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Viaje a Moka 1ª Parte. Por Juan Buch

 


            Hace unos días que me he incorporado al foro y aunque hasta la fecha no he participado, hoy me he decidido a enviaros una pequeña experiencia vivida en unas de las estancias en la isla. Mi intención es romper un poco la monotonía de tantas noticias y asuntos serios con algunas de las realidades diarias, y como estos días se comentaba sobre las barreras militares, me he acordado de este aventura. La he dividido en dos partes, pues según la escribía me pareció –me sigue pareciendo larga- , y aunque he intentado acortarla, no lo he conseguido, pues cada vez me acuerdo de más detalles, por lo que os pido PERDON si os aburre. Suelo viajar a Guinea un par de veces al año. 

Hoy hace dos meses que he llegado por última vez a Malabo y desde entonces no he salido de la ciudad, se puede decir que he estado acomodándome de nuevo, no tanto a nivel climático, ya que estamos a finales de la época de lluvia y la temperatura es soportable, los cielos son preciosos, pues el que ha visto una tormenta o tornado en época de lluvia, creo que estará de a cuerdo conmigo, el cielo se oscurece de un negro intenso, las pocas nubes toman un color blanco y los rayos cruzan el cielo de punta a punta iluminando todo el espacio, mientras el sonido seco del trueno te pone los pelos de punta pensando que tienes la tormenta encima de ti. Bueno creo que esta pequeña definición poética no será del gusto de todos, pues la gente que corre a refugiarse en los soportales y que en breves segundos está calada hasta los huesos maldiciendo la lluvia no estará de acuerdo conmigo. Me encanta contemplar este espectáculo, hace que me sienta vivo y todos mis sentidos se activan, vista, oído, tacto y gusto, si el gusto también, pues el olor de la tierra seca humedecida por la lluvia impregna mis papilas gustativas a través del olfato, bueno al cabo de un rato también se impregnan de otros olores no tan buenos, pues las cloacas, aunque siguen funcionando a la perfección (son muy antiguas )no dan abasto a la cantidad de agua que suele caer, además creo que en el tiempo que llevo viniendo nunca he visto que se hayan limpiado.  

Me refiero al nivel burocrático, social y laboral. Todo sigue igual, la anarquía impregna cualquier actividad oficial, empresarial, judicial, policial, en la actividad diaria. Bueno igual no, cada vez hay mas coches, no digamos taxis, creo que en proporción hay mas que personas, y me asombra que la gente los toma para ir a la esquina de al lado, pues a mí me gusta caminar y suelo moverme por la ciudad andando, eso si acompañado de continuos sonidos de claxon, ya que no deben de entender que un blanco camine por la ciudad cuando puede coger un taxi. 

Bueno me centrare un poco en la historia que quiero contaros.

Hemos decidido dos compañeros y yo que este fin de semana “intentaremos” subir a Moka. No me acuerdo cuando fue la última vez que subí, pero si de que en esa época estaba todavía una empresa Sudafricana que tenía una explotación de vacas o cebú, empresa que hoy ya no existe. 

Para ello me dirijo al Ministerio de Información, Turismo y Cultura, que esta a las afuera de la ciudad, camino del hospital, por encima de la emisora de radio, una vez cruzado el puente. Así que me voy para allí, por supuesto caminando, esta vez no me he olvidado la gorra, pues desde que hace año y medio o dos que al iluminado de turno se le ocurrió cortar casi todos los arboles de la ciudad, no hay ninguno por las aceras que de sombra, ni en el jardín del Ayuntamiento ni en la Plaza de la Independencia, aquí solo quedan tres palmeras. 

Una vez cruzado el puente sobre el río Borabaabo en dirección a Ela Nguema, a mano izquierda hay una pequeña construcción. Escrito a mano encima de la puerta pone COMISARIA DE POLICIA. Me dirijo al policía que esta en la puerta y me informa que el edificio del Ministerio de Información es el que tengo en la acera de enfrente a unos cincuenta metros, así que me dirijo a él. Es un edificio de dos plantas, color amarillo, como casi todos. Está en un promontorio al que se accede por unos escalones y un pequeño paseo de cemento que te lleva a la puerta principal. Lo observo detenidamente, no pone ningún cartel que lo identifique, pero posee la bandera oficial. El edificio tiene forma de media luna, no tan marcado, mas bien de un pequeño arco. Como he comentado consta de planta baja y dos pisos, la parte frontal del edificio en sus dos plantas tiene una hilera de extremo a extremo de ventanas con celosía, algunas desencajadas, se observa a primera vista algo abandonado y descuidado para ser un Ministerio. 

