FERNANDO ABAGA EDJANG: CULTURA Y TRADICIÓN
A. INTRODUCCION
Este estudio se inicia con la
presentación de un hecho: los países
más desarrollados e industrializados del mundo tienen como sistema económico y
político el capitalismo y la democracia, respectivamente. Esto no significa que otros sistemas
económicos y políticos no pueden fomentar el desarrollo. Es verdad que algunas dictaduras marxistas
han sido capaces de generar impresionantes tasas de crecimiento económico, como
es el caso actual de China y como ocurrió en la Ex-URSS, por ejemplo, entre
1928 y 1955. Pero, a pesar de este
hecho, no deja de ser cierto que los períodos de prosperidad más largos y
duraderos se han dado en países democráticos y capitalistas.[1]
Y esto no es una coincidencia, sino el resultado natural de la facultad
de estos sistemas de explotar al máximo la capacidad y la creatividad humana,
dentro de un marco racional que estimula la innovación y el progreso. Con esta
realidad fehaciente a la vista, resulta sorprendente, pues, el rechazo y la
hostilidad que la democracia encuentra en Africa en general y en Guinea Ecuatorial, en particular, y la
escasa voluntad de profundizar las reformas económicas e institucionales
necesarias para la implantación de una verdadera economía liberal, alegando
razones de inadaptabilidad a su realidad social y cultural.
La incidencia de la cultura en el
desarrollo ha adquirido notoriedad en los últimos años. Tanto el advenimiento del proceso de
democratización en Africa como el repentino éxito económico registrado en los
países del Este Asiático explican este interés en la influencia de la cultura
en el desarrollo: unos lo utilizan para
rechazar la democracia y la economía liberal en Africa, y otros para explicar el
éxito económico de los países del Este Asiático. El creciente deterioro socio-económico del continente africano
desde la llegada de la independencia también ha contribuido a despertar el
interés en el papel de la cultura en el desarrollo, en el marco del esfuerzo de
encontrar explicaciones racionales a la crisis que azota a los países africanos
en general.[2]
El propósito de este estudio es
demostrar la necesidad de poner en marcha profundos cambios culturales
tendentes a la adopción de aquellos valores que son consistentes con el
desarrollo, para que el imperativo de desarrollo que impone el contexto
internacional actual sea una realidad en Guinea Ecuatorial. No se trata de una defensa de la democracia
y de la economía liberal. Más bien,
estos conceptos se utilizarán aquí porque su rechazo se basa en la supuesta
inadaptabilidad de los mismos a la realidad socio-cultural de este país, que se
presenta como un caso muy aislado y particular en el mundo, a pesar del peligro
de acentuar, quizás sin pretenderlo, su marginación. Por lo tanto, la democracia y la economía liberal se consideran
aquí, no en su dimensión ideológica, sino como instrumentos o mecanismos
ideales para introducir la racionalidad necesaria para el desarrollo. En ese sentido, los problemas que
experimentan dichos sistemas hay que verlos como síntomas de la persistencia de
la irracionalidad en este país y no como indicios de su fracaso.
El Imperativo de Desarrollo
Desde su enunciado por David Ricardo en
el siglo XIX, pasando por los refinamientos introducidos por Eli Hecksher y
Bertil Ohlin hasta el reciente éxito o
"Milagro" económico de los países del Este Asiático, la Ventaja
Comparativa se ha considerado como una teoría estática, basada sobre todo, en
la dotación en recursos naturales de los países. Así, ha sido utilizada en la teoría de desarrollo económico para
recomendar a los países subdesarrollados que se especialicen en la producción
de las materias primas, en donde tienen su ventaja comparativa, e
intercambiarlos con los productos manufacturados producidos por los países
desarrollados, que tienen la ventaja comparativa en la producción de estos
bienes y servicios.
La falsedad de este razonamiento se ha
demostrado con la caída de los precios de las materias primas, que los países
productores de las mismas no controlan.
Como falsa también es la visión de un mundo dividido, por una parte, en
países eternamente productores de productos manufacturados y por lo tanto,
desarrollados y, por otra, países eternamente productores de materias primas,
es decir subdesarrollados. El caso es
que la ventaja comparativa no sólo es dinámica, pudiendo cambiar de un sector a
otro, sino que también se puede crear donde nunca ha existido, gracias a la
innovación y la aplicación de la tecnología.
Esto significa que los países hoy subdesarrollados pueden desarrollarse
perfectamente. El mundo actual no es un mundo de Suma Cero, se trata de un
mundo de Suma Positiva gracias al avance y la difusión de la tecnología.
Lo que sí es cierto es que las
tendencias que presenta el mundo actual, tales como la globalización, exigen
que todos los países formen parte de esta globalización. Aquellos países que no se suban a este tren
serán marginados, como empieza a ocurrir ahora con los países africanos, con
consencuencias desastrosas para ellos en forma, si no de un retroceso, al menos
de quedarse atrás en el avance tecnológico que sustenta el desarrollo de los
países. Algunos signos de esta
marginación incluyen, pero no se limitan, a los siguientes: a) la gradual exclusión
de Africa del flujo del comercio internacional, donde su participación en el
mismo ha bajado de 2,4% en 1960 a sólo 1,7% en 1985;[3] b) la reducción en el volúmen de ayuda
externa, que ha bajado de 16.700 millones de dólares en 1990 a 15.000 millones de
dólares en 1994 a precios constantes de 1994[4]; c) la contración en la inversión
extranjera, que ha viariado de representar el 3 % del volúmen mundial durante
1981-1985 a 1,8% durante el trienio 1991-1993;[5] y d) la caída en el peso de la
economía africana en la economía mundial, donde su PIB ha pasado de representar
el 1,5% del PIB mundial en 1965 a 0,8% en 1989[6]
Estas tendencias explican la expresión de que Africa podría desaparecer
del mundo sin que nadie se dé cuenta. Por
lo tanto, la nueva tendencia lleva consigo un imperativo de desarrollo del que
ningún país africano debe quedarse al margen si no es a costa de una fuerte
penalización, de una costosa marginación, con la posibilidad de sufrir un
retraso considerable en su despegue económico.
Existe una declaración de intención por
desarrollar Guinea Ecuatorial. Se
utilizan términos grandiosos para expresar esta intención, tales como
"engrandecimiento de la patria," y "reconstrucción
nacional." Con este propósito se
ha elaborado estrategias de desarrollo, una serie de Programas de Ajuste
Estructural, así como varios proyectos de desarrollo. Del mismo modo, se han asignado importantes volúmenes de recursos
externos para la ejecución de estos proyectos y programas. Los resultados hasta ahora han sido
decepcionantes, e incluso se está asistiendo a un proceso de deterioro
socio-económico generalizado. Se
indentifican los siguientes factores como causas de este pobre desempeño: a)
las políticas económicas adoptadas por los países desarrollados, b) la
evolución desfavorable en los términos del intercambio; c) la creciente deuda
externa; d) la insuficiencia en los volúmenes de la ayuda externa.[7]
En términos generales, las causas del malestar se atribuyen a factores
externos. Pero, el hecho de que este
país no tenga ninguna incidencia ni influencia en el contexto económico
internacional, eleva a un lugar de máxima prioridad el examen de las
condiciones internas, que sí se pueden modificar. La cultura asume, así, una importancia crucial, en el proceso de
desarrollo.
B. EL DESARROLLO Y LA CULTURA: UN TEMA EN DEBATE
La relación entre cultura y desarrollo
es objeto de mucha polémica. El debate
que existe actualmente tiene dos vertientes.
Por una parte, están los que sostienen que hay que adaptar la política a
la realidad cultural y por otra, los que sostienen lo contrario, es decir que
hay que adaptar la cultura a la política.
