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Los jóvenes le dan cada vez menos importancia a todo

Inma Alvarez

 

El estudio Jóvenes españoles 99, cuyos datos parten de 1998, de la Fundación Santa María (que lleva realizando estudios similares, de periodicidad quinquenal, desde 1984), ha sido realizado por los sociólogos Javier Elzo, Francisco Andrés Orizo, Juan González-Anleo, Pedro González Blasco, María Teresa Laespada y Leire Salazar y Pedro Serrano Secanella. Una de las conclusiones más relevantes del estudio habla por sí sola: El nivel de implicación social de la juventud española es muy bajo, mientras que el 82% de los jóvenes españoles están contentos con la vida que llevan. Presentamos a continuación algunas (pocas, considerando la amplitud) de las conclusiones del estudio en cuestión:

Tomando como referencia los estudios sociológicos realizados por diferentes instituciones, desde el que realizó en 1977 el Instituto de la Juventud, la evolución ideológica experimentada por los jóvenes españoles puede resumirse así: del rupturismo liberador de finales de los setenta, se pasa al pragmatismo individualista de finales de los 80, y de ahí al desencanto de la mitad de los 90. En la presente encuesta, según sus realizadores, la tendencia observada es el abandono de todo ámbito de trascendencia, sobre todo el político y el religioso; la gran importancia concedida a las relaciones de amistad; menor asunción de riesgos y menor contacto con el exterior. Lo que les distingue es la primacía de lo cotidiano -afirma el sociólogo Francisco Andrés Orizo-. En su vida (fragmentada y deconstruida) priman la simultaneidad y la superficialidad, la atomización y la economía de acción. Hacen varias cosas al mismo tiempo, se hace zapping con la tele y con la propia vida. No hay grandes convicciones y se desinteresan por lo que ocurre lejos de ellos. En líneas generales, afirma el estudio, los jóvenes le dan menos importancia a todo. No obstante, frente a los jóvenes de otros países europeos, los españoles encaran el futuro con más optimismo.

A modo de conclusión de tendencias observadas a lo largo de los últimos años, y confirmada por este trabajo, se ratifican, entre otras, las siguientes progresiones:

-el único valor que no pierde terreno es el tiempo libre/ocio y amigos y conocidos;

-los valores relacionados con el trabajo, el esfuerzo y los estudios bajan; también baja algo la familia, aunque sigue en primer lugar en la escala de valores;

-los aspectos que más pierden son los relacionados con la religión y la política. La Iglesia es la institución peor valorada.

LA FAMILIA Y LA SOCIALIZACIÓN

Otro de los aspectos que se resaltan en el estudio es que, junto con una gran liberalidad en cuanto a moral y dogmas y un enorme aprecio por la libertad, llama la atención el retraso en la edad de la emancipación, fenómeno conocido como síndrome de Peter Pan, término empleado por el sociólogo González-Anleo. Más del 90% de los jóvenes españoles vive con sus padres. Los jóvenes se independizan tarde y por su cuenta, sin pasar por las agencias de socialización clásicas como, de nuevo, la Iglesia, los partidos políticos y cualquier tipo de asociación ideológica.

Un fenómeno ya frecuente en el panorama sociológico español, el del divorcio, cada vez se integra más en la percepción de la institución familiar. La justificación del divorcio aumenta cada vez más, incluso entre los jóvenes que se declaran católicos practicantes. Con todo, la familia sigue siendo el agente social más valorado, junto a la música joven, la noche y el sexo. Seis de cada diez jóvenes está de acuerdo en que dos jóvenes puedan hacer el amor siempre que les apetezca a ambos. Sólo uno de cada cinco apuesta por el autocontrol. La postura generalizada (71%) es la de no seguir las directrices de la Iglesia católica en temas sexuales.

Por otro lado, el asociacionismo es bajo, y sólo el 5% de los jóvenes entre 15 y 25 años es voluntario en alguna ONG. Otro dato interesante: el 41% de los jóvenes cree en los horóscopos y en la astrología.

Pedro González Blasco afirma: Se están formando jóvenes relativamente satisfechos con sus vidas y con sus niveles de libertad, pero un tanto carentes de capacidad de sacrificio, sentido del deber y de la generosidad, un tanto egoístas y pragmatistas del presente, bastante amoldados y modelados por la situación social, no careciendo de tolerancia, solidaridad y lealtad. Parece una socialización que, sobre todo, es escasa en virtudes, una socialización un tanto blanda, que no genera conflictos pero que tampoco transmite valores como deber, servicio, participación y compromiso. Según el estudio, los grandes rasgos definitorios de los jóvenes españoles son: consumismo, rebeldía, independencia, presentismo y tolerancia.

Alfa y Omega, nº 188

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