Quetzalcóatl en Teotihuacan y posteriormente Topíltzin Quetzalcóatl en Tollán (Tula) —mediando entre ambos ocho siglos— difunden la filosofía y la doctrina que conlleva a la superación del individuo como materia y como espíritu. Con la transmutación de ambos sobreviene el colapso; primeramente en Teotihuacan y posteriormente en Tula.

El resquebrajamiento se va dando paulatinamente; el orden que había prevalecido desde cuatro siglos antes de nuestra era, sufre los embates de la materialización; este impacto que sacudirá a Mesoamérica deformando el pensamiento Náhuatl. Cabe aclarar que nunca se perdió del todo; a pesar de ciertas variaciones formales que alcanzan al imperio Azteca; Tenochtítlan no poseerá nunca, por toda guía espiritual más que el mensaje de: Quetzalcóatl.

Esta tendencia que va permeando a las generaciones subsecuentes, desarticulando la armonía que se había logrado por la nación Náhuatl; esto es: agrupar pueblos alrededor de una concepción espiritual que pudo perdurar mientras la conciencia relativa al papel dinámico —a la vez humilde y determinante del individuo— en el funcionamiento de las sociedades, se mantuvo entre ellos luminosa; mientras el mensaje de Quetzalcóatl constituyó una realidad tan vital como la realidad física.

Ellos no sacralizaban a individuo alguno; sabían que al hacerlo se desataban las ambiciones de poder, el culto al ego, el dogmatismo; como aconteció al colapso de esta cultura.

La pregunta que viene a la mente: ¿Cómo aparece la figura de Quetzalcóatl divinizada tanto en Teotihuacan como en toda Mesoamérica? ¿Por qué existe un palacio y una pirámide en su honor en Teotihuacan? ¿Y, en Tula es una constante en: pirámide, petroglifos, esculturas, etc.? Todos estos testimonios son posteriores a la transmutación de Quetzalcóatl para perpetuar su memoria.

El colapso que sobrevino en Teotihuacan ha provocado un sinnúmero de hipótesis escritas por los historiadores. Los hay quienes se inclinan por una invasión de tribus bárbaras; otros más por el agotamiento de tierras de cultivo; la deforestación y la desecación de ríos. Los hay quienes creen que fueron invadidos por un poderoso ejército que masacró a su población, quemó y destruyó sus edificios y casas. Los que opinan sobre esto último; se basan por haber encontrado miles de tiestos y restos de zonas habitacionales con huellas de incineración.

Creemos prudente referirnos a los hallazgos de miles de fragmentos de cerámica y otros objetos, así mismo como a los edificios parcialmente destruidos y quemados. La práctica Náhuatl de destruir periódicamente los edificios y la cerámica y demás objetos nos parece como la puesta en práctica de un aspecto importante de la filosofía de Quetzalcóatl.

Se trataba de un rito de renovación que se efectuaba al cumplirse un ciclo de cincuenta y dos años; a causa de esta costumbre según la cual, casas y templos eran demolidos a alturas diversas y sus escombros sepultados bajo las construcciones nuevas; toda estructura que surgió a la luz, contiene siempre en su interior varias otras ocultas. En Zacuala se han encontrado siete de ellas.

La hipótesis muchas veces expresada que esas destrucciones podrían ser obra de enemigos debe ser descartada. Además que la naturaleza ritual de esas destrucciones fue explícitamente confirmada en el imperio Azteca. Al respecto la arqueóloga Laurette Séjourné escribió: "...por otra parte se ha podido observar que un edificio era igualmente susceptible de ser sometido a una incineración del tipo ritual. En Yayahuala el edificio terminado de descubrir en 1961; ofrece un elocuente testimonio. Además de sus tres niveles demolidos, hay fuertes trazas de quemaduras en su última construcción; los dos peldaños inferiores de cada una de las seis escaleras que componen su patio central aparecieron cuidadosamente tapados con lajas y rellenados con materiales calcinados. Como los escalones no pudieron ser empleados después, este tratamiento debe señalar el abandono del sitio a pesar de su buena conservación, si se juzga por el bello pulido de sus pisos y de sus muros..."