(Unas primeras reflexiones sobre economía)
El imperativo categórico de Kant nos exige que obremos de modo que nunca tratemos a la humanidad, tanto en la persona propia como en la de los demás, simplemente como un medio, sino también como un fin. Considera al ser humano como un ente autónomo, dotado de razón y libertad, capaz de determinarse y perfeccionarse a sí mismo. Descartes afirmaba que este "libre arbitrio" constituye la calidad humana, o de la "persona", tal como fue definida por los pensadores grecolatinos.
Enmarcados en estas corrientes de pensamiento conformadoras de la cultura occidental, encontramos el origen de la moral y del derecho, elementos en los cuales el hombre apoya su capacidad de ser libre y de proteger su libertad. La persona podrá realmente gozar de libertad, si conjuntamente ejerce tanto los derechos políticos establecidos por la revolución burguesa del Siglo XVIII, y los sociales y económicos demandados por pensadores socialistas, los doctores de la Iglesia y las trascendentales encíclicas papales emitidas en los siglos XIX y XX.
Toda institucionalidad jurídica ha de considerar a la persona como un fin en sí misma, capaz de perfeccionarse, de ser libre y de proteger su libertad. La sociedad ha de establecer los métodos de administración, producción y comercialización de los bienes escasos, al fin de lograr satisfacer lo más posible las necesidades de las personas. Es a ella, constituida políticamente, a quien corresponde, conforme a su ordenamiento jurídico y mediante sus órganos de gobierno, determinar el empleo de los recursos, siempre limitados pero susceptibles de producir bienes o servicios, y el modo en que los mismos han de ser utilizados.
Es axiomático que el poder económico genera poder político. Cuando este se encuentra en derecho domínico -o de usufructo- en posesión de un gobierno centralizado, se genera totalitarismo, y cuando se encuentra bajo el control de los intereses privados que obstruccionan el crecimiento económico, genera capitalismo y dependencia.
Dadas las condiciones de la economía actual a nivel internacional, en países de las proporciones de los nuestros -recursos y población- es imprescindible reconocerle al estado, mediante sus órganos e instituciones, la potestad de instrumentar la política económica, responsabilizándolo con el patrimonio nacional, sin admitir ninguna otra consideración previa, a no ser la obligación de garantizar la estabilidad social y de crear las condiciones que permitan el ejercicio de los derechos sociales de la población.
ECONÓMICA SOCIAL DE MERCADO.
La economía social de mercado por la que abogamos los social revolucionarios cubanos presupone un estado social de derecho, en el cual coadyuvan la autodeterminación, la seguridad social y la libertad política, todas ellas generando condiciones idóneas para el crecimiento económico.
La estructura económica pluriempresarial, que los social revolucionarios proponemos, creará un marco de la mayor libertad empresarial posible, limitada solamente por la planificación que fuere necesaria para lograr el crecimiento económico. Es posible la necesidad de aclarar que cuando hablamos de económica pluriempresarial de modo alguno nos referimos solamente a las empresas privadas, también lo hacemos teniendo en consideración las empresas estatales, sociales y mixtas.
La empresa estatal -de dirección bien gubernamental, bien social- ha de responder a razones de estrategia económica. La mayoría de ellas estarán dirigidas por organismos constituidos con la más amplia participación posible de las bases sociales. En general en cuanto a las actividades económicas, los social revolucionarios nos planteamos una economía social de mercado sustentada en la más amplia pluralidad y autonomía posible, que por su propia naturaleza genera dinamismo e iniciativa creadora.
La persona es un ser social por naturaleza, y, libre ya de los temores que genera la sociedad capitalista, es capaz de aceptar reglas que tengan importancia para el bienestar de la sociedad. Por ello se requiere un ámbito de normas éticas y jurídicas y de instituciones que permitan coordinar, o al menos mitigar, los conflictos mediante un consenso, fundamentar la estabilidad social y disminuir la alienación hasta un nivel que no resulte gravoso ni capaz de producir frustración o confrontación social.
