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   Dilema Foxiano II (TLCAN)

¿Privatizar, concesionar o invertir?

La unificación de un espacio económico de las dimensiones del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), significó una revaloración de las relaciones de Estados Unidos con América Latina, algo así como la que Europa y Japón mantienen con sus correspondientes privilegios en una área de influencia comercial casi exclusiva.

En nuestro caso, el TLCAN brinda a Estados Unidos la posibilidad de un acceso altamente privilegiado a los recursos mineros y energéticos de México. Hoy, -como hace 100 años y más-, la misma visión presiona a nuestro gobierno con diversos elementos para facilitar su injerencia en nuestros asuntos energéticos; ya ni siquiera se plantea en la agenda bilateral una especie de trueque entre la inversión en la generación de electricidad a cambio de un elemental y urgente acuerdo migratorio. No, para nada; como mil veces en el pasado otra vez la ley del embudo: con estos canijos gringos esgrimiendo el argumento de que no se puede contaminar una agenda con otra, y pierden la perspectiva de largo plazo. Ojalá nuestras autoridades tengan los arrestos suficientes para decirles que no se trata de contaminar, sino que el verbo es correlacionar.

Desde mediados de 1998, en momentos en los que Estados Unidos trataba de extender el TLCAN a las tres Américas, diversos sectores mexicanos alertaban sobre la desestructuración de la economía del país. México había duplicado el valor de sus exportaciones que en 1997 habían alcanzado los 123 mil millones de dólares, superando los 116 mil millones del MERCOSUR (Argentina, Paraguay y Uruguay) más Chile. Lo lamentable es que el 80% de esas exportaciones correspondían a empresas transnacionales, y para poder exportar esos 123 mil millones, México había requerido 121 mil millones de importaciones en el mismo año, lo cual resultó, a todas luces, inequitativo y poco ventajoso; tan poco ventajoso que el impacto en la economía nacional resultó mínimo.

Aproximadamente 300 empresas, casi todas transnacionales, son responsables del 70% de nuestras exportaciones totales y de éstas -sin incluir las maquiladoras- son sólo 17 tipos de productos los que hacen posible el 60% de dichas exportaciones.

Y hablando de las maquiladoras, poco menos de la mitad de las exportaciones manufactureras son producidas por éstas, es cierto, pero el contenido mexicano de sus mercancías, incluyendo mano de obra, es apenas del 22%. Para acabar pronto, en 1996 las maquiladoras sólo consumieron menos del 2% de insumos nacionales y emplearon a 803,060 trabajadores.

Los países más pobres del mundo tienen hoy un 80 por 100 de su población empleada en una agricultura de subsistencia o de baja productividad, por eso son tan pobres. El reverso de este fenómeno ha sido un constante aumento del empleo en el sector servicios en los países más desarrollados.

Debemos de reconocerlo: el TLC sólo ha beneficiado a unas cuantas empresas con repercusiones favorables muy reducidas en algunos sectores de la sociedad mexicana.

Derecho a réplica y observaciones: salvadorordaz@partidoliberalmx.org




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