Entro en él, a la entrada me encuentro un grupo de gente formado por tres mujeres y dos hombres que hablan sentados en un solfa bastante destartalado, uno de los hombres se encuentra sentado en una mesa junto al sofá. Mi subconsciente – no se acostumbra por mucho que estoy aquí – da por hecho que esa persona debe ser la encargada de información general, por lo que me dirijo a ella y le pregunto donde me pueden informar para solicitar autorización para ir a Moka. Muy amablemente me dice que no son de allí que están esperando para pagar no se que “impuesto o cuota” de un bar que han puesto, y que la persona que lo lleva aún no ha llegado, pero que suba al segundo piso. Cosa que hago, entro al interior del edificio y subo por las escaleras, llego al primer piso y en el rellano me encuentro con dos puerta una grande de cristal la cual tiene pegado un letrero que pone Dirección de Cultura, continuo hacia el segundo piso, y en el rellano me encuentro con dos puertas igualmente. La grande pone Dirección de Turismo, está cerrada y tiene un poste que se ve a través del cristal, junto a ella a su parte izquierda hay otra, mas pequeña sin cristal y entreabierta Son puertas que deben acompañar al edificio desde su construcción, están viejas y desencajadas, con agujeros y remiendos. 

Entro en la habitación, mas bien un recibidor. Según se entra a mano izquierda hay una gran mesa antigua, sin cajones, tras la cual hay un señor sentado en un taburete y con una carpeta encima de ella. A la parte derecha, enfrente de la entrada, se encuentra otra mesa más pequeña, está vacía y tiene sobre ella un trozo de madera con un papel pegado, escrito a mano y en mayúsculas

SECRETARIO, esta mesa está entre una puerta con un rótulo que pone DIRECTOR - es la misma habitación que da al rellano- y un pasillo que discurre pegado al ventanal hasta el final del edificio. 

Pregunto al señor por la información que me interesa y a grandes rasgos me informa que debo hablar con el secretario, el cual aún no ha venido, pero que estará al llegar. Me dispongo a esperar, sentándome en una de las cuatro sillas que hay, dos a cada lado de la sala, pegadas a la pared, dos son sillas de plástico blancas, rotas, se le sale el relleno, las otras dos, una es de madera, vieja y la otra es de acero inoxidable o hierro, de las que solían haber en las oficinas, con ruedas, también muy vieja. Las paredes están desnudas de cuadros o figuras, exceptuando dos carteles, uno sobre el SIDA y otro sobre un “certamen o encuentro” de turismo, y los 10 o 12 consejos que deberían tenerse en cuenta para cumplir con un turismo de “calidad”. Llevaría unos diez minutos esperando cuando salió de la habitación de al lado, la de dirección , un señor, preguntando por el secretario y el otro le informó que aún no había llegado. Entonces, se dirigió a mí y me preguntó que deseaba. Le informé que llevaba dos meses trabajando en Malabo y deseaba ir ese fin de semana a Moka con unos compañeros de visita , para conocer un poco la isla y que me habían informado que necesitaba una autorización del Ministerio de Turismo o del de Defensa o de los dos según a donde fuera y deseaba saber que trámites debía realizar. Me informa que ellos se encargaban de dar la autorización, fuera a donde fuera y posteriormente, si tenían que informar a Defensa, ellos se encargarían. Tenía que llevar una foto y una fotocopia del pasaporte, con ello me harían una autorización y 15.000 F.Cfa por persona

¿Cuánto tardarían?  

Llamó a una chica- la administrativa me imagino- y le dijo que tomara nuestros datos personales, el lugar a donde queríamos ir, así como los días que íbamos a permanecer, e hiciera una autorización. Le di los datos y me comprometí a que dentro de una hora tendría las fotos y las fotocopias. Acto seguido me fui. 

Volví sobre las 11:30 con los papeles solicitados, subí al segundo piso, donde había un joven en la mesa del secretario, por lo que me imaginé que sería él. Le informe del asunto, que la administrativa estaba al corriente y le tenía que entregar unos papeles, me dijo que pasara a la primera habitación del pasillo donde se encontraba la secretaria. 

A la habitación se accedía a través de una puerta algo estrecha y más baja de lo normal sorteando un pequeño escalón, de unos 30 cm. que a primera vista te chocaba. La puerta permanecía entreabierta encajada al final de su recorrido. A la derecha de la entrada se encontraba una mesa de madera amplia de oficina, ya ennegrecida por el paso de los años y con signos de haber sido tratada por muchas manos, con dos cajones a cada lado, donde la administrativa estaba sentada de espaldas a la pared y enfrente a la entrada. Me indicó que me acomodara en una silla que el secretario hizo traer de fuera, a su derecha. Le entregué las fotocopias, las fotos y los pasaportes. Una vez comprobó los pasaportes con las fotocopias y las fotos, me los devolvió. Acto seguido rebusco entre los cajones, sacó una carpeta de cartón, tomó tres hojas con membretes del Ministerio de Información, Turismo y Cultura, dos hojas de papel carbón y comenzó a redactar la autorización según un modelo que tenía con la máquina de escribir que hasta ese momento estaba descansando en un extremo de la mesa. 