PROGRAMA INTEGRAL DE REESTRUCTURACIÓN ECONÓMICA
Es cierto que en Cuba, en los últimos siete u ocho años, ha habido modificaciones en la política económica del país, después de más de tres décadas de inercia y mimetismo; pero estos cambios no responden a un proyecto integral. Solamente se ha tratado, de forma timorata y conservadora, de resolver una crisis económica motivada por la dependencia al bloque dirigido por la Unión Soviética, sin tratar de comprender la naturaleza de la misma.
Los cambios realizados por el actual gobierno al no responder a proyecto integral alguno, resultan incoherentes, quizás por los sorpresivo que resultaron tanto el desplome de la Unión Soviética y el acercamiento de la República Rusa a los Estados Unidos. Los vínculos que fueron creados para responder a los intereses comunes de ambos estados fue un problema coyuntural, y la dirigencia del actual gobierno de Cuba no supo comprenderlo. Las inversiones actuales en Cuba se realizan en proyectos a corto plazo o de carácter circunstancial, valorando la inconfiabilidad que ofrece el estado cubano en el presente para proyectos de largo y mediano plazo, esta situación nos fuerza, por necesidad, a reflexionar sobre cómo instrumentar un proyecto de reestructuración económica y social.
No podemos confiar ni en la inversión "golondrina" ni en los especuladores que juegan al rescate de su inversión en término breve porque el futuro resulta incierto. Tampoco redunda en beneficio del pueblo de Cuba, que afronta la actual crisis exigir responsabilidades ni por la política económico administrativa ni por las circunstancias históricas que han producido la presente situación. No es del caso ni desviar la responsabilidad decisiva aduciendo una causalidad por nuestras condiciones geopolíticas, ni objetar sobre la fuerte integración de Cuba con el CAME, que resultó imperativo de la guerra fría donde Cuba tomó partido incondicionalmente, ni decir que la confrontación económica y política con los gobiernos de los Estados Unidos nos obligó a caer en la dependencia del CAME, ni justificar esta dependencia porque nos permitió recibir una asistencia importante para la inversión en la asistencia social, la educación y la infraestructura económica. Esto no es importante para enfrentar el presente y debatir sobre el grado de responsabilidad o de visión de esta política. Lo cierto es que nada permite pensar que vayamos a recibir alguna ayuda sustancial extranjera para superar el "periodo especial" que sufrimos, sino que quizás no la hemos de recibir ni en mediano plazo siquiera. Sólo podemos depender de nuestros recursos humanos y de nuestra capacidad económica.
REFORMA DEL SISTEMA ECONÓMICO EN LAS ACTUALES CONDICIONES DE CUBA
No pretendemos especular sobre la asistencia que pueda recibir el pueblo de Cuba para superar la actual crisis, pero si de analizar las responsabilidades en que podamos incurrir, en el contexto nacional o internacional, por causa de la misma. Hemos de partir del presente para construir el futuro.
Quizás es posible considerar estas reflexiones, un llamado a personas preocupadas por concretar un plan de trabajo, a fin de construir la base económica que nos permita realizar el ideal de la Revolución Cubana avizorado, entre otros, por José Martí, Félix Várela y Antonio Guiteras.
Hemos de enfrentarnos en forma decidida a una pregunta, y luego darle respuesta. ¿Es viable la Revolución Cubana, o hemos de constituirnos en una sociedad prescindible, que solamente pueda sobrevivir por de la remesa, la maquila y el turismo?
Si nos decidimos a ser el pueblo capaz de realizar los valores de su propia Revolución, nos encontramos ante la necesidad de una reorganización económica en la que se introduzcan cambios significativos en la estructuras básicas del sistema de producción y distribución actual, sin enajenar nuestro compromiso histórico.
Hemos reiterado que "la sociedad no está al servicio de la economía; la economía está al servicio de la sociedad y de la realización plena de la persona". En consecuencia, aquella ha de estar socialmente planificada y sustentada en una conciencia solidaria. Afirmamos que nos proponemos "desestatizar la sociedad y socializar al estado".
