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El Papa pide que España respete la libertad de educación

Recuerda a los Hermanos de las Escuelas Cristianas martirizados

 

CIUDAD DEL VATICANO, 22 nov (ZENIT).- Martirio, servicio, oración... Estas son las grandes lecciones que han dejado los doce santos que ayer fueron proclamados en la Basílica de San Pedro y que Juan Pablo II quiso recalcar al recibir esta mañana en audiencia a los miles de peregrinos que han venido a Roma con motivo de esta fiesta.

Al recordar a los nueve Hermanos de las Escuelas Cristianas y al Pasionista, que en la España de los años treinta, antes y durante la guerra civil, sufrieron el martirio, el pontífice dijo que "pertenecen a la larga serie de educadores cristianos que han dedicado su vida y sus energías a la enseñanza en la escuela católica, comprometidos en este irrenunciable servicio que la Iglesia presta a la sociedad. Ésta, en nuestros días a veces se presenta individualista y con tentaciones de secularismo. Frente a ello, los santos mártires de Turón, procedentes de diversos puntos de la geografía española y uno de ellos de Argentina, son la prueba elocuente de que la fidelidad a Cristo vale más que la propia vida".

Libertad de enseñanza

Al recordar a estos mártires que "se entregaron plenamente a la educación integral de los niños y jóvenes", el Santo Padre quiso recordar "el deber primordial de los padres como primeros y principales responsables de la educación de los hijos, lo cual supone que han de contar con absoluta libertad para elegir el centro docente para sus hijos".

A continuación entró de lleno en el debate que en estos momentos tiene lugar en el país de origen de los mártires de Turón, a causa de la marginación escolar de la enseñanza de la religión. De este modo explicó que "las autoridades públicas han de procurar que, desde el respeto al pluralismo y la libertad religiosa, se ofrezca a las familias las condiciones necesarias para que, en todas las escuelas, sean públicas o privadas, se imparta una educación conforme a los propios principios morales y religiosos. Y esto es más necesario aún en un país, como España, donde la mayoría de padres pide la educación religiosa para sus hijos".

Por último, dirigiéndose a los profesores de religión, a los catequistas, y a los educadores en general, el Papa deseó que la labor educativa de estos religiosos les sirva de modelo "a las puertas del nuevo milenio que está ya a las puertas".

La marginación de los débiles sigue siendo un hecho

Entre los presentes en la audiencia, se encontraban muchos voluntarios que trabajan en hospitales, venidos a festejar la canonización de Benito Menni, de la Orden Hospitalaria  de San Juan de Dios y Fundador de las Religiosas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, un hombre que, como recordó el Papa "vivió su vocación como apóstol en el campo de la sanidad, sin ahorrarse esfuerzos y sufrimientos, con audacia y una entrega sin límites al cuidado de los enfermos, especialmente de los niños y de los trastornados mentales".

La labor de los hombres y mujeres que hoy siguen las huellas de san Benito Menni, añadió el Papa, "tiene plena actualidad en el mundo, donde con frecuencia se margina a los débiles y a los que sufren".  

Oración viviente

Al final, recordó también al recién estrenado santo Tommaso da Cori, uno de los grandes reformadores de la Orden de los franciscanos menores, que supo hacer convivir el silencio claustral del monje con el compromiso del predicador. Por ello, el Papa le llamó "auténtico hijo del Pobrecillo de Asís" que como él llegó a transformarse en "oración viviente".

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