Se trata de un debate que si bien ha crecido en importancia en los
últimos años, lleva ya muchos años de existencia. Así lo descubre Robert Klitgaard en un estudio realizado por él y
que fuera presentado en una conferencia celebrada sobre el tema en Washington
en 1992[8], organizada por una organización de
corte neoclásico, a saber el Banco Mundial. En dicho estudio habla de un
coloquio que tuviera lugar en París, en 1954 y que contó con la participación
de antropólogos, sociólogos, economistas y psicólogos. Esta fecha coincide con el nacimiento de la
economía del desarrollo como una disciplina independiente dentro del campo de
las Ciencias Económicas, década en que hace su "debut," rompiendo con
la tradición de la Teoría Neoclásica de ignorar las cuestiones culturales.
Adaptación al Entorno
La controversia que existe sobre el
tema en cuestión y que se viene arrastrando desde el colloquio de París se
puede ilustrar mejor con la ayuda de un esbozo de los puntos de vista que
defienden algunos miembros notables de cada bando. En cuanto a los defensores de la postura que se podría designar
por "adaptar la política a la cultura," se presenta a continuación
algunos de sus planteamientos y representantes. El politólogo nigeriano Claude Ake[9] manifiesta que el desarrollo
auto-sostenido sólo es posible en Africa si tiene como base la cultura
indígena, para lo cual recomienda como solución a la crisis que sufre el
continente la adaptación de las "políticas y programas a diferencias
culturales." Aclara que este
proceso de adaptación se lograría haciendo que la cultura indígena
"determine la forma y el contenido de las estrategias de desarrollo,
asegurando que los cambios que implica el desarrollo se acomoden a estas cosas,
ya sean valores, intereses, aspiraciones o instituciones sociales que son
importantes en la vida de la persona."
Este planteamiento representa la tónica general, con la que muchos están
de acuerdo, como Piet Buijsrogge, quien asegura que "la estructura y los
valores tradicionales de las diferentes aldeas han sido el punto de partida de
una dinámica de desarrollo...", lo que para él "destruye la teoría que
afirma que el obstáculo al desarrollo reside precisamente en las estructuras y
los valores de la tradición." [10]
Otros estudiosos se meten en
complicados análisis y estudios históricos, sociológicos y económicos para
defender el mismo punto de vista. Tal
es el caso del antropólogo senegalés Samba Mbuub, quien identifica las
limitaciones del modelo occidental de democracia en Africa y propone un modelo
africano, asegurando que el proceso de democratización está "fomentado e
impulsado esencialmente por fuerzas extra-africanas... y para el colmo es sobre
todo inorgánico al tejido social así como a las aspiraciones reales y
necesidades de Africa y de los africanos."[11]
Como prueba del fracaso del proceso de democratización en Africa como
factor de estabilidad, unidad nacional, o de desarrollo socio-económico remite
a "la situación global del continente y de los pueblos africanos, y
especialmente, la situación de los "Derechos Humanos."[12]
Pero, lo que identifica aquí como pruebas de la inadaptabilidad de la
democracia en Africa son, en realidad, manifestaciones de su rechazo por los
poderes establecidos. Las principales
víctimas de las violaciones de los derechos humanos son aquellos que luchan
para instaurar la democracia.
En el caso concreto de Guinea
Ecuatorial, lamentablemente no se ha escrito mucho sobre el tema, y lo que es
peor no existe un debate interno por el delicado momento político que vive este
país. No obstante, existen algunas
referencias sobre lo que es la opinión oficial al respecto. En ese sentido se puede mencionar el caso de
Antolín Nguema Nlang, quien, en su
análisis del papel de la educación en una democracia, afirma que "los
hombres en la concepción educativa que criticamos no tienen capacidad para comprender
su propia realidad, y, por lo tanto, no poseen la fuerza para transformarla,
porque no se les educó para reflexionar sobre ella. Viven proyectando la visión europea o americana sobre la realidad
de su nación. Viven en una realidad
imaginaria. Sufren porque su nación no
sea Francia, España o los Estados Unidos...Sufren porque su nación no sea
idéntica a aquel mundo imaginario. Son
intelectuales desarraigados de su propia realidad nacional."[13]
Aparentemente, este planteamiento es válido, pero pierde validez cuando
implica un rechazo de lo que representan “Francia, España o los Estados
Unidos,” es decir la racionalidad y el progreso.
Alejandro Evuna Owono Asangono hace una
presentación más formal de este argumento.
Afirma que "la política, como el desarrollo político, constituye el
quehacer cotidiano de una sociedad o nación; evoluciona constamente de acuerdo
a los niveles de desarrollo cultural que experimenta la sociedad, razón por la
cual no existen moldes universales de la política, ni un desarrollo uniforme de
la democracia en todos los países del mundo, si bien podemos hablar de
conceptos políticos y de concepciones que cada sociedad aplica a su modo,
conforme a su realidad social y su entorno."[14]
Se trata de la necesidad de
"adaptar la democracia a la idiosincrasia nacional," o lo que se ha
dado en llamar "democracia auténticamente a la ecuatorguineana," un
esquema parecido, en su espíritu e intenciones, a la Democracia Guiada que se
practicó en Indonesia, cuyas actuaciones han sido calificadas por algunos de
"gestos teatrales."[15]
Analizando y examinando este punto de
vista, se puede observar que sus exponentes a) no explican cómo se debería
llevar a cabo la integración del desarrollo en la cultura; b) no describen ni
examinan los conceptos en que basan su postura, tales como: "realidad
nacional," "idiosincrasia nacional" "aspiraciones y
necesidades reales de los africanos," c) perciben la cultura como un ente
estático, sagrado, que no se puede cambiar; y d) tienden a dirigir su mirada
hacia los sistemas que rechazan, a los cuales critican y hacen responsables de
los problemas de los países africanos.
Algunas Razones del Inmovilismo
Las observaciones hechas anteriormente
muestran la debilidad de los argumentos que presentan estos defensores del status quo. Por el contrario, estos argumentos parecerían sustentarse en lo
que el sociólogo Huyinh Cao Trí ha denominado el enfoque del "retorno al
pasado" idealista. Se trata de un
fenómeno de introversión que sufren los países que han sido víctimas de la
colonización, cuya "desintegración social y cultural persiste después de
la independencia y que conduce frecuentemente a una erosión de la identidad
cultural y la despersonalización del individuo."[16]
El proceso de introversión tiende a expresarse en un movimiento
idealista de "retorno a los
orígenes," a un pasado cuya cultura, valores ideológicos y éticos se
" idealizan," como manifestación del "rechazo del sistema
dominante."[17]
Axelle Kabou ofrece una explicación similar, al igual que Basil
Davidson, quien habla de un proceso de "desposesión," que se produjo
con la usurpación colonial, creando un vacío cultural e institucional en el que
todavía se encuentran los africanos, el cual les impide aceptar la "occidentalización
a su medida, a su velocidad y con sus reservas, asegurando en lo posible que la
nueva tecnología y organización fueran asimiladas, sin deshonor a sus creencias
y dioses ancestrales," como lo ha hecho, por ejemplo, Japón.[18]
La Conferencia de Bandung, celebrada en
dicha ciudad de Indonesia en 1955, también tiene mucho que ver con esta
actitud, por su caracter claramente
anti-colonialista y anti-occidental.
Habiendose celebrado en un momento de fervor independentista, en pleno
apogeo del Marxismo y de la Escuela de la Dependencia, que nace de él, y a
pesar de que muchos líderes africanos no participaron en ella, los efectos de
esta conferencia encontrarían un terreno abonado en Africa. Su duradera influencia se observa en el
espíritu del Plan de Acción de Lagos,[19] preparado en 1981 (veintiseis años
después) y en los llamamientos por un Nuevo Orden Económico Internacional, que
todavía se escuchan, basándose en argumentos morales a pesar de que éstos no
sirven en las relaciones económicas internacionales. Los Estados no tienen sentimientos.