No se trata de iniciar reformas económicas parciales para satisfacer necesidades inmediatas o aminorar tensiones. Esas tendrían siempre un carácter incompleto, generarían una conducta inconsistente un temor político, y no crearían la coherencia interna que se requiere para que el pueblo asuma la regencia de su destino. Formulemos un proyecto evolutivo completo a fin de una crear una real "estructura pluriempresarial" en una "economía social de mercado", que nos permita sin violencia superar el régimen totalitario y crear las condiciones que impidan su retorno.
Ha de responsabilizarse con la realización del programa, en forma autónoma e independiente, a las bases sociales, las cuales estarán en condiciones de desarrollar un dinamismo constructivo y creador que en breve término supere el "periodo especial" que sufre hoy el pueblo de Cuba.
ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO
Muchos activistas sociales han tomado una actitud despectiva sobre el mercado, reviviendo viejos prejuicios medievales, desconociendo el servicio social que realizan los comerciantes como movilizadores de la demanda en la determinación de precios. Otros llegan afirmar que los factores del mercado son "falsos y engañosos", "desviaciones sociales" o "concesiones a los sectores dominantes", sin comprender la necesidad de su consideración y dirección hacia los fines mismos de elevar el nivel de vida de la sociedad.
En modo alguno se pretende decir con esto que se renuncie a ejercer los métodos idóneos para corregir las desviaciones o desbordes que en aquellos se producen con frecuencia.
Todos los sistemas socioeconómicos han operado -y operarán- en condiciones de relativa escasez, ya que un bien solo toma carácter económico ante esa condición. Es decir, todo régimen socioeconómico se produce en el contexto de los conflictos ocurridos en cuanto a la asignación de recursos. El socialismo no elimina el "problema económico" de la sociedad, sino que ofrece una forma especifica, distinta del capitalismo, para de enfrentarlo.
Una visión socialista de la economía siempre tendrá reservas en relación con el mercado, pero no se lo debe subestimar ni ha de concedérsele un papel menor que el que se derive de las condiciones concretas y del sentido común.
La posibilidad de una sociedad no mercantilista no se avizora, por el momento, en un futuro inmediato. La economía social de mercado promueve la libertad empresarial y considera las determinaciones del mercado siempre que ello no menoscabe las condiciones para ejercitar los derechos económicos y sociales. El aumento del Producto Nacional Bruto no es lo mismo que el "crecimiento económico"; lo es cuando aquel promueve un mayor bienestar social. El aumento del PNB, sin real "crecimiento económico" conlleva una frustración y una inestabilidad social a corto y mediano plazo, y produce un efecto de inseguridad que conduce probablemente a la recesión económica.
La economía social de mercado consiste en asegurar las condiciones que permitan una previsión del futuro desde la responsabilidad propia de cada persona, así como la adaptación a circunstancias cambiantes por la competencia, o en crear las tales posibilidades donde aún no existan. Esto exige para su sustentación un marco jurídico definido en que la posibilidad social ha de estar sujeta al principio de racionalidad económica, es decir: que debe haber una relación eficiente entre el objetivo y las medidas empleadas para realizarlo. Es definición generalizada que la economía social de mercado es el régimen económico que "busca establecer un equilibrio razonable entre los ideales de justicia y libertad y el crecimiento económico.
Para la conquista de la libertad no basta el ejercicio de los derechos sociales y económicos, pero sin ellos no es posible lograrla. Las decisiones políticas imprescindibles para garantizar el ejercicio de los derechos sociales y económicos, conforman la economía social de mercado. La institucionalización del equilibrio social se logra mediante un consenso generalizado, al efecto de contribuir al financiamiento de una redistribución económica. Esta, a su vez, exige una activa participación de las instituciones de la base social para neutralizar el partidismo y el burocratismo. Un amplio consenso de la sociedad establecerá un orden legal respetado por los factores naturales del poder; esto es: por los grupos sociales organizados.
Comprendemos que estas primeras reflexiones económicas sobre la socialización del estado y la desestización no son suficientes, ya que el mismo requiere muchas cuartillas y quizás una saludable discusión. Espero en otras ocasiones continuar abordándolo, si los lectores lo consideran de interés.
Desde el exilio
Réplica y comentarios al autor: psrdc@psrdc.org
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