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   Crecimiento económico
por Noé Paz Cruz
Economista

De los últimos 150 años de historia económica del mundo (*1), el período 1950-1973 se considera la época de oro de la prosperidad. En ese lapso, en casi todas las regiones del planeta el crecimiento económico fue mucho más rápido que en años anteriores o posteriores, cuando menos hasta la actualidad. En México, la época de oro de su economía fue más prolongada, pues se inició en 1939 y terminó en 1981. Durante esos años el crecimiento del PIB fue cuatro veces mayor que el de la población. El ritmo de crecimiento de la economía mexicana fue particularmente dinámico durante los últimos cinco años de su época dorada.

Aun cuando la de México ya se ubicaba entre las economías más exitosas de América Latina, a fines de los años setenta aceleró aún más su desarrollo con una ambiciosa estrategia de industrialización financiada por las exportaciones petroleras y los préstamos externos. Hacia 1979-1980 el PIB creció a tasas anuales cercanas a 9% en términos reales. Lo que es más, ese acelerado avance tenía lugar al tiempo que la inflación se mantenía relativamente estable y los déficit fiscal y de comercio exterior eran moderados.

Este extraordinario comportamiento, que coronaba casi 4 decenios de una evolución dinámica, parecía indicar que la economía mexicana estaba firmemente asentada en una plataforma de crecimiento sostenido para el largo plazo. Como es bien sabido, tales expectativas fueron completamente fallidas. En 1982, la exagerada expansión del gasto público, apoyada en préstamos externos a corto plazo, el debilitamiento del precio del petróleo de exportación, el alza de las tasas de interés en los mercados financieros mundiales y la drástica interrupción del acceso al capital extranjero se combinaron para detonar una aguda crisis fiscal y de balanza de pagos.

El desmantelamiento del aparato proteccionista a mediados de los años 80 marcó el principio de un cambio profundo de la estructura económica que aún no concluye. Conforme a la percepción de que el aparato productivo era poco competitivo en escala mundial, al fallar la mayor parte de los intentos para estimular las exportaciones en un ambiente internacional cada vez más globalizado, pero sobre todo por el recuerdo de las crisis anteriores, la adhesión de México al GATT en 1986 resultó ser la conclusión deseada. A raíz de la apertura comercial, pero mucho más intensamente a partir de la entrada en vigor del TLCAN, el sector externo de la economía mexicana ha crecido vertiginosamente; mientras que a principios de los setenta su contribución al PIB no llegaba a 10%, en 1980 se había casi duplicado a 17.7% y casi triplicado en 1996, al representar cerca de 56%.

Por otra parte, cabe mencionar que el crecimiento sostenido de las exportaciones depende del nivel y la variabilidad del tipo de cambio real y de los costos directos e indirectos del negocio exportador.

En lo que respecta a las teorías de crecimiento, en algunos países de América del Norte y de Europa Occidental, el comercio internacional ha actuado en varios momentos como motor del crecimiento. En las explicaciones tradicionales del crecimiento económico, la acumulación de capital a través de la inversión ha sido una pieza básica. El ahorro que permite esta inversión ha sido también objeto de atención, así como las tecnologías que permiten que el capital y los demás factores de producción se conviertan en un mayor volumen de producción.

En lo que toca a la teoría neoclásica de crecimiento, Solow, en su teoría, hace hincapié en la profundización de capital. Por otro lado, Brander y Romer presentan datos que destacan el efecto positivo de la inversión sobre la producción per capita.

En las últimas décadas han surgido nuevas teorías de crecimiento, con las aportaciones de Paul Romer y Robert Lucas. Estos estudios han dado un nuevo punto de vista a lo que se conoce como las fuentes de crecimiento y han dado lugar central al análisis sobre el papel de las innovaciones tecnológicas y su difusión. Estas y otras teorías sobre crecimiento económico podrían ayudar de alguna forma al actual régimen para que se den un panorama más claro sobre si el país puede tener un crecimiento económico o no. Tal vez les permita esclarecer ese panorama gris que tienen de la economía nacional, porque todo parece indicar que hacen promesas sin un análisis previo de lo que están diciendo; como el decir que el país tendría un crecimiento del 7%. Sin embargo observamos tristemente que en el 2001 el país no creció nada.

(*1) A. Madison, Monitoring the World Economy: 1820

Réplica y comentarios al autor: noepaz_cruz@hotmail.com




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