No obstante, como argumenta Cao Trí,
este llamamiento al “retorno a los origenes,” con frecuencia se trata de una
reacción típica de la clase social dominante, generalmente de carácter feudal y
de secciones amplias de la burguesía nacional, la cual no representa más que
una pequeña porción de la población, que busca, a través de "llamamientos
a ideas arcaícas y a veces reaccionarias a perpetuar un estado de vida
privilegiada y elitista."[20]
En efecto, la persecución desencadenada contra los intelectuales en
Guinea Ecuatorial desde los primeros años de la independencia hasta la fecha
por su molesta presencia, como forma de manifestar el rechazo a las "ideas
importadas," ha partido siempre de la clase política dominante y de
aquellos que obtienen o esperan obtener algún privilegio a partir de sus
relaciones con la clase dominante, o simplemente porque la mediocridad
resultante les permite acceder a lo que en condiciones normales estaría fuera
de alcance para ellos. Se trata, pues,
de oportunismo puto. Así, los problemas
se siguen atribuyendo al colonialismo casi tres décadas después de la
independencia, eximiéndose la clase dominante de toda responsabilidad, y con lo
cual pretende justificar las injusticias que perpetra contra la población y el
deterioro socio-económico y político, amén de inducir a la población a adoptar
una actitud de resignación.
Modificación del Entorno
Afortunadamente, un número creciente de
intelectuales africanos están reorientando la reflexión sobre la temática,
centrando su atención en la realidad nacional, en un acto de auto-crítica. Se puede mencionar en esta línea de
actuación al nigeriano Chinua Achebe, al maliano Tidiane Diakite, al ghanés
George Ayittey, y a los que aparecen a continuación, todos ellos con la
particularidad de que sostienen que es necesario adaptar la cultura a las
políticas. Uno de los máximos
exponentes de esta postura está en la persona del polítologo kenyano Ali A.
Mazrui. El análisis que hace de las
culturas africanas le lleva a caracterizar a las mismas de "unas culturas
de nostalgia," es decir unas culturas que cambian lentamente, que otorgan
más valor al prestigio y no al éxito, y que son, por lo tanto,
"impresionantes en cuanto a la caridad y la solidaridad," pero en las
que "la productividad y la efectividad son menos que óptimas."[21]
Reconoce que estas culturas tienen ventajas y desventajas. Entre las desventajas cita el hecho de que
se trata de "unas culturas de probreza e indigencia" y como ventajas
el hecho de que son "depositarias de lo auténtico y distintivo en una
sociedad particular."[22]
En base a este análisis recomienda un cambio cultural, si bien un cambio
lento, de tal forma que la "modernización que ello implica no signifique
una excesiva ´occidentalización.´"
Mientras que el punto de vista de
Mazrui es cautelar, el del marfileño Daniel Etounga-Manguellé es radical. En sus propias palabras dice que
"...revolucionando nuestra cultura así como nuestra cultura política es la
única vía para lograr el cambio deseado.
Negarlo es aceptar que seamos marginados, no sólo en términos
económicos... sino también en términos psicológicos y morales."[23]
Para él, "la principal laguna que explica nuestra actuación pobre
en un mundo basado en otros valores, es la falta de una cultura crítica: es
decir, un sistema de digestión y asimilación de nuevos acontecimientos
culturales que permiten que progrese la cultura popular." Y concluye que la solución es "un
programa de ajuste cultural, para cambiar la mentalidad de los africanos."
La misma tónica se encuentra en la
opinión de la camerunesa Axelle Kabou, que encuentra una conspiración
intelectual en contra del reconocimiento de lo que para ella constituye un
rechazo cultural del desarrollo en Africa.
Los principales obstáculos al desarrollo lo constituyen la cultura y las
mentalidades africanas. Defiende la
idea de que los africanos deben convertirse en algo nuevo: auténticamente africano, pero diferente de
lo que son actualmente. Matiza que
"el subdesarrollo de Africa no se debe a la falta de capital. Para comprender por qué este continente no
cesa de retroceder a pesar de sus considerables recursos naturales, primero hay
que preguntarse cómo funciona eso al nivel micro-económico más elemental: en la
cabeza de los africanos."[24]
Por su parte, Mamadou Lamine Diallo, en
su examen de la relación entre democracia y crecimiento económico en Africa
llega a la conclusión de que, contrario a la nueva teoría de que la democracia es
una "condición necesaria para al desarrollo económico, no existe ninguna
evidencia de que este sistema haya contribuido en la creación de las
condiciones del crecimiento."[25]
Encuentra la explicación en el hecho de que en vez del principio
democrático del "sufragio
universal," lo que en realidad ocurre en Africa es el "clientelismo
universal," ya que la gente no vota en función de "los programas
presentados por los candidatos, sino teniendo en cuenta las consideraciones
familiares, étnicas, regionales o pecuniarias." Y llama la atención sobre la importancia de los aspectos
psicológicos y culturales y recomienda también un cambio de mentalidad.
C. LA TRISTE REALIDAD NACIONAL
Carlos Lopez, en su análisis de las
críticas que se hacen sobre la realidad del continente africano por africanos
como los que se han mencionado en el apartado anterior, en un intento de
explicar las razones internas de su atraso, se queja de que estas auto-críticas
pueden convertirse en un arma de autodestrucción, sobre todo si no se manejan
con cuidado y en el contexto apropiado.
Saca a relucir las siguientes expresiones: "Africa está clavado en
el barro," "un continente sin dirección." Para matizar su llamada de atención, se refiere
en concreto a la descripción que hace de Nigeria el personaje del libro The Trouble With Nigeria,
del nigeriano Chinua Achebe, como:
"uno de los países más desorganizados del mundo. Es uno de los más corruptos, insensibles, ineficientes lugares bajo
el sol...Es sucio, duro, ruidoso, ostentoso, deshonesto, y vulgar..."[26]
Carlos Lopes sostiene que este tipo de descripciones son ofensivas. Pero, lo más ofensivo no es que se hable o
se escriba sobre esta realidad, lo más ofensivo es que exista y que se defienda
en nombre de la cultura nacional y se justifique el rechazo de la democracia y
del capitalismo, y por lo tanto, la racionalidad que impulsa el desarrollo
escudándose detrás de la cultural nacional.
Por su parte, Kabou llama la atención
sobre "la obstinación con la que los africanos rechazan el método, la
organización. Desperdician sus escasos
recursos, sabotean todo lo que puede funcionar de forma duradera a favor de la
mayoría. Detestan la coherencia, la
transparencia, el rigor. A todos los
niveles, se favorece el trapicheo, la improvisación..."[27]
En definitiva, se trata de una cultura de "inmovilismo," de
"nostalgia," en la que se cree ser muy particulares en un mundo en
pleno proceso de globalización, a pesar de ser incapaz de generar el desarrollo
desde dentro, como pretenden los que proponen la indigeneización.
El rechazo de la democracia y la
economía liberal en defensa de este estado de cosas por aquellos que se han
erigido en los defensores de la cultura nacional constituye el peor daño que se
puede hacer a la cultura nacional, al dar la impresión de que ésta sólo puede
generar estos comportamientos, en un mundo dominado por países que los
condenan. Sin embargo, examinando las
descripciones de Achebe y de Kabou se nota que corresponden a dos realidades
diferentes: mientras que el primero descubre la cultura de la élite, la segunda
examina la cultura autóctona. Por lo
tanto, la realidad nacional que se defiende
es la manifestación de la crisis cultural que sufren la clase política
así como algunos intelectuales alienados, en una extraña combinación de lo malo
de la cultura autóctona y lo malo de la cultura europea. No se trata, pues, de una defensa de la
cultura nativa, que tiene muchos aspectos útiles, sino de un esperpento
cultural, resultante de la hibridación entre lo malo de las dos culturas.
