HACIA UN NUEVO PANAFRICANISMO
Toasiyé Alma Africana
Es absolutamente necesario el africanismo consciente.
El período actual por el que atraviesa África puede definirse como el más importante de su historia reciente, quizás más importante que el propio momento de las independencias.
Las independencias eran inevitables y como tales debían tener lugar en un momento u otro, cuando sucedieron, sucedieron mal, ideas truncadas, países rotos, proyectos destrozados. Las políticas exteriores de las potencias colonizadoras se ocuparon bien de reventar todo proyecto de unión africana cuando era más factible que nunca, la oportuna locura de Nkrumah, y me atrevería a decir que de Sekou Touré, el asesinato de Lumumba, los asesinatos en los Estados Unidos de Malcolm x y de Martín Luther King, personajes todos estos que hubieran podido movilizar masas a favor de la idea panafricanista, son los tristes ejemplos de esa política de injerencia manipuladora, acabaron el gran Malí, o con la posibilidad de una OUA con estructura de Estado.
El ejemplo de la Federación maliense es expresivo, preguntado de Gaulle por la Federación Maliense contestó, "La république du Soudan, je connais ; la république du Sénégal, je connais, la Fédération du Mali, je ne connais pas." “Conozco la república de Sudán, conozco la república de Senegal, a la federación de Malí no la conozco”. Poco se tardó en embrollar la situación para llevar al presidente a una situación límite e inventar luego un intento de golpe de estado de Modibo Keita sobre Senegal.
Luego, la bisoñez de muchos estados les llevó a caer en las Órbitas capitalista y comunista invirtiendo sangre y el capital que no tenían sin entender que África no es nada de todo esto. Aún hoy día; guerrillas enquistadas y movimientos que sólo persiguen la rapiña nos demuestran lo absurdo de toda esta sangre derramada en pos de dudosos ideales, muy dudosos para los africanos que no formularon ninguna de esas ideologías por las que se han estado matando.
Y ahora las nuevas democracias, falsas y tristes parodias de las democracias de Europa y América articuladas por obscenos sistemas legales que nada tienen que ver con el africano pero si mucho que ver con el control de las economías débiles y la apariencia de normalidad necesaria para continuar con la rapiña.
A partir de los ochenta un nuevo cáncer nos sacude, bajo la forma de enormes corporaciones mercantiles que tienen el vago deseo de hacerse con el mundo, por fortuna ya han salido voces que gritan: “no lo vamos a permitir” sin embargo las políticas de ajuste y las maniobras económicas de las multinacionales siguen su curso y amenazan con estrangular definitivamente las economías débiles, con el concurso culposo de las elites locales.
Esta amenaza es mayor que la colonización, significa la posible absoluta e irrecuperable miseria material de África mediante el intento que se hará de exprimir a un proletariado que en África no existe como tal o es anecdóticamente escaso, lo cual condena a la absoluta marginación a nuestro querido continente acentuando la actual situación de clientes pasivos a merced de los dictados de unos pocos. A mayor miseria mayor dilapidación pues la necesidad no tiene amigos, que es lo mismo que decir que en un estado desestructurado económicamente no puede existir solidaridad. Dada la situación actual antes que subirse a ese tren de la globalización, (cosa que van a intentar casi todos los estados africanos) y descarrilar de nuevo, se hace absolutamente necesario un africanismo consciente.
Ya hemos tenido asimismo ocasión de observar cómo se las gasta una reacción ciega contra los estandartes del capitalismo, el fanatismo religioso, algo que creo firmemente está muy alejado de la auténtica mentalidad africana constituye la base inmoral sobre la que se asientan líderes supuestamente reivindicativos pero que acaban por relegar a sus poblaciones a la marginalidad y desamparo más absoluto. ¡Cuidado! Esta amenaza también se extiende por África, recientes disturbios en Nigeria donde algunos estados han aplicado estrictamente la ley islámica nos dan la medida de lo que puede suceder si no se cumplen las expectativas de las personas, el ejemplo de Sudán es igualmente significativo; es la feudalización de África. Toda esta radicalización que animaliza los comportamientos tiene su base en la pérdida de un horizonte moral propio motivado por la miseria y el abandono sobre todo el olvido, el olvido de nuestra historia. El fanatismo importado de cualquier índole, sea pro capitalista o pro comunista o religioso es totalmente ajeno a nuestro modo particular de actuar, de estar en el mundo, un modo de estar que sabe disfrutar de los placeres de la existencia de un modo que llegó a escandalizar a otras civilizaciones pero que hoy se manifiesta como mentalmente sano, un modo de estar que ve el espíritu en cada cosa y celebra la vida hasta el punto de no establecer frontera con la muerte, y todo este sentir se manifiesta de un modo nada dogmático sino absolutamente natural. Yo afirmo hoy que no errábamos en nuestra visión de la realidad, visión que ya casi pertenece al pasado.
