En 1933, el perseguido David Alfaro Siqueiros llega a Buenos Aires para dar tres conferencias, invitado por la escritora Victoria Ocampo. Gobierna el general Agustín P. Justo, quien en 1930 ha llegado al poder por un golpe de Estado. El muralista mexicano tiene 37 años. Lo acompaña su joven y hermosa esposa Blanca Luz Brun, poetisa, escritora, pintora y militante comunista uruguaya. En la capital argentina, el matrimonio conoce a Natalio Botana, un excéntrico magnate periodístico...
Estos son los personajes e ingredientes de un tormentoso drama que 73 años después vuelve a salir a flote. El símbolo es un mural subterráneo que durante décadas permaneció oculto en un sótano y que después fue cortado en siete pedazos.
Siqueiros ya tiene en aquella época una agitada trayectoria. Participó en la Revolución Mexicana, vivió en Moscú y París, se afilió al Partido Comunista y organizó sindicatos de trabajadores. En 1924 sus discrepancias con las autoridades de su país lo llevaron a la cárcel y, en 1929, al exilio en Uruguay. Allí se casa con Blanca Luz Brum, una fogosa intelectual de apenas 24 años de edad.
En septiembre de 1932, Siqueiros es invitado a Los Ángeles y pinta el mural "La América tropical" en el Plaza Art Center, donde expone sus concepciones revolucionarias. La inauguración provoca polémicas y las autoridades norteamericanas le echan el ojo. El artista acepta de apuro una invitación de la ensayista Victoria Ocampo para dictar tres conferencias en Buenos Aires.
La Ocampo (1890-1979) pertenecía a la aristocracia porteña y fue directora durante 40 años de la revista cultural "Sur". Educada desde niña por una institutriz francesa y otra inglesa, practicó esos idiomas en las largas estadías familiares en Europa y los dominó perfectamente. Su padre acostumbraba a viajar con dos vacas en el barco, para que las hijas bebieran leche fresca en el viaje a través del Atlántico.
En "Sur" escribieron Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Gabriela Mistral, Octavio Paz y Alfonso Reyes. En sus páginas se publicaron -en muchos casos por primera vez para lectores argentinos, hispanoamericanos e incluso españoles- excelentes traducciones de Albert Camus, T. S. Eliot, William Faulkner, Graham Greene, Aldous Huxley, William Joyce, Carl Jung, André Malraux, Alberto Moravia, Dylan Thomas y Virginia Woolf.
Siqueiros tiene una gran vocación para incomodar auditorios. En su primera conferencia exhorta a los artistas argentinos a "liberar a la pintura de la escolástica seca, del academicismo y del cerebralismo solitario del artepurismo, para llevarla a la tremenda realidad social, que nos circunda y ya nos hiere de frente". No hubo ni segunda ni tercera charla. Y el régimen del general Agustín P. Justo detuvo al muralista durante unos cuantos días por "alborotador".
Es entonces cuando entra en escena el uruguayo Natalio Botana, hijo de una cubana nieta de venezolanos.
En 1915, a los 25 años de edad, Botana había fundado en Buenos Aires el periódico sensacionalista "Crítica". Con 300 mil ejemplares diarios en la calle, fue el de mayor circulación. En 1927 llegó a vender un millón de ejemplares. Publicaba notas firmadas por el Premio Nobel George Bernard Shaw, el físico Albert Einstein y el joven Jorge Luis Borges. Fue precursor en Argentina de los vuelos en avión hacia donde estuviera la noticia y de las figuras del "periodista estrella" o "cronista especial". Se dice que, de paso, también extorsionó a políticos y hombres de negocios. Muchos aseguran que el empresario fue la versión rioplatense de William Randolph Hearst, quien inspiró a Orson Welles para la película "El Ciudadano Kane" (1941).
Según el poeta chileno Pablo Neruda, Botana era "un vibrante nuevo rico". El millonario había adquirido la villa "Los Granados", una extensión de 18 hectáreas en las afueras de la capital, donde construyó un parque zoológico, un estudio cinematográfico y una mansión de más de mil metros cuadrados y 30 habitaciones en la que organizaba fastuosas recepciones. A esas fiestas asistieron, por ejemplo, un hijo de Benito Mussolini y el poeta español Federico García Lorca.