D. QUÉ POSTURA ADOPTAR
Cultura y Desarrollo: Dos Conceptos Inseparables
La respuesta a la pregunta que aparece
arriba ya debe ser obvia con las explicaciones presentadas en los párrafos
anteriores. No obstante, para una toma
de postura más racional, firme y sólida, estos dos conceptos tendrían que ser
analizados paralelamente. Para ello, se
pasará a definirlos. El primer concepto
a definir aquí es "cultura." Para
evitar la parcialidad y subjetividad que suele afectar a la definición de
términos polémicos,[28] se recurre aquí a la definición de la
UNESCO, según la cual "cultura es un conjunto de características
esprituales, materiales, intelectuales y emocionales que caracterizan a una
sociedad o grupo social. Incluye no
solo las artes y las letras sino también los estilos de vida, los derechos
fundamentales de los seres humanos, sistemas de valores, tradiciones y
creencias."[29]
Las culturas no nacen ni existen al
azar, sino que desempeñan un papel muy importante, a saber: resolver los
problemas que plantea el entorno, es decir : "lograr aquellas cosas que
hacen que la vida sea posible, tales como la perpetuación, la transmisión del
conocimiento, la absorción de los shock
que supone el cambio y la muerte."
Por eso, las culturas difieren en la importancia relativa que asignan al
tiempo, al ruido, a la seguridad, a la limpieza, a la violencia, al ahorro, al
intelecto, al sexo y al arte." No
existe pueblo sin cultura, como tampoco existen culturas superiores ni culturas
inferiores. Sí existen culturas mejor
adaptadas a ciertas condiciones, como es el caso de aquellas que favorecen el
desarrollo.
El desarrollo, por su parte, se ha
definido de muchas formas, y aquí los expertos tampoco se ponen de acuerdo
sobre una definición consensuada. Cualquiera
que sea la definición que se acepte, ésta implica en todo momento "un
proceso multidimensional de grandes cambios en las estructuras sociales,
actitudes populares, e instituciones nacionales, así como la aceleración del
crecimiento económico, la reducción de las desigualdades y la erradicación de
la probreza."[30]
En su descripción, el desarrollo implica necesariamente cambios
culturales. Ahora bien, los problemas
que resuelve la cultura no sólo se presentan por el esfuerzo que supone
mantener una determinada situación que se cree favorable, o dicho de otro modo
para evitar que ésta cambie para mal, sino también para resolver aquellos
problemas que representa el mero hecho de que la gente haya sufrido una
ascensión en la escala de sus aspiraciones.
Las aspiraciones dependen no solo de
factores internos sino también de lo que ocurre en otros países en un mundo que
se hace cada vez más pequeño por la influencia de las comunicaciones, el
transporte, las relaciones comerciales, las migraciones, las corrientes de
ayuda externa y de inversión extranjera, y se vuelve cada vez más dificil
controlar dichas aspiraciones. Y estas
aspiraciones tienen un sólo objetivo:
vivir como se vive en "España, Francia, o Estados Unidos,"
tomando las palabras de Nlang, es decir un país desarrollado. Y la cultura de este páis, tal como se
presenta actualmente, no es capaz de resolver los problemas que plantean estas
crecientes aspiraciones de la población, así como las tendencias globalizantes
del mundo actual. Hay que cambiarla,
enriquecerla, hacerla progresar.
Es una realidad conocida que cuando
unas estructuras/instituciones ya no son capaces de resolver los problemas que
plantea el entorno, se produce una crisis.
La crisis que se vive actualmente en Guinea Ecuatorial, y en africa en
general, es síntoma de este hecho. Una
crisis exige una catarsis, la cual debería conducir a una revolución,
consistente en la sustitución de estas instituciones/estructuras, por otras
nuevas más adecuadas a las necesidades del momento. Esto significa que si las culturas africanas en general y la
guineoecuatoriana en particular, al ser culturas de "nostalgia,"
"de pobreza e indigencia," y de "inmovilismo," no pueden
resolver los problemas mencionados arriba, la única salida es, no
necesariamente el abandono de las mismas, sino su actualización y
mejoramiento. El imperativo de
desarrollo exige y conlleva un cambio profundo a nivel cultural. La alternativa es el caos, el desorden, el
atraso.
E. LA MODERNIDAD NO ES UN FENOMENO
EXCLUSIVAMENTE OCCIDENTAL
Las teorías de la modernización
formuladas por los sociólogos postulaban que "el desarrollo industrial sigue
un esquema de crecimiento coherente y debía producir al final, ciertas
estructuras sociales y políticas uniformes en regiones y culturas
diferentes."[31]
Las teorías que pretenden explicar y describir el proceso de desarrollo
económico elaboradas por los economistas, tales como la teoría de las estapas
de desarrollo, de W. W. Rostow; la
teoría de la transformación estructural, de Arthur Lewis, Hollis B.
Chenery, G. Ranis y H. Fei; también
llevan implícita esta idea, sin bién se centran en los aspectos económicos, y
no llegan a describir los aspectos culturales, que se encuentran entre los
factores que están en ceteris paribus. Lo mismo ocurre con las teorías que explican
el proceso mediante el cual los países subdesarrollados deberían alcanzar a los
desarrollados, tales como la teoría de la "recuperación" (catch-up)
y la teoría de la “convergencia.”[32]
Muchos han atribuido el fracaso del
desarrollo en Africa al hecho de que éste se ha interpretado como la
importación de instituciones, sistemas educativos, y formas de gobierno
occidentales que no se adaptan a las condiciones reales del continente. En ese contexto, las teorías de la
modernización han sido criticadas de etnocentrismo en tanto que se han tomado
como la imposición de la cultura occidental en el continente africano. Se han interpretado como un intento de
"elevar la experiencia de Europa y los Estados Unidos al nivel de una
verdad universal sin reconocer sus propias limitaciones culturales," o que
"la hegemonía política y cultural de occidente ha conllevado la noción
etnocéntrica de que sólo el modelo de desarrollo occidental es válido..."[33]
Por su parte, Landell-Mills lamenta que "después de la
independencia muchos donantes y líderes africanos formados a la occidental
actuaron como si estuvieran convencidos de que el desarrollo puede lograrse
mediante una aplicación sistemática de técnicas y conceptos modernos y
racionales, creando instituciones estatales basados en principios burocráticos
weberianos que eran incompatibles con las creencias y prácticas de la sociedad
africana."[34]
Cao Trí, enemigo declarado de las
teorías de la modernidad, indica que las teorías de la modernidad implican la
adopción de una concepción mecánica y unilineal de la história y de la
evolución de las sociedades, y el esfuerzo de la aceleración de la
industrialización y la modernización de la sociedad "se ha covertido en un
proceso de aculturación de una dirección, que trae consigo la
transferencia de los modelos culturales
de los países industrializados hacia los países subdesarrollados." [35]
Afirma que el desarrollo no es un proceso lineal y que existen varias
alternativas posibles de desarrollo. Y
la alternativa que está ganando popularidad es la de un desarrollo basado en lo
indígeno, un desarrollo endógeno, entendido como "un desarrollo generado
desde dentro, centrado en satisfacer las necesidades reales y aspiraciones de
la población."[36]
Este desarrollo tiene como prerequisito la identidad cultural, la cual
constituye la base de la dignidad nacional.
Por su parte, George Ayittey está en lo
cierto cuando afirma que "la solución a los problemas africanos se
encuentra en Africa."[37]
Pero, esto es diferente a decir que las estrategias para un desarrollo
participativo deben estar "anclados en las instituciones, los valores y
las prácticas indígenas,"[38]
y que "sin esta ideología, no se puede hacer ningún progreso hacia
un desarrollo reconocible para Africa,"[39] como coinciden en señalar varios
intelectuales africanos. Se trata de la
idea de la indigeneización. Estos
intelectuales no examinan los peligros y las dificultades que supone aplicar
esta política en sociedades que no hace mucho dejaron de ser ágrafas; y que son
culturalmente heterogéneas, como lo son las sociedades africanas, donde habitan
varias etnias, tribus, clanes culturalmente diferentes. La indigeneización, en su proyeccción hacia
el pasado, se parece mucho al fundamentalismo islámico y retrasaría el
necesario despegue económico de los países africanos.
