Apertura de la Ruta "Lluvia de Estrellas", Cerro Blanco "Peñón Blanco",
Durango, México.
V,A1-5.12+ 300 m.
Luis Carlos García Ayala
James Scarse.
Noviembre del 2001.
UN PUNTO MAGICO
Una fuerza de atracción al desierto y en especial a un macizo de roca de granito, que se yergue entre colinas, arbustos espinosos; bloques de roca color naranja y un cielo que por las noches resaltan miles de estrellas. Es el punto para vivir una buena aventura.
Después de un año de caminar por diferentes puntos en tierras mexicanas. Me encuentro en Cuencame "Tierra de Generales" es lo que dice ambos arcos de entrada para el pueblo. Espero junto con Víctor a James un Estadounidense que quiere escalar el hermoso Macizo de roca llamado Peñón Blanco. James, viene acompañado de dos perros, "Chiquita" y "Yoda". Una vez reunidos compramos algunos víveres, por supuesto un par de quesos asaderos y nueces típicas de la región.
Tomamos la carretera rumbo a la CD. De Durango hasta alcanzar el pueblo de Yerbanís. De nueva cuenta, nos desviamos al pueblo de Peñón blanco mismo que nos lleva por una brecha hasta el siguiente pueblo de Nuevo Covadonga. Durante el trayecto un tanto pedregoso, la camioneta (El mueble) da saltos repentinos y, apenas se observa la silueta del peñón que es un tanto obscura. Estamos en plena luna nueva, y el cielo estrellado nos refleja sus perlas brillantes de luz.
EL TROPIEZO.
Al desviarnos por la penúltima brecha, que sube por una pendiente bastante pronunciada; hacemos un alto; ya que tenemos que abrir una reja hecha con palos y alambre de púas. Victor se da cuenta y para nuestra sorpresa, la puerta trasera de la camioneta se abrió y cayeron muchas de nuestras cosas, vaya forma de comenzar la aventura. Ahí vamos de regreso por el camino y en el trayecto encontramos la cámara de vídeo del Jimy, mas todavía nos hacen falta muchas cosas.
Llegamos a Nuevo Covadonga y continuamos rumbo al siguiente pueblo, solo que durante el trayecto y para colmo, se nos poncha una rueda y no traemos la llave de tuercas. Sin pensarlo dos veces, tomo mi mochila y la lampara frontal y comienzo a caminar entre el obscuro desierto. Cerca de tres Kilómetros andar y por suerte; encuentro mis cosas. Al regreso, los dos amigos estaban dentro de la tienda dispuestos a pasar la noche, a un lado del camino rural.
Al día siguiente una camioneta nos motiva a levantarnos y pedir la famosa llave para cambiar la llanta. De nueva cuenta al pueblo, abastecernos de comida, botellas para el agua y reparar la llanta ponchada. Una vez listos, emprendemos el acercamiento a lo que considero el campo base. Un sitio donde existen unos árboles que sus ramas tienen forma de arco; invitándonos a cubrir de los considerables rayos del sol.
Organizamos una estupenda comida, el equipo, la ropa y el agua para cuatro días que consideramos estar en el valle, frente al Peñón. Un peso aproximado de 100 kilos que tenemos que repartir y llevar sobre las espaldas. Por suerte y apunto de partir llegan cuatro chicos del pueblo de Peñón Blanco. Quieren explorar, y de buena gana nos ayudan a subir el peso hasta donde comienza el hermoso valle.
Hacemos un alto en una pendiente rocosa, los chicos dejan las mochilas y con mucha emoción saltan de roca en roca, como cabritas desbocadas. Sienten la majestuosa belleza de la natura y no pierden ni un segundo en observar la puesta del sol. Uno de ellos activa su cámara de vídeo y realiza tomas sin querer perder detalle alguno. Los tonos morados, naranjas y carmines, se proyectan sobre las esponjosas nubes que recorren el enorme cielo, incitan a la reflexión. Nos despedimos de los chicos y les dimos las gracias; dicen que volverán a la mañana siguiente.
DESTELLOS.