Enterado de que Siqueiros está en aprietos, Botana le ofrece alojamiento y alimentación en "Los Granados" a cambio de que le pinte un mural. Y aquí comienza la turbulenta historia.
En principio, el lugar escogido para realizar la obra es un sótano semi cilíndrico de 200 metros cuadrados que el empresario usa como bodega de vinos. Esto causa un choque al pintor, partidario de los grandes espacios abiertos a todo el público.
Además, en la mansión reina una atmósfera densa. La esposa del dueño de "Crítica", una dramaturga anarquista aficionada al espiritismo, padece una depresión crónica. Un tiempo antes ella le había confesado a su primer hijo, de 17 años, que Botana no era su padre y el joven se suicidó de un balazo delante de sus otros hermanos. La mujer buscó consuelo en la morfina; el marido se hizo adicto al opio.
En su nueva morada, Siqueiros se emborracha con su esposa, discuten a los gritos y a veces él la golpea. Para rematar, Blanca Luz Brum se convierte en amante del dueño de casa.
En ese ambiente, el muralista se pone manos a la obra. En su primer mural subterráneo, Siqueiros decide crear algo sin "ideología revolucionaria" ni "beligerancia política". Pide la colaboración de tres artistas argentinos y un uruguayo, y les propone pintar el techo abovedado, las paredes y el piso, en un truco visual "algo etílico" que da la sensación de una caja de vidrio sumergida en el mar. El quinteto utiliza por primera vez pistolas de aire cargadas con pinturas sintéticas. Esos recursos pioneros hicieron imborrable al mural.
Siqueiros titula la obra "Ejercicio Plástico". A lo largo y ancho del sótano se ven peces y plantas marinas. También se entrelazan figuras femeninas desnudas. La modelo es Blanca Luz.
Tres meses de terminada su labor, el muralista participa en un acto de trabajadores comunistas y el gobierno argentino lo expulsa del país. Siqueiros se va a Nueva York, solo. Su esposa se queda a vivir con Botana.
Botana fallece en un accidente automovilístico en 1941, mientras viaja hacia un casino del norte argentino en uno de sus tres Rolls Royce. Sus herederos no logran evitar que el imperio periodístico se desmorone en poco tiempo.
Blanca Luz Brum tiene un final contradictorio. La musa de Siqueiros apoya al primer gobierno del general Juan Domingo Perón en Argentina, se va a vivir a Chile, se casa dos veces y se transforma en una furiosa anticomunista. Cuando Salvador Allende gana las elecciones de 1970, ella se pasea de luto junto con otras damas frente al Palacio de La Moneda. Después de 1973, declara su admiración por el general Augusto Pinochet y afirma que en Chile no hay desaparecidos políticos. Fallece en 1985, a los 80 años.
La villa de Botana termina parcelada y la mansión es ocupada por sucesivos dueños. La esposa de uno de ellos, escandalizada por las imágenes desnudas del mural en el sótano, lo hace frotar con ácido y lo tapa con cal.
El último de los propietarios es Héctor Mendizábal, un vendedor de automóviles antiguos. Interesado sólo en el subsuelo, en 1988 intenta hacer un negocio. Contrató a la empresa mexicana "Restauro" y a un despacho de ingenieros para rescatar el "Ejercicio Plástico". Durante más de un año cavan el sótano, quitan la cal, reducen el ancho de las paredes de 60 centímetros a dos, las blindan con resina sintética de alta resistencia y las cortan en siete trozos. Los trabajos cuestan un millón y medio de dólares. La idea: organizar una muestra itinerante para el centenario del nacimiento de Siqueiros, en 1998.
Sin embargo, acosado por las deudas, Mendizábal vende la obra mutilada en 820 mil dólares a una sociedad anónima uruguaya. Sus acreedores sospechan que es una firma fantasma creada por él. Para complicar más las cosas, en noviembre de 2001, durante los últimos días de gobierno de Fernando de la Rúa, el Congreso sancionó una ley que declaraba patrimonio artístico al mural. Pero Eduardo Duhalde, quien sucedió a De la Rúa, vetó la ley. Y ahora no se sabe quién o quiénes son los dueños del primer mural subterráneo de Siqueiros.
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