Por otra parte, la aparición del
capitalismo ha sido justificada, por unos, en la existencia de
"condiciones materiales" idóneas y, por otros, en la aparición de un
"instinto aquisitivo." Estos
argumentos fueron rechazados por el sociológo Max Weber en el sentido de que
las "condiciones materiales" ya estaban maduras en otros tiempos; y
que el "instinto aquisitivo" siempre ha existido, pero sin dar lugar
al nacimiento del capitalismo. La misma
argumentación es válida aquí porque las "instituciones, valores y
prácticas indígenas" que existieron antes de la llegada de los europeos y
desde hacía mucho tiempo, no generaron el desarrollo. Por algo los países africanos cayeron víctimas de la
colonización y de la aculturación, mientras que otros países como Japón
rechazaban con éxito los intentos de infiltración del cristianismo y mantenían
sus creencias.[40]
El carácter etnocéntrico que se
atribuye a la versión actual del desarrollo implica que la modernidad, y de
hecho, el desarrollo, es un fenómeno
occidental, y así lo conciben los africanos. Se trata de una concepción
miópico, tal como demuestra el caso de los países del Este asiático, a no ser
que se revise el concepto de "occidente" para incluir también a
dichos países. Porque un hecho está
claro, y es que tal como observa Francis Fukuyama, todos los países desarrollados
se parecen, a pesar de las importantes diferencias culturales existentes entre
ellos. El caso de Estados Unidos y
Japón es más notable como países desarrollados, muy parecidos en muchos
aspectos, pero con diferencias culturales considerables. Y esto parece dar validez a las teorías de la
modernidad, y parece indicar que los valores que han dado lugar y sustentan el
desarrollo de estos países no son necesariamente occidentales, si bien
aparecieron primero en dichos países, sino que corresponden a una etapa
determinada en la evolución de la sociedad.
Se trata, por lo tanto, de valores que se pueden aprender,
independientemente de la cultura o que simplemente se pueden incorporar en la
cultura.
Además, la evolución de la sociedad
occidental no es producto de un diseño previo, de un ejercicio de ingeniería
social, sino como sostiene Weber, es más bien una "consecuencia
imprevista" de la "ética protestante" que surgió en Europa con
la aparición del Calvinismo. En efecto,
la idea de la consecuencia imprevista guarda una estrecha relación con la
teoría que sostiene que "la gente crea estructuras sociales, pero que
estas estructuras pronto toman vida propia por sí mismas hasta el punto de que
sus creadores tiene poco control sobre ellas," pudiendo tomar varias
direcciones no previstas.[41]
No obstante, la experiencia parece indicar que esta posibilidad de
conducir a varias direcciones es en realidad sólo una posibilidad teórica. Los países en los que se han presentado las
condiciones de la modernidad, que se expondrán más adelante, se han
desarrollado en la misma dirección, la que exhiben los países hoy
desarrollados. Lo que significa que si
las mismas circunstancias se dieran hoy en día en los países africanos, también
producirían el mismo tipo de sociedades.
En efecto, antes de la aparición del
Calvinismo en Europa, dominaban
comportamientos que se inspiraban en la filosofía aristotélica y escolástica,
que aconsejaban el conformismo, la pasividad, la negación del enriquecimiento personal,
del éxito, el rechazo del lucro en el contexto del precio justo. Atribuir los
valores que aparecieron con el Calvinismo a occidente, y calificar sus
consecuencias, es decir la democracia, la economía liberal y el desarrollo como
"cosas de blancos," es una invitación a la marginación. Y permite que algunos autores occidentales,
como Michael Bratton, intenten monopolizarlos, negando el caracter universal de
los derechos humanos y la democracia liberal, a los que atribuye exclusivamente
a la tradición política euro-anglicana, con el argumento de que "las masas
africanas pudieran no estar adheridas a ellos."[42]
Está claro que el rechazo de una
alternativa, de dos opciones mutuamente excluyentes, implica necesariamente la
aceptación de la otra opción. Si las
opciones son o democracia o dictadura[43], el rechazo de la democracia por
razones culturales implica la aceptación de la dictadura como sistema de
gobierno adecuado a la culturas africanas, la misma idea esgrimida por los
colonos para justificar el colonialismo, en el sentido de que el colonialismo
es bueno para "los salvajes africanos." Y esta es otra de las ambigüedades que caracterizan a los
defensores del status quo, que
condenan el colonialismo, pero conservan su filosofía, que siguen aplicando
décadas después de la independencia, con resultados desastrosos. Al menos, esto es lo que implican argumentos
como el que presenta Bratton, y que apoyan y aceptan los intelectuales
africanos que pertenecen al establishment
político así como los mismos políticos, los cuales rechazan la democracia en
los países africanos. Bratton alega que
el neo-patrimonialismo es la base de la dictadura en Africa, y tiene su origen
en la familia extendida, donde dominan los ancianos (hombres), con lazos
interpersonales muy fuertes, dando lugar a una cultura no liberal. Se trata de una explicación poco convincente
cuando se tiene en cuenta que las dictaduras existentes hoy en Africa no son
más que una extensión de los régimenes coloniales, que eran de caracter
patrimonial y autoritario, con la única diferencia de que los dirigentes de los
régimenes actuales son nativos. Ayittey
ha denominado a estos régimenes "el colonialismo negro."
Los Griegos no Inventaron la Democracia
Una de las más grandes ideas falsas que
existen hoy en el mundo es que la democracia nació en Atenas, es decir en
occidente. Sin embargo, no existe
ninguna prueba de que así fuera. El
hecho de que los griegos fueran los primeros en escribir sobre la democracia no
constituye una prueba de que este sistema político haya nacido en dicho
país. Limitar los orígenes de la
democracia en el tiempo y en el espacio no es tarea fácil, toda vez que la
libertad se considera como un derecho natural.[44]
La democracia ha existido en varios lugares y épocas en la evolución
social del hombre.
Existen evidencias en el sentido de que
la democracia se desarrolló de forma simultanea en varias sociedades[45].
George Ayittey escribe que "antes de la llegada de los europeos
Africa tenía unas democracias participativas directas, unos mercados libres a
nivel de aldeas, y un comercio
libre. También había libertad de
expresión. En las reuniones aldeanas,
los nativos expresaban libremente sus ideas e intercambiaban opiniones. Los africanos tenían un sistema de valores y
conocían la ética laboral, justicia, orden... Africa tenía formas de control
familiar, social y política. " Y
concluye que los europeos nunca introdujeron nuevas instituciones en Africa,
sino formas más avanzadas y eficientes de instituciones que ya existían. Y explica que una de las características de
occidente es su capacidad de tomar una idea y acentuar sus atributos hasta un
nivel superlativo, lo que significa que occidente se ha beneficiado mucho de la
fertilización cruzada que se ha producido en su contacto con otras culturas.[46]
En ese sentido, la acual corriente de democratización que sacude al
continente africano debería verse como el retorno de un sistema cuya evolución
se había visto interrumpida por la colonización, y no como algo nuevo, como
implica esta afirmación de Evuna Owono Asangono, en el sentido de que
"...los tiempos nos obligan a recorrer en 200, desde la colonización, el
espacio recorrido por Europa en más de 2.000 años."[47]
Rasgos Característicos de la Modernidad
Una vez establecidos el dinamismo de la
cultura y la potencial universalidad de la modernidad, cabría, pues,
identificar aquellos rasgos que permiten idenfiticar a una sociedad moderna
como tal. Este ejercicio ha absorbido
los esfuerzos de varios investigadores.
