LA CULTURA NÁHUATL

Esta grandiosa civilización se extendió por toda Mesoamérica. Surgida en el altiplano de México, su eclosión sucedió cuatrocientos años antes de esta era con su maravillosa metrópoli: Teotihuacan.

El número de monumentos que crearon sin interrupción durante un milenio es prodigioso; el subsuelo de México y Centro América está pletórico de testimonios de ese periodo; la cantidad de zonas ya catalogadas que por razones económicas impiden descubrir; aún así, la cantidad de material de que hoy se dispone es enorme.

Durante siglos permanecieron en la penumbra y en el olvido las raíces donde abrevaron ulteriores civilizaciones, incluyendo el imperio Maya. En el mundo Maya se encuentran paralelismos; este paralelismo en el curso de los ocho primeros siglos de la era; es cuando el pensamiento precolombino conoció su más portentoso esplendor, porque en ese lapso fueron establecidas las bases culturales, que subsistieron hasta la llegada de los europeos.

¿A qué se debió su gran esplendor? ¿Cuáles fueron las bases para su florecimiento? ¿Qué causó su decaimiento? Si no nos equivocamos Mesoamérica habría conocido entonces un fenómeno poco frecuente en la historia de la humanidad; un inmenso imperio forjado: ¡Por la potencia del espíritu! Y, puesto que nos resulta un tanto absurdo el encarnizamiento para demostrar la naturaleza no agresiva de una experiencia que considerada fuera de nuestra deformación histórica; no pudo derivar más que de un inmenso amor al prójimo.

El prodigio de la cultura Náhuatl se debió a la difusión dinámica de dos fuerzas que raramente se unen: mística de superación individual de una parte y una incansable voluntad sobre el mundo la otra.

Detrás de todo ello tenía que estar un guía dotado de cualidades que supera el alcance de nuestra comprensión. Tal fue el caso de la figura de: Quetzalcóatl.