Continuamos por el largo valle sorteando los cactus y arbustos que sin piedad rasguñan los brazos y si te descuidas acabas como si esto fuera una manda, todo sangrado.
Una noche de trabajo, ya que tenemos que ir por el resto de las cosas. A nuestro regreso y mientras hacemos una fogata, preparamos nuestros alimentos, observamos el cielo y vemos como un enorme destello blanco deja una estela muy larga, como la de los aviones. Es un regalo del lugar, una estrella fugaz, de esas que son raras de ver. Por cierto y para nuestra suerte, ese fin de semana se proyecto en el cielo, una potente lluvia de estrellas, y fuimos espectadores de ese fenómeno.
Piedra partida, es un enorme bloque de roca valga la redundancia partido a la mitad. Una de sus partes al desprenderse giro de forma tal, que parece un enorme cono con su vértice hacía bajo. En la parte alta; una enorme plataforma prácticamente plana, sirve de lecho para pasar la noche confortablemente y sobre todo, admirar las estrellas. En este punto establecemos el campo uno, desde ahí podemos observar gran parte de lo que nos rodea y el bello paredón de roca.
Con toda esa vibra alrededor, sentimos una energía desbordante y la canalizamos en los más ínfimos detalles para con nuestra escalada. Lo primero que hicimos a la mañana siguiente, fue localizar la ruta ascender, visualizamos por donde acercarnos a la base. Esa caminata cuesta bastante y la ventaja que tenemos es de que ya conozco el camino.
Hay que cruzar entre unos cuantos arbustos y traccionar sobre largas pendientes de roca muy abrasiva. Hasta cierto modo eso es una ventaja; ya que acortamos distancia y no te peleas con los espinos. Decidimos abordar lo que parece ser un enorme canalón por el lado izquierdo de la ruta "Irritilas", y no es hasta el fondo de este, donde comienza la ruta.
El primer largo es una bella placa semivertical, que conecta hacía una grieta caprichosa que por tramos permite colocar equipo para grieta; el criterio de protección en esta roca es mixto. En algunos tramos se presta para colocar en grietas que son uniformes los gatillos mecánicos, alguna nuez, cuando es placa y no hay nada con que proteger, me cuelgo de los ganchos y coloco un tornillo expansor, con la idea de realizar una escalada segura.
Ese día fue agotador y no termine el largo; decidimos dejar fija una cuerda y dejar pendiente la escalada, mejor contemplar el hermoso atardecer para poco después ir y comer en el acogedor sitio de Piedra Partida. Esa roca es de verdad mágica. Juntamos varias piedras en circulo y prendimos un fuego; solo que el viento no cesa de soplar y algunas brazas salen como brujitas disparadas por el aire.
LA ESTELA.
Al día siguiente, organizamos de nueva cuenta el costal para saber con cuanta agua, comida y sobre todo el equipo vamos a utilizar en los 3 días que pensamos subir escalando y después bajar de la ruta. Solo escalaremos James y yo; así que nos montamos las mochilas sobre la espalda y subimos por la potente cuesta.
Una vez en la base y tras un breve descanso, coloco las herramientas de trabajo y subo por la cuerda fija hasta llegar al último punto máximo de ascenso. Logro avanzar 10 metros más para colocar la reunión y montar el sistema de polea para subir el costal con todos los triques.
Rápidamente sube James y se dispone a continuar con la apertura del segundo tramo. Después de 3 horas de intentar, buscando pendular, hacer artificial y dos pasos en libre; opta por bajarse y comenzar de nueva cuenta; está vez por el camino correcto. Un par de horas le tomo subir 50 metros de escalada libre y con protecciones naturales. Paso un pequeño detalle, ya que el taladro no quiso funcionar y tuvo que montar una reunión natural un tanto precaria.
Buen sitio para montar el porta-repisas y poder apreciar un mágico atardecer. Al poco rato, el manto de la noche cubre el cielo acompañada de bellas cuentas blancas. Está hace resaltar de un intenso brillar lo que parece ser un planeta. Esto provoca un palabrerío por saber si es Venus ó Saturno y acabamos por disfrutar de la bella noche.
Muchas veces es excitante el poder abrir ó subir un nuevo largo, te incita a dar lo mejor de ti. Aplicar correctamente los conocimientos sobre la escalada, te lleva a descubrir y a interpretar el lenguaje de la roca, toda una recompensa y además es cuando disfrutas el subir por las preciadas paredes.
Unos cuantos metros de adherencia y de repente, la textura cambia hacía lo que parecen ser costras de forma irregular y de gran tamaño. Ese terreno se presta para colocar las herramientas y ahorrarse el perforar la pared. Tan solo tomo dos horas el subir y dejar listo el tercer largo. Ahora es el turno de Jimy, quien ni tarde ni perezoso se arma de valor y continúa por lo que parece ser un largo accesible.
Un pequeño nicho donde apenas se puede dar dos pasos. Es el punto del cuarto largo, un árbol de encino y un canalón separan lo que es el último largo. Comienza con una pequeña adherencia y una preciada grieta indica el camino a seguir. Las protecciones ofrecen mucha seguridad y me motivan a continuar en estilo libre; solo que unos cuantos metros antes de llegar a la cima se cierra la fisura y obliga a continuar en adherencia. Es muy creíble lo bello del relieve de la roca, su color naranja, la fricción que ofrece cuando apoyas el calzado y la tracción que ejerce al apoyar la mano es único.
Un grito de guerrero que resuena hasta piedra partida; indica que hemos llegado a la antecumbre del bello macizo. Escucho unas palabras a unos cuantos metros que dicen: ¡Carlos!, ¡Carlos!. Es Barbara una amiga Suiza y Hugo de Monterrey, que acaban de subir por una vía accesible que corre mas a la derecha. Nos felicitan por inaugurar la nueva ruta y a lo cual les damos las gracias. Comentan que comenzarán el descenso y pronto nos veremos en el campo 1.
EL DESPERTAR.
Decidimos dormir arriba y admirar una noche más de estrellas fugaces, para lo cual me introduzco dentro de la bolsa de dormir, preparo una sopa caliente y, en pocos minutos estoy listo para observar un bello cielo estrellado. Por ratos duermo y despierto, por la mente cruza una ilusión fugaz hecha realidad, abrir una ruta en el Peñón deja un buen sabor de boca, impulsa a continuar escalando, y buscar un nuevo objetivo dentro de los macizos de roca por el norte del país.
A temprana hora del día entre una espesa neblina comenzamos el descenso por la ruta de "Irritilas. El costal pesa bastante y tengo que patearlo cada vez que se atora. Los seis rápeles son largos, y requieren de algunas maniobras como poner las cintas y pasar la cuerda para conectar la siguiente reunión.
En tierra firme nos reciben Víctor y una señora Sudafricana que esta de paseo por México. Nos ayudan a bajar parte del equipo hasta "Piedra Partida". Ahí preparamos un rico arroz con frijoles y un rico café para reanimar al cuerpo. No paso mas de una hora para que llegaran Roberto, Gavo, Támara, Hugo, Barbara y tres perros. Un total de 9 personas hablando casi al unísono, despidiendo mucha energía comentamos lo acontecido, esto parecía toda una fiesta.
Aprovechando que todos vamos a salir del encantador valle, distribuimos las cargas de las mochilas con todos los conocidos, y comenzamos el largo retorno, sin dejar de admirar lo bello de la zona. Es creíble que por mera coincidencia nos hayamos encontrado todas estas personas en un lugar mágico y bello. Además somos de diferentes partes del mundo y de la república Mexicana, lo que hace aún mas místico el asunto.
Conforme perdemos de vista el macizo, un gran recuerdo se queda grabado en mi memoria; como el de haber obtenido la oportunidad de entrar y salir de este paraje con un cúmulo de vivencias y bien energetizado. El aportar una ruta más en este preciado lugar y de encontrar parte del camino de la impecabilidad.
¡Gracias hermosa tierra!
Escrito por Luis Carlos García Ayala.
15 de Diciembre del 2001.
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