Se puede tomar aquí a modo de ejemplo, el caso de Alex Inkeles y David
H. Smith,[48] quienes identifican y clasifican en
cuatro grupos las características que definen a un "hombre moderno,"
que son un ciudadano: a) informado y
participativo, b) consciente de la eficacia personal, c) altamente
independiente y autónomo respecto de las fuentes tradicionales de influencia,
d) dispuesto para nuevas experiencias e ideas, e) abierto y flexible. Bajo estas grandes categorías, estos autores
especifican en detalle dichos rasgos característicos de la manera siguiente:
a) el hombre moderno se identifica con
entidades grandes, a nivel de región y Estado, está interesado en los asuntos
públicos, se une a las organizaciones, se informa sobre importantes
acontecimientos, participa en actividades políticas;
b) realiza acciones que pueden afectar
su vida y la de su comunidad, rechaza la pasividad, la resignación, el
fatalismo hacia el curso de los acontecimientos;
c) sigue los
consejos de autoridades públicas;
d) se interesa por las innovaciones
tecnológicas, apoya las exploraciones científicas por encima de las cuestiones
de tribu, está dispuesto a conocer a extranjeros, permite a las mujeres a
aprovechar las ventajas y oportunidades fuera del hogar.
Los valores de la modernidad que
se hallan reflejados aquí, ya fueron
identificados con anterioridad por el sociólogo Max Weber en su estudio sobre
el la religión y la aparición del capitalismo en Europa. En efecto, estos rasgos de la modernidad
son, en realidad, los rasgos de un comportamiento que se podría denominar
racional. Por lo que la modernidad
implica la adopción de la racionalidad, y por lo tanto, de la ciencia, cuya
aplicación en la resolución de los problemas que presenta el entorno, impulsa
el desarrollo.
F. LA TRADICION Y EL SUBDESARROLLO
Por otra parte, la literature atribuye
las siguientes características al "hombre tradicional":[49]
a) miedo
a la innovación y desconfianza de lo nuevo,
b) aislamiento
del mundo exterior y falta de interés en lo que en él ocurra,
c) dependencia de la
auroridad tradicional y la sabiduría de los ancianos y los líderes religiosos,
d) preocupación por
las cuestiones personales y familiares, excluyendo la consideración
comunitaria,
e) identificación
con los grupos locales y parroquiales, con los sentimientos de aislamiento y el
miedo a entidades regionales y nacionales,
f) ambiciones
moldeadas para satisfacer objetivos muy limitados, y el sentimiento de gratitud
por lo poco que uno tiene,
g) subvaloración
de la educación, aprendizaje, investigación.
Por supuesto que una sociedad regida
por estos valores tiene que permanecer en el subdesarrollo, en tanto que niega conceptos
básicos para el mundo actual, como el Estado, la ciencia, la
interdependencia. Pero, es necesario
aclarar que si la tecnología tiene sus raíces en la cultura, como aseguran
Mazrui, Cao Trí y otros, resulta que ésta puede desarrollarse dentro de diferentes
contextos culturales, y por lo tanto, no puede haber contradicción ni conflicto
entre tecnología y tradición. Esto
significa que la designación de estos valores como tradicionales es imprecise,
en efecto tiene matices eurocentristas.
Pues, tradicion es lo que una sociedad hereda de sus historia, forma las
normas de moralidad, los conceptos de valor, los modos conducta, los metodos de
pensamiento, los estilos de vida, las costumbres y los habitos, la concepcion
de la estetica. La tradicion es el
fundamento de la identidad cultural de una sociedad. Por lo que es más adecuado designar las caracteristicas
presentadas arriba como valores primitivos.
Se trata de valores impuestos por la necesidad del hombre de adaptarse a
un entorno físico que no puede modificar por el nivel arcáico de su
tecnología. Por eso, estos valores no
se pueden identificar con una cultura o zona geográfica específica.
G. DEL PRIMITIVISMO A LA MODERNIDAD
Las características presentadas en el
apartado anterior no representan el total de los valores culturales de una
sociedad con características primitivas, como la de Guinea Ecuatorial. El conjunto total es muy amplio, incluyendo
tanto los positivos como los negativos.
Se han mencionado aquí los negativos porque son los que predominan y
hablar de la necesidad de adaptar las políticas, la democracia y el capitalismo
a la realidad nacional es adaptarlas a esta realidad que frena el
progreso. También significa que esta
realidad no se puede cambiar, que hay que aceptarla tal como está. Esta actitud de pasividad, conformismo, y
aceptación del destino ha sido definida como fatalismo, y es perjudicial para
el desarrollo, es en sí un obstáculo al desarrollo.
En su popular estudio sobre Africa al
Sur del Sahara, el Banco Mundial identifica como una de las causas de la
creciente crisis de este continente a la crisis de confianza que ha invadido a
los africanos. Carlos Lopes habla del
sentimiento de derrota,[50] mientras que otros hablan del
pesimismo o más concretamente, del afro-pesimismo. Según el mencionado estudio del Banco Mundial, esta crisis puede
convertirse en una profesía que se cumple, es decir que "la débil
situación económica alimenta la desilusión, la responsabilidad se atribuye a
otros, la inacción resultante socava la confianza en sí, la situación económica
se hunde aún más..." y concluye que "este proceso sacava las mismas
bases sobre las cuales se puede construir el crecimiento y desarrollar la
responsabilidad africana para el destino africano."[51]
El paso del primitivismo a la
modernidad se ha interpretado equivocadamente como el abandono de la cultura
nacional a favor de la cultura occidental.
He ahí que esta propuesta se encuentre siempre con un fuerte
rechazo. Cuando la cuestión se presenta
de esta manera, en forma de conflicto entre la tradición y la modernidad, se
invita esta reacción. Se puede esquivar
este planteamiento, identificando las características que se atribuyen a la
tradición como una cultura en sí, que sería, como se ha dicho, el primitivismo,
el fatalismo o la irracionalidad; y la de la modernidad como el individualismo[52] o la racionalidad. De esta forma, el conflicto debería
presentarse entre estos dos extremos. El
proceso visto de esta manera sería el abandono del primitivismo, el fatalismo o
la irracionalidad, abrazando el racionalismo.
En ese sentido, la modernizacion no deberia significar el abandono de la
tradicion, sino que los dos coexistiria en armonia. A la vez que se lucha contra los valores primitivos, la tradicion
guiaria a la sociedad en la busqueda de lo que es bueno, mientras que la
modernidad simplemente ofreceria los medios eficaces para ayudar a la sociedad
en la buesqueda de lo que considera bueno.
La Fuerza Motriz de la Modernidad
Llegado a este punto, cabe, pues,
preguntarse qué es lo que hace a la gente realizar el salto de la tradición a
la modernidad, ese "movimiento espasmódico, retorcido, sin método..."
como lo describe el antropólogo Clifford Geertz.[53]
En el caso concreto de Guinea Ecuatorial, se trata de saber cómo puede
este país salir de las garras del primitivismo para caer en los brazos de la
modernidad. La respuesta podría estar en lo que el psicólogo David C.
McClelland denomina "n- A"[54] y que define como el deseo de hacer
bien las cosas, de tener éxito, para alcanzar un sentimiento intrínseco de
realización personal.[55] La gente que tiene un "n-A"
alto tiende a trabajar duro, aprender con rapidez, hacer lo mejor posible las
cosas, no necesariamente por la introducción de incentivos especiales como el
dinero, seleccionar expertos sobre sus amigos como compañeros de trabajo. Es decir, que el hombre que tiene un
"n-A" alto, es el "hombre moderno."[56]
Uno de los resultados de este estudio
es que, afortunamente, el "n-A" no es hereditario, no está codificado
en los genes. Se trata de valores que se pueden inculcar en la población. Los mismos países occidentales también los
aprendieron. En efecto, esto es lo que
ocurrió con la introducción de estos valores en Europa con el advenimiento del
Calvinismo, tal como lo demuestra Weber.
