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   Comentando la película "Perfecto Amor Equivocado"
por Carlos Manuel Estefanía
Director de la revista "Cuba Nuestra"
Estocolmo

Por causalidad he sacado prestada, del Instituto Cervantes de Estocolmo, la película Perfecto Amor Equivocado, una coproducción cubano española del 2004. He tenido suerte, pues esta obra del director Gerardo Chijona me mantuvo en velo buena parte de la noche. Se trata de un drama-comedia, que al mismo tiempo que nos actualiza sobre el nuevo enfoque que tiene el cine que se hace en Cuba, descubre a muchos que esa isla, como dice una canción del mismo filme, es mucho más que revolución. Hay seres humanos de carne y hueso, que aman, engañan, aspiran y sueñan, como los de cualquier otro lugar del planeta, y que al margen del modo de producción imperante, también hay motivos de risa, como los pudo haber lo mismo en la España de Franco, que en la Rusia de Stalin y como los hay en los USA de Bush. Y es que por más que se quiera, la naturaleza humana no cambia, por lo menos desde los tiempos de Shakespeare, de cuya dramaturgia, en una de las entrevistas que se incluyen en el DVD, Chijona se reconoce heredero.

La primera grata sorpresa me la dio el filme al encontrarme, en una de las primeras secuencias, a mi viejo amigo Eduardo del Llano -conocido fuera de Cuba por su participación en la realización del corto Monte Rouge-, interpretando a un cargador de maletas. El encuentro posterior con un personaje de apellido "Rocasolano", apellido que tanto le gusta endilgar a sus personajes, me hizo sospechar que Del Llano estaba detrás del guión. Corrí la película y, efectivamente, mi amigo aparecía como coguionista. Narra una historia, que sin ser necesariamente autobiográfica, dota al personaje protagónico de alguna de las características del propio guionista. Así, la figura de Julio del Toro comparte con Eduardo del Llano la peculiaridad de ser escritor, tener una bella hija rondando los veinte años, haber viajado a Europa, y ser poco amigo de la salsa. A partir de esa identificación, lo que acontece con Del Toro sin duda es una proyección de la fantasía de Eduardo quien, en colaboración con Chijona, ofrece uno de los mejores guiones de cuantos conozco con su firma. La madurez alcanzada por Eduardo del Llano como escritor me hace pesar que ya es hora de comenzar a investigar su obra desde el punto de vista poético y textual, como ocurre con otros autores consagrados, y en muchos casos menos prolíficos; por ejemplo, el novelista René Vázquez Díaz, sobre el que me encontré hace algún tiempo un estudio en la Universidad de Estocolmo. Estudiar la obra de Del Llano encajaría a la perfección como objetivo de una tesis de grado o de doctorado de cualquier facultad especializada en la literatura y el cine cubano contemporáneos.

Por supuesto, el reencuentro con actores como Luis Alberto García, Susana Pérez y Beatriz Valdés (recordarle en La Bella de la Alhambra, 1989), siempre es placentero, sobre todo cuando confirmamos que el valor de las dos últimas no radica en la belleza de la juventud, sino que, en una madurez (también bella), siguen siendo artistas de primera. Al mismo tiempo descubrimos nuevas estrellas, capaces de transmitir la magia seductora de una cubanita, como es el caso de Sheila Roche, convertida por los realizadores y su gracia personal en una auténtica Lolita tropical.

La película nos cuenta la historia del exitoso escritor Julio del Toro, de alguna manera en plena crisis de los cuarenta, a quien, por si fuera poco, los conflictos que se le arman entre su esposa Miriam y su amante Silvia desembocan en que su hija Milly se le va con un "gallego" 13 años mayor que él (nada nuevo bajo el sol de Cuba). La indignación crece frente al hecho de que el hermano del español trabaja en una importante editorial. Con sutileza se expone así la complicidad de muchos padres en este tipo de relación que, gracias a Dios, no se consuma, pues la niña desiste de irse con un viejo -que termina empatado con la madre de la chica-, para establecer relaciones con un cubano, que por cierto es bisexual, deportista y, por si fuera poco, padre del hijo de Silvia, del que Julio cree ser progenitor. Tenemos así, a grandes rasgos, todos los ingredientes para una comedia de situaciones, que son explotados con oficio por los realizadores del filme, al que le agregan mucha picardía y no poco de esa eroticidad que sólo se encuentra en nuestra patria.

Réplica y comentarios al autor: carlosm_estefania@hotmail.com

Para consultar otros documentos sobre el tema visite la revista Cuba Nuestra.




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