contención bilateral o multilateral. El consejo de seguridad de naciones unidas es el escenario donde más claro se vislumbra este cambio de la política USA, que evita comprometerse con una estrategia multilateral de consenso para resolver el actual conflicto sobre el desarme de Irak.
Por otro lado, en el consejo de seguridad, están las posiciones de los países que se oponen al desarme de Irak a través de una intervención militar. Francia, en forma oportunista, ha tomado el liderazgo de esta oposición. Cabe recordar que fue Francia quien construyó y le vendió, bajo la supervisión del ahora presidente Chirac, el primer reactor atómico a Irak en 1975. Esta planta nuclear fue destruida por la fuerza aérea israelita hace unos años atrás. Sin lugar a dudas, la oposición francesa a la intervención militar refleja la opinión publica europea, pero no convierte a Francia en vocero de la comunidad europea. Los miembros de la comunidad europea están divididos en esta coyuntura política. En realidad, esta división puede tener un serio impacto en el futuro de la Alianza del Atlántico, que es el pilar de la alianza militar entre USA y los países de la comunidad europea.
Hay fuertes razones para que la representación chilena apoye los esfuerzos por buscar una salida pacifica al conflicto y evitar una guerra en Irak.
En el área de los derechos humanos, esta guerra no solo deterioraría el estado actual de los derechos humanos en Irak, sino que también crearía una crisis humanitaria de serias proporciones en la región. Un conflicto bélico no ayudaría a aminorar los daños que causan las sanciones económicas de carácter internacional, impuestas hace varios años atrás, y ni tampoco evitaría en el corto plazo las violaciones de derechos humanos que son comunes en Irak. Además, en este conflicto, el posible uso de civiles como protectores humanos de objetivos militares y el uso de armas de destrucción masiva podrían resultar en serias violaciones de la ley internacional humanitaria. Mas aún, esta guerra crearía en gran numero de desplazados y refugiados, tanto internamente como externamente, que requerirían ayuda urgente para poder sobrevivir, muchos morirían.
En Latino América, la mayoría de los gobiernos y la población se oponen a la guerra en Irak. Una reciente encuesta indica que la gran mayoría, 85%, de los chilenos se opone a la guerra (LatinoBarometro, Santiago). Esta oposición es amplia e incluye a los partidos concertacionistas como a las de oposición. La otra cara de la moneda, que no se puede ignorar, es la naturaleza de las relaciones de USA y Latino América. USA ejerce una fuerte influencia económica y política en Latino América. Los intereses hegemónicos USA no se rigen por las reglas neo-liberales de mercado. Estos intereses y acciones se delinean y responden a las necesidades de cómo optimizar la mantención de su hegemonía mundial, a mediano y largo plazo. USA puede vacilar entre los métodos de como llevar a cabo sus políticas hegemónicas, contención a través de consensos limitados o contención unilateral, pero no en la necesidad de mantener un gran nivel hegemónico.
Chile necesita manejar sus opciones de apoyo a las iniciativas por la paz buscando minimizar las consecuencias futuras, tanto económicas como políticas, que puedan resultar en su relación bilateral con USA. El presidente norteamericano y el primer ministro británico han llamado al presidente chileno buscando el voto chileno para apoyar la resolución de intervención militar. Recientemente, Chile firmó un acuerdo de libre comercio con USA, que aún necesita que se apruebe por el congreso americano. Una guerra prolongada puede tener un fuerte impacto en el desarrollo de las economías latinoamericanas, incluyendo la chilena. Esto puede afectar las inversiones, crear presiones en el valor real de la moneda, y afectar el crecimiento y empleo nacional. Mas aun, Chile solo produce una parte de sus necesidades de petróleo y, sin lugar a dudas, se vería afectado por un alza del petróleo en el mercado internacional que resultaría de esta guerra.
En esta coyuntura política, la diplomacia por la paz y los derechos humanos necesitan todo el apoyo que se pueda lograr en el consejo de seguridad de las naciones unidas. El voto contra la guerra, no significa dar un apoyo a la dictadura ni tampoco ignorar la gravedad de las violaciones de derechos humanos que se llevan a cabo en Irak. Una intervención militar resultaría en un empeoramiento de esta situación y crearía una crisis humanitaria en la región del conflicto. Dentro de este contexto, y por las posibles repercusiones económicas y por su compromiso internacional con los derechos humanos, Chile debe oponerse en el consejo de seguridad a la guerra e intervención militar en Irak.
Elie Valencia es Juris Doctor (leyes) y Master en Sociología. Es editor de Dawson 2000 Derechos Humanos - www.dawson2000.com
Editor@Dawson2000.com
Tomado de Rebelión
Regresar