Esto en sí demuestra la falsedad de la mentalidad del rechazo del
desarrollo como "cosa de blancos."
El "n-A" se puede adquirir a una edad muy temprana,
dependiendo de la forma en que uno ha sido criado por sus padres. Esto significa que el "n-A" se
origina en la familia. Por lo tanto,
este psicológo recomienda la adopción de una ideología orientada al éxito, la
cual debería difundirse en todo el país en la forma en que se puede influir en
el pensamiento de todos los padres sobre la forma que deben criar a sus hijos.[57]
Este estudio de McClelland demuestra
que es posible pasar de una sociedad primitiva a una moderna dentro de un mismo
contexto cultural más amplio y sin dañar para nada la identidad cultural. Y esto es lo que ocurrió en Japón y está
ocurriendo ahora en los países del Este Asiático. Un proceso que Lawrence Harrison trata de explicar respecto de la
Cultura Confuciana, que después de haber sido identificada como obstáculo al
desarrollo de los países asiáticos, se identifica ahora como el motivo del
desarrollo de estos países. Una alta valoración de la educación; el deseo
del éxito en varias habilidades; la seriedad en las tareas, el empleo, las
obligaciones; el ahorro, la familia, el respeto a la autoridad y el desprecio
por las actividades comerciales son algunos de los aspectos más característicos
del Confucianismo. La tésis de Harrison
es que el éxito reciente de dichos países se debe al predominio de los
"factores positivos latentes" del Confucianismo como son la
frugalidad y la veneración por la educación sobre los aspectos negativos, como
pueden ser el autoritarismo y el desprecio por el comercio. Este salto del predominio de los factores
negativos al predominio de los factores positivos puede haberse debido a la
elevación del "n-A."
H. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
El análisis precedente no deja lugar a
dudas: hay que provocar un cambio
cultural en Guinea Ecuatorial, un cambio que conserve lo positivo y consistente
con el imperativo de desarrollo de la cultura nacional, y cubra el déficit
incorporando valores culturales de otras culturas que han contribuido en el
desarrollo. El problema consistiría en
determinar cómo efectuar este cambio. En
un proceso de cambios, siempre se necesita conocer el punto de partida y
definir bien el futuro que se quiere crear.
Kabou y Klitgaard hablan de la necesidad de realizar un inventario
cultural que permita identificar los aspectos positivos y negativos de la
cultura nacional respecto del imperativo de desarrollo, y la cual, con la
incorporación de valores foráneos daría lugar a un programa de ajuste cultural,
que debería tener como objetivo la elevación del "n-A."
Todo proceso de cambios requiere un
agente de cambios, un agente catalizador.
Geertz, apoyandose en Weber, aconseja que "las ideas deben ser
sustentadas por poderosos grupos sociales para tener poderosos efectos
sociales; alguien debe reverenciarlas, celebrarlas, defenderlas,
imponerlas. Las ideas tienen que ser
institucionalizadas para cobrar en la sociedad no solo una existencia
intelectual sino... una existencia material."[58]
Este consejo obliga a volver la mirada hacia el intelectual como el
agente ideal del cambio que se propone aquí.
El actual estado de cosas permanece no sólo porque los que creen en él
son más numerosos y vocíferos que los que no creen en él, sino también porque
éstos han permanecido en silencio.
Se estima que existen actualmente unos
500 profesionales en el país, aunque pocos de ellos pueden considerarse intelectuales,
definido aquí como alguien que estudia la sociedad en la que vive y, por su
compromiso con ella, participa de forma activa en su mejoramiento. La idea de realizar y ejecutar un programa
de ajuste cultural a través de los medios de comunicación sociales, las
escuelas, y otros medios de control de pensamiento sólo es factible si el
cambio parte desde arriba. Pero, si la
élite política defiende los valores actuales como es el caso, esta alternativa,
obviamente, no es viable. La
alternativa que sí lo es, es mediante la encarnación de estos valores por los
mismos intelectuales, los cuales habiendo estudiado en su mayoría en países
desarrollados, y por lo tanto, conocedores de las dos realidades, actuarían
como punto de convergencia de estas dos realidades. Ellos se encargarían de proyectar estos valores hacia el resto de
la sociedad en general, mediante conferencias, charlas, coloquios, artículos,
libros, de un comportamiento ejemplar. Esto
contribuiría a minar las bases del status
quo y producir una amplia deserción en su bando, sobre todo entre los
jóvenes y sentar así las bases sociales y culturales para el despegue económico
de Guinea Ecuatorial. Se cuenta con dos
grandes ventajas: la degradación
económica que ha provocado este status
quo, lo que implica que tienen cada vez pocos recursos bajo control; y el
imperio de la democracia y de la economía liberal en el mundo.
El esfuerzo que implica esta empresa
dificilmente tendría éxito si se lleva a cabo de forma individual, aislada y
sin coordinación. El esfuerzo quedaría
diluido y sin efecto. El mayor efecto
se puede obtener en el marco de grupos organizados, en forma de asociaciones
profesionales. Estas, que servirían, no
sólo servirían para criticar lo que está mal en la sociedad, sino que también
actuarían como incubadoras de ideas sobre cómo superar las deficiencias
detectadas. De este modo, facilitarían la proyección de los valores
del progreso hacia la sociedad en general.
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INDICE
Página
I. INTRODUCCION 1
a. El
Imperativo de Desarrollo 2
II. DESARROLLO
Y CULTURA: UN TEMA EN DEBATE 5
a. Adaptación
al Entorno 6
b. Algunas
Razones del Inmovilismo 11
c. Modificación
del Entorno
13
III. LA
TRISTE REALIDAD NACIONAL
16
IV. QUÉ
POSTURA ADOPTAR 17
a. Cultura
y Desarrollo: Dos Conceptos Inseparables 17
V. LA
MODERNIDAD NO ES UN FENOMENO EXCLUSIVAMENTE
OCCIDENTAL 20
a. Los
Griegos No Inventaron la Democracia 25
b. Rasgos
Característicos de la Modernidad 26
VI. LA
TRADICION Y EL DESARROLLO 27
VII. DEL
PRIMITIVISMO A LA MODERNIDAD 28
a. La
Fuerza Motriz de la Modernidad 30
VIII. CONCLUSIONES
Y RECOMENDACIONES 32
BIBLIOGRAFIA 34
EL IMPERATIVO DE
DESARROLLO Y LA NECESIDAD DE UN CAMBIO
CULTURAL EN GUINEA ECUATORIAL |
Por
Fernando
ABAGA EDJANG
Economista
Malabo,
Junio de 1996
[1]Estudios realizados sobre la relación entre el tipo de
régimen político y el crecimiento y desarrollo económico no son
concluyentes. El algunos casos, la
democracia se relaciona con altas tasas de crecimiento; en otros, la democracia
tiene un impacto negativo sobre el crecimiento; y aún en otros, no existe
ninguna relación entre estas dos variables.
La diferencia en los resultados, a parte de los problemas metodológicos
y deficiencias en los datos utilizados, está en los mecanismos mediante los
cuales el tipo de régimen puede influir en el crecimiento, a saber: la
influencia del Estado en la estabilidad, la previsibilidad de la política
económica y social así como su ejecución, los mecanismos de asignación de los
recursos, el comportamiento de los ingresos y los gastos públicos. Estos factores guardan una estrecha relación
con la cultura. Para un examen
exhaustivo de la literatura existente sobre la relación entre el tipo de
régimen político y el crecimiento y desarrollo económico, ver Healy, John and
Robinson, Mark, Democracy, Governance and Economic Policy, Overseas
Development Institute, London, 1992; y USAID, Economic Reform in Africa´s
New Era of Political Liberalization, Proceedings of a Workshop for SPA
Donors, April 14-15, Washington, D. C., 1993.
[2]La gravedad de la crisis económica africana desconcierta a todo el mundo. Unos hablan de culpables y otros de responsabilidad compartida. Se empizan a escuchar las voces que claman por la necesidad de una recolonización, lo que es una clara insinuación de que los mismos africanos no son capaces de superar esta crisis. Ver Pfaff, William, "A New Colonialism?," Foreign Affairs, Jan/Feb., 1995, páginas 2-3.
[3]The World Bank, Sub-Saharan Africa: From Crisis to Sustainable Growth, The World Bank, Washington, D. C, 1989, página 19.
[4]Katsouris, Christina, "L´aide Publique à l´Afrique est de Plus en Plus Menacée," Afrique Relance, Nations Unies, vol. Nº 4, Decembre, 1995, página 1.
[5]United Nations, World Investment Report: Transnational Corporations and Competitiveness, Overview, 1995, página 12.
[6]Valores calculados por el autor en base a datos pubicados en: The World Bank, World Development Report, Oxford University Press, New York, 1991, pp. 181-183.
[7]Lawrence Summers ha podido demostrar con claridad que estos factores no pueden impedir el desarrollo en un país. No lo hicieron para los países del Este Asiático, y no tienen por qué hacerlo en Africa. Para más explicaciones, ver Summers, Lawrence, "The Challenge of Development," Finance and Development, International Monetary Fund and the World Bank, March 1992, páginas 6-7.
[8]Klitgaard, Robert, "Taking Culture into Account: From ´Let´s to ´How´," in Ismail Serageldin and June Taboroff, Culture and Development in Africa, Proceedings of an International Conference held at the World Bank, Washington, D. C., April 2 and 3, 1993
[9]Citado en Klitgaard, página 78.
[10]Ibid.
[11]Mbuub, Samba Buri, "Limites du Modele Occidentale de
Democratie et Necessite d´une Perspective Africaine," in Democraties
Africaines, Nº 3, Avril.Mai.June, 1995, Dakar, página 45.
[12]Ibid.,
[13]Nguema Nlang, Antolín, "Educación, Diálogo y
Libertad," Africa 2000, Año VI, Epoca I, Número 15, 1995, Malabo,
página 20.
[14]Evuna Owono Asangono, Alejandro, El Proceso de
Democratización de Guinea Ecuatorial, Ediciones CEIBA, Madrid, 1994, página
20.
[15]Geertz, Clifford, La Interpretación de las Culturas,
Editorial Gedisa, 1990, 1965, página 266.
[16]Cao Trí, Huyinh, "Cultural Identity and Development," in UNESCO, Strategies for Endogenous Development, Oxford & IBH Publishing Co., PVT, LTD, New Delhi, 1988, página 5.
[17]Ibid.,
[18]Davidson, Basil, The Black Man´s Burden, East African Educational Publishers, Nairoby, 1992, página 21-22.
[19]El Plan de Acción de Lagos se caracteriza por la
contradicción de que, por una parte proclama la auto-suficiencia e
independencia económica de occidente, y por otra, exige que occidente
suministre la totalidad de los recursos estimados necesarios para alcanzar
dicha auto-suficiencia. Esta misma
contradicción y ambigüedad se observa en la debilidad de los dirigentes
africanos por los productos occidentales (vehículos, aparatos electrónicos,
etc.), al tiempo que rechazan los valores culturales que permiten la producción
de estos productos.
[20]Ibid.,
[21]Citado en Klitgaard, op. cit. página 80.
[22]Ibid.,
[23]Ibid., página 81.
[24]Kabou, Axelle, Et si l´Afrique Refusait le
Developpement?, L´Harmattan, Paris, 1991, páginas 21-22.
[25]Lamine Diallo, "Democratie et Croissance Economique
en Afrique," Democraties Africaines, Nº 3, Avril.Mai.Juin, 1995,
páginas 26-29.
[26]Lopes, Carlos, Enough is Enough, Third Economist Seminar, 7-12 June, 1993, New York, página 4.
[27]Kabou, op. cit., página 23.
[28]Los mismos antropólogos no se ponen de acuerdo. Clifford Geertz habla de un "pantano
conceptual," de una "dispersión teórica," y de
"eclecticismo" en la definición de "cultura." Ver Geertz, Clifford, op. cit., páginas
20-21.
[29]Citado en Serageldin, Ismail, "The Challenge of a Holistic Vision: Culture, Empowerment, and The Development Paradigm", Serageldin, Ismail and Taboroff, June, Culture and Development in Africa, op. cit. página 18.
[30]Todaro, Michael P., Economic Development in the Third World, Longman, 1985 New York and London, página 85.
[31]Fukuyama, op. cit., página 95.
[32]Una exposición de estas teorías se puede encontrar en Abramowitz, Moses, "Catching Up, Forging Ahead, and Falling Behind," y Baumol, William J., "Productivity Growth, Convergence, and Welfare: What the Long-Run Data Show" ambos en Development and Underdevelopment, Lynne Rinier Publishers, Inc., Boulder, Colorado, 1993, páginas 57-76 y 77-90.
[33]Ibid.
[34]Citado en Lopes, op. cit., página 11.
[35]Cao Trí, op. cit., página 4.
[36]Ibid., página 3.
[37]Ayittey, George, Africa Betrayed, página 325.
[38]Citado en Ayittey, op. cit., página 326.
[39]Ibid.,
[40]Kabou, op. cit., página 171-172.
[41]Ver Ritzer, George, Teoría Sociológica Clásica,
McGraw Hill/Interamericana de España, S. A., Madrid, 1993, páginas 290-291.
[42]USAID, op. cit., página 53.
[43]Esta es la mejor forma de plantear el problema, en vez de
camuflar el debate en la adaptabilidad o no de la democracia en Africa.
[44]El principal elemento de coerción que utilizan los
régimenes dictatoriales es el ejército, y éste es un invento del mismo hombre, lo
cual significa que hubo tiempos en que no existió el ejército. Esto significa que en esos tiempos, los
únicos límites a la libertad del hombre eran los que establecían las costumbres
y la religión, es decir creencias compartidas por la misma persona, y que no
eran una imposición.
[45]Ayittey, op. cit., página 19.
[46]Ibid., páginas 17-18.
[47]Evuna Owono Asangono, Alejando, op. cit., página104.
[48]Inkeles, Alex and Smith, David H., "Becoming Modern," Editors, Mitchell A. Selignon and John T. Passé-Smith, Development & Underdevelopment, Lynne Rienner Publishers, Inc., Boulder, Colorado, 1993, página 16.
[49]Inkeles, Alex y Smith, David, op. cit., página 165.
[50]Este autor encuentra la fuente de este sentimiento de
derrota en la opinión generalizada de que los africanos, por su cultura, son
incapaces de hacer bien las cosas. Ver
Lopes, op. cit., página 3.
[51]The World Bank, Sub-Saharan Africa: From Crisis to Sustainable Growth, The World Bank, Washington, D. C., 1989, página 23.
[52]Aquí se entiende como ruptura con el primitivismo y no en
su sentido de egoismo e insolidaridad.
[53]Geertz, op. cit., página 268.
[54]Abreviatura de "need for Achievement."
[55]McClelland, David D., "The Achievement Motive in Ecomic Development," Development and Underdevelopment, op. cit., página 143.
[56]No en vano este psicólogo se inspira en su deseo de
investigar la "conexión entre el Protestantismo y el espíritu del
Capitalismo." Afirma que este espíritu no es otra cosa que un n-A
alto. Ver Inkeles, Alex y Smith, H.,
op. cit., página 143.
[57]Ibid., página 155.
[58]Geertz, George, op. cit., página 264.