Con la rapidez que cae el torrente llamado tiempo, casi sin sentirlo, estamos en el umbral del mes de febrero, y el día 2, celebramos una fiesta tradicional que cierra los festejos del nuevo año, y en esta especial ocasión nos ha tocado el privilegio de contemplar el inicio de un nuevo milenio. No hace mucho en nuestro país, se acostumbraba dejar el "Nacimiento" puesto hasta ese día y se levantaba al Niño Jesús para vestirlo con una adornada túnica llena de listones, galones y encajes. Esto aún se conserva en algunos de nuestros hogares, cada vez más pocos por desgracia, pero aún podemos encontrar por las calles gente con su "Niño", muy adornado y hasta con flores, mismo que llevan a la iglesia para ser bendecido.
Esta fiesta coincide con lo que la Iglesia habría de instituir, como el Día de la Purificación de María, pues se celebra justamente a los cuarenta días después de Navidad; que serían los que la mujer necesitaba después del parto para quedar pura, siempre y cuando hubiese parido un varón porque si era niña requería el doble de tiempo, o sea de: ¡ochenta días!
Pero antiguamente el dos de febrero marcaba, en ciertas partes del mundo el principio del año, el fin de las nevadas y el despertar de la tierra. Se hacía un culto especial con semillas y una gran profusión de velas, para Démeter, la diosa de la agricultura. Los cristianos decidieron adoptar la tradición, pero a la bendición para las semillas, añadieron otra bendición especial para las velas o candelas. De ahí el nombre de "Candelaria". Las velas que se bendicen este día evocan un antiguo festival de las luces