Después de unos diez o quince minutos, me informó que lo tenía que pasar a que lo firmara el Director, pero que hacía una hora que había salido a una reunión, pero que volvería sobre las doce o doce y media. Como ya me había hecho a la idea de echar la mañana, pues al decirme que la autorización me la darían en el día preferí esperar. Llevaba ya unos minutos que me parecían horas, pues ya se sabe que el que espera desespera, por lo que me levanté y me dirigí a la mesa que se encontraba a mi derecha y al fondo de la sala, una mesa grande llena de papeles viejos, revistas, folletos, llenos de polvo y amarillentos. Cogí una revista y la comencé a ojear, eran artículos sobre la cooperación española, de las buenas intenciones y excelentes relaciones entre los dos gobiernos, mire la fecha, era del año 84, como me aburría, la deje en su sitio e intenté buscar otra cosa mas llamativa, pero cada vez que removía algún montón de papeles se levantaba una nube de polvo, así que desistí y comencé a observar la habitación, pues desde que entré había algo que no cuadraba. Enfrente de mí, en el suelo, había un busto creo que en escayola de una mujer africana, roto en la parte superior, a su izquierda una columna capitel para soportar el busto, del mismo material, a su lado había un par de figuras de madera, estatuas arrodilladas, viejas, carcomidas y con telarañas, a continuación un par de paquetes grandes, embalados, apoyados uno contra el otro y a su vez contra la pared, tenían algunas etiquetas que ponían MUY FRAGIL, así como otras de la empresa SPANAIR, debían de llevar tiempo allí pues las letras estaban casi borradas, y una capa de polvo las cubría, había que fijarse mucho para poder leer la dirección en ellas: 

MINISTERIO DE TURISMO Y CULTURA

REPUBLICA DE GUINEA ECUATORIAL

MALABO

Continuo con mi entretenimiento, me giro y observo la pared que hay a mi espalda, llama la atención que tiene un ventanal grandioso sin cristales, que comunica con la habitación de al lado. Me recuerda a las barras americanas de los apartamentos, donde en una misma pieza se une la cocina con el comedor por medio de una barra, pero aquí en lugar de una barra es una ventana que va casi de pared a pared, no se para que se usaría en su tiempo. En fin ya he acabado, ahora en que me entretengo. La administrativa sigue en su labor de ir cambiando los papeles de un cajón a otro de la mesa. Me aburro, me aburro, me aburro, ya estoy harto de leer una y otra vez los pasaportes, como se llaman mis compañeros, donde nacieron, donde viven...

De pronto, no se porque me encuentro observando la puerta de entrada a la habitación y me vuelve a llamar la atención ese extraño escalón de 30 cm que hay que bajar para entrar en ella, la puerta llega justo hasta el suelo, por debajo del escalón, ¿qué cosa tan rara?, ¿Qué función tendría? Sigo observando la puerta, me detengo en el pomo que hace las funciones de maneta y de pronto se hace la luz en mi mente. Es una cosa curiosa esa sensación que se experimenta cuando de buenas a primera se abre ese resorte y se ilumina en tu mente la duda que te ofuscaba y no te dejaba ver lo que tenias delante de tus ojos gritándote a voces 

¡ Sí, sí! Soy yo soy una puerta de caudales, no ves que mi maneta no es una maneta cualquiera, es una palanca gruesa de acero inoxidable, algo deslucida ya por el tiempo, que solo tengo un punto de apoyo para bascular, que encima mío hay una bola donde poner la combinación, que mis bisagras no son como las demás, son fuertes, amplias para poder soportar mi gran peso, son viejas, chirrían pero aun hacen su función, ya que mi anchura es tan grande como tu palma de la mano, y estoy reforzada de hiero, ¡si, si! De hierro, no soy de madera, no, y aunque ahora me veas deslucida, vieja, abandonada, en mi tiempo fui hermosa, guardaba grandes secretos, papeles importantes. Por fin alguien ha recordado para lo que fui construida, hace tanto tiempo que nadie me lo hacía sentir. 

¡Ah!, Ahora comienzan a casar las dudas en mi mente, esta habitación sería la caja fuerte, de dinero, de papeles, de documentos de alguna empresa española, la barra americana no era para invitar a los clientes, ¡seguro! Mas bien sería la ventanilla por la cual se pagarían los recibos, facturas, nóminas del fluir diario de la empresa. Mi ego ha aumentado de satisfacción por fin he descubierto mi duda.  

¡Coño! Si son la una y diez, y este buen hombre sin venir, me levanto, doy una excusa a la administrativa y le informo de que mañana pasaré a buscar la autorización y a pagar claro, sino, no hay autorización que valga.  

Camino de regreso a mi trabajo me propongo como tarea que averiguare a que empresa pertenecía este edificio y cual era su actividad. 

  JBUCH