Ya basta, de buscar las soluciones a nuestros problemas copiando modelos de dudosa solvencia o que se han hecho para atender las necesidades de otros. África, repito, no es nada de eso.
La perversión moral que entraña el funcionamiento del capital en el llamado Norte es doblemente peligrosa en África donde las estructuras de control son débiles, muy recientes y pobres en recursos. Es por todo ello un requerimiento indispensable e ineludible ahora más que nunca la unidad Africana bajo una sola bandera y como un único estado, bajo una sola bandera y como un único estado. Un estado cuya estructura e instituciones cumplan con lo que se debe esperar de un Estado Africano la adecuación de las instituciones a las aspiraciones de su pueblo, el respeto reverencial a las formas de vida de las personas que son las que hacen África cada día, el respeto absoluto y reverencial a las diferencias y similitudes de las poblaciones de África. Un sistema que garantice el actualmente inexistente equilibrio de poderes mediante el uso de herramientas democráticas desde la base, un sistema que de una forma inteligente articule mecanismos de autocontrol pensados por y para África. De modo que se convierta en una trampa para aquellos que como hasta ahora han pretendido secuestrar la voluntad de los africanos. Ese sistema debe ser fuerte para hacer frente a los retos de la nueva política económica mundial y debe ser sobre todo independiente, no puede bajo ningún concepto obviar la cuestión de los derechos humanos sino que estos deben ser su base, una base humanista para un estado nuevo y no parches para las grietas de los actuales modelos de Estado que se dan en África.
Pero, ¿porqué es necesario ese Estado y ese modelo de Estado? La respuesta es sencilla, los países pequeños y pobres serán con total seguridad aplastados o absolutamente marginados por la nueva maquinaria económica, esta maquinaria sólo tiene en cuenta consideraciones relativas a la maximización de beneficios. Es por tanto preferible ser un gigante pobre, pero con una capacidad importante de decisión sobre su propio destino, que un montón de pequeños clientes pobres chantajeados por minorías aliadas con el nuevo orden mundial.
Algunos pensarán que la unión africana que se atisba desde las últimas cumbres de la anterior OUA, sigue ese camino, sin embargo nada más lejos de la realidad. La construcción de un Estado Africano no puede llevarse a cabo a toda costa y admitiendo lo que sea. Una de las peores premisas de la UA es el respeto a las fronteras establecidas con las independencias, además la UA admite regímenes no democráticamente constituidos que de hecho son la mayoría de los estados que la componen, la OUA no es africanista aún cuando pretenda hacernos creer lo contrario, la OUA conviene recordar no lucha a favor de los intereses de los africanos, de hecho no lucha prácticamente en campo, desde su fundación apenas ha servido para resolver ningún conflicto. La actual UA se asemeja más a un intento de facilitar el tránsito de mercancías para beneficio de especuladores del Norte que un serio intento de fortalecer África y hacerla más independiente y soberana.
Esta intervención, hecha desde el corazón, tiene el cometido hacer buscar a todos los amigos de África un camino común de integración y mi humilde contribución; un modelo de Constitución Africana que resume cuanto aquí se dice.
Una
Constitución Africana para un Estado africano democrático.
Este es un grito que dice: abandonemos las premisas nacionalistas divisorias, las naciones las creó el Europa como extensiones de su deseo de imponer al mundo una civilización y unas formas que nos son muy extrañas en África y que nos vendieron como las únicas estructuras posibles, porque ellos mismos así lo creían.
Esto no implica el rechazo de nuestra posición en relación con mundo, el africano, ha demostrado una permeabilidad inteligente a las ideas foráneas, de hecho es una inteligencia excelente para la supervivencia, casi todos los africanos son políglotas naturales, cosa que se suele plantear como problema en Europa. Una conversación en Malabo puede pasar por cuatro registros idiomáticos en menos de diez minutos. Esta permeabilidad en cambio tiene un peligro importante, cual es el caballo de Troya.
La propia búsqueda incansable de ideas e influencias externas, con ser beneficiosa dada una situación fuertemente asentada, es en realidad un suicidio cultural y económico en las actuales condiciones de África: acentúa la dependencia de los productos elaborados en el exterior y perpetúa un estado de dependencia sicológica de los centros de producción cultural, material y decisión política.
Les pondré un ejemplo; una familia de una aldea que vende sus productos en el mercado y obtiene suficientes recursos, sus compras de manufacturas a lo largo de un año son:
Una vajilla de empresa española hecha en Taiwán.
Un radio receptor de marca japonesa ensamblado en Singapur.
Ropa fabricada en Tailandia de una marca norteamericana.
De estas tres compras por lo menos dos podrían haber tenido fácilmente mejor origen.
La
vajilla Europea ha sustituido la vajilla local de madera o de cerámica, porque
es “más moderna” de resultas el capital se pierde y se pierde una industria
artesanal local, el artesano local ahora es un desocupado que languidece y se
plantea la emigración. La Ropa de marca Norteamericana se ha insertado en el
subconsciente de un hijo de esta familia a través del televisor de un amigo, de
resultas la industria más cercana de producción de “Lapás” o el sastre
del mercado ha perdido un cliente más y no pueden hacer frente a gastos
comunes. La familia ha gastado todo su excedente obtenido de una economía mas
que endeble en enriquecer a economías lejanas que no tienen ningún interés en
África. Lo más triste de todo ello es que ni siquiera el argumento del precio
es aquí válido, es decir; no se compran los productos por su relación calidad
precio, el transporte ya los encarece aún más que los productos artesanales,
se compran simplemente porque son “modernos”.
Este es el caballo de Troya, un ejercito destructor que se oculta bajo la hermosa apariencia de un regalo.
África no se puede permitir el lujo de una recolonización cultural. Interrogado un amigo en África sobre el porqué de su vestimenta Europea, me contesta: “Hombre, no podemos seguir vistiendo como en tiempos de Sócrates, no es la moda” Mi pregunta es, ¿quién determina la moda? ¿la moda de desangrarse por el beneficio de unos pocos que no revierte en nada para el resto? La colonización más peligrosa no está en la ocupación del territorio y ni siquiera en la explotación abusiva de las materias primas está en nuestras mentes, en las mentes de todos los que consideran que lo africano es sinónimo de atraso o de primitivismo atávico, si no se pudiesen colonizar las mentes nunca se colonizaría el territorio.
Acabar con ese estado de cosas es Africanismo Consciente se trata de no abrirle las puertas al caballo de Troya pero sí a todo lo que nos beneficia o enriquece, significa mirar primero por África, luego por el mundo y luego volver a mirar África. Sí alguien cree que esta no es la política adecuada, esta en su perfecto derecho pero luego le traeremos los restos de África azotados por cualquier idea fanática para que nos diga como recomponerlos tal vez lo que nos diga es que hagamos un museo, el mueso de los huesos de África. Un museo que será muy concurrido y en el que miradas de asombro descubrirán las maravillas de un continente perdido y abandonado, como quien se asombra de gestas legendarias.
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Esforcémonos por cambiar el panorama.
Ello sólo será posible con una reeducación positiva de las nuevas generaciones africanas, nuestros valores y nuestros gustos van acompañados de productos y soluciones que sólo nosotros podemos aportar y que nos enriquecen culturalmente y económicamente. Cualquier gesto, por pequeño que sea es algo, vistamos las ropas de nuestra tierra, promocionemos nuestro arte, mostremos interés por lo que se hace en ese o aquel rincón de África, hablemos nuestras lenguas. Este postulado es el nuevo panafricanismo, un panafricanismo que ya no hunde sus principios en dudosas y calamitosas cuestiones raciales generadas por la situación deformada que crearon las potencias coloniales en su momento sino en una recuperación cultural y económica necesaria para la supervivencia real, es más; se debe invitar a todas las personas africanas sin distinción de raza a contribuir y se debe sentir un orgullo especial al escuchar a un hijo de colonos hablar nuestras lenguas y adoptar nuestras costumbres, ellos son tan hijos de África como los africanos más antiguos o los hijos de la diáspora forzada africana entre los cuales me cuento, pues siempre hemos demostrado que admiramos el sentimiento comunal.
Soy consciente que estas palabras en el actual momento pueden parecer lo que no pretenden ser, no se trata de buscar aquí enemigos en este o cual país en esta o cual ideología, se trata de combatir al enemigo interno, sacar de nosotros mismos lo mejor, los valores que nos definieron y que aún nos definen, presentarlos al mundo como una opción libre pero equilibrada; sin fracturas, un puente entre los diferentes sectores sociales de la propia África para acabar con la ruptura interna que genera incomprensión y conflictos. Buscando puntos en común dentro y fuera de África, pues fuera de África también numerosas voces claman en nuestro favor, promocionando lo propio como Gandhi hiciera con su rueca pues sabía que recuperación cultural y económica estaban indisolublemente unidas. Un nuevo panafricanismo así necesita de un Estado que lo apoye, un estado capaz de elevar lo africano a su categoría verdadera mediante el poder de un peso específico real en el concierto mundial, un estado africano y no una asociación de fincas neo coloniales.
Panafricanismo Cultural,
Panafricanismo Económico,
Panafricanismo Político;
Tres pilares para salvar África.
De este modo, cuando el mercado, en última instancia, todo lo quiera tener no podrá poseer el Alma Africana.