Metal
negro te posee. Tu alma esta
hecha
para mí.
Déjame beber tu sangre.
Yo
seré tu seductor.
No te alejes, vente cerca.
No
des muestras de pudor.
Que mi ritmo te posea.
Yo
fui hecho para ti.
Algo llena tus sentidos.
Vibras,
saltas, frenesí.
Escuchaste las campanas.
Yo
soy signo de terror.
Me das todo, nada queda.
Te
brindaste con dolor.
Sensación tan penetrante,
nunca, nunca
la sentí.
Ya no temas, lentamente,
suavemente
caerás.
Date, date por completo,
que
tu alma perderás.
No te duele el sacrificio,
pues
tendrás tu merecido.
Lo que esperas es inútil,
ya
no tienes salvación.
Al caer sobre el cadáver de
tu
antigua ilusión
sentirás -eso es seguro- que al
Demonio has seducido.
Sangre
chorreando
por sus mortíferos dientes, resbalando por su morboso cuello.
Estaba en lo alto de la tenebrosa colina
sobre la que crecen tumbas cada día,
paseándose voluptuosamente la lengua, por sus carnosos labios carmesí.
Y sus blancas
manos
y sus largas uñas;
clavándose en la carne inocente
de su víctima...
Y creció otra tumba.
En su
vago transitar nocturno,
rodeado
de los suyos
busca una
esperanza, busca una razón.
En castigo se
convierte su ilusión,
en una celda
fría yace su corazón.
Su llanto ya
es nada,
su tristeza
abandonada se
ahoga en una lágrima
que es testigo
de una vida alejada,
que en lo
profundo de la
noche es
consolado,
con el
silencio en oscuridad y
calma
llora con él.
La noche le
abraza y le dice...
que le ama.
Se pasea en lo
lúgubre, solo.
Y solo busca
en su interior,
busca compasión
y la perdida comprensión.
Su vida...
alguna razón...
y carece de
olvido.
Cuando en una
calle te roza en soledad una fría brisa,
ésta pronta
su llegada, ésta cerca su presencia.
Él no cabe en
lo común, sabe lo que sabe, dice lo que dice,
piensa lo que
piensa y mira
y va donde
sea.
Donde su brújula
en instinto le dicta.
Su tiempo le
enseñan algo, y en el daño que depara un destino,
transita y
despista su camino,
cada paso lo
entierra,
y dónde
quiera que valla llevará su secreto dentro como su gran amuleto.
Su consuelo,
el sentimiento o el secreto:
su gran
misterio.
Él firma su
propia sentencia en su vieja resistencia pero fuerte y necia
como una
tormenta.
Él solo sabe
lo que sabe, él solo anda, muere viviendo, él solo cree,
solo llora y
se consuela, extraña...
desea, él
solo..
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