Mis ideales a la edad de 15 o 20 años eran querer construir mi vida y hacerlo bien, por un lado y por otro lado tener un país mejor, un mundo mejor. Y yo creo que no han cambiado ahora, con la diferencia que ahora yo tengo una familia y tu vida cambia cuando tienes una familia. Tengo una esposa y una hija y además tengo una familia grande. Cuando fundas una familia esas preocupaciones pasan como que a otra dimensión, ya no se trata solamente de si en un momento quise ser feliz, si quise ser abogado y ahora quiero ser actor y quiero ser otras cosas para mi felicidad individual, eso era más fuerte cuando yo estaba solo. Ahora sigue siendo fuerte, quiero trabajar bien, ser un buen actor, pero formo una nueva unidad en la que no soy el único y en la que no soy el centro... hasta ahorita somos tres. Mis ideales también pasan porque cuando pienso en un lugar mejor, en un país mejor ya estoy pensando en mi familia, estoy pensando en mi hija y en otros hijos que puedan venir. Entonces, creo que los ideales son los mismos pero la etapa de mi vida ha cambiado y los veo desde otro punto de vista.
¿Por qué crees que es importante tener ideales en la vida?
Yo creo que hay muchas maneras de vivir la vida. Pero en la sociedad de masas en la que vivimos hoy, los medios de comunicación nos dan una información igual a millones de personas en todo el mundo, las personas que ven los periódicos en el quiosco ven noticias que se ven en el otro lado del planeta, los que tienen cable ven programas en vivo igual que en todo el mundo, somos una sociedad que recibe una misma información y es muy fácil que como miembros de esa sociedad seamos llevados a ideales que los medios de comunicación nos transmiten, nos imponen de una manera sutil, casi hipnótica. Algunos ideales pueden ser muy buenos, otros no necesariamente tanto. Lo importante es que cada quien evalúe cuáles pueden ser sus ideales, que sea una decisión propia que no sea una decisión de seguir a la manada, no es que los demás estén equivocados... pueden estar muy bien, lo importante es que uno descubra en sí mismo -y no es fácil- qué es lo que a uno le va a hacer feliz. Por eso me parece importante que uno haga esa evaluación como joven, como adulto. Es decir a dónde quiero ir yo, no necesariamente a donde están yendo todos. Y como has mencionado, efectivamente algunos ideales son falsos.
¿Puedes poner algunos ejemplos de estos falsos ideales?
Por supuesto te puedo poner ejemplos. Cambiar de carro cada tres años, tener el reloj de moda, tener un pokemon y otro pokemon... eso no está mal. Pero la sociedad nos lleva a consumir a una velocidad increíble, uno se para a pensar ni 15 minutos y te das cuenta que no tiene sentido. Cambiar de carro, de ropa, de computadora, trabajos, para tener una serie de cosas que no necesitamos. Que tienes tu tarjeta de esta tienda -no tengo nada contra las tiendas- pero "Trae tu tarjeta... compra tu ropa... págala en partes..." ¿En eso vamos a gastar la energía de nuestra vida o la vamos a gastar ayudando al que lo necesita haciendo crecer a los que nos rodean, estudiando, aprendiendo, conociendo lugares que queremos conocer? Al final nos vamos a morir, nos podemos morir en quince minutos o en ochenta años, la vida del hombre no dura nada a comparación de la de los planetas y otras cosas, como para que nos dediquemos a tener cosas que no vamos a poder llevarnos a ningún lado. Ese tipo de ideales que te venden creo que son falsos.
¿Cómo crees tú que los jóvenes de ahora pueden lograr desechar esos ideales falsos y encontrar los ideales verdaderos?
Hay varias maneras, la primera creo que es tratar de ver dentro de ellos mismos, no afuera. Pensar más lo que uno siente, lo que a uno le provoca, lo que a uno le mueve, antes de ir por lo que los letreros, la televisión nos dice. Es difícil porque cada vez tenemos más bulla afuera como para escucharnos a nosotros mismos. Rainer María Rilke escribió un libro que trata de un joven poeta. Este joven poeta le escribe y le dice: Yo quiero saber si soy poeta. Y le manda sus versos. Él le dice: Yo no puedo saber si eres poeta, el único que lo puede saber eres tú, lo puedes saber si te preguntas en un momento si podrías vivir si no fueras poeta. Si tu respuesta es "No", entonces sí eres poeta. Ese tipo de respuestas están dentro de nosotros. Alguien nos puede aconsejar: "Oye, tú eres bueno en esto" o "te sale bien esto" y hay que escucharlo, pero la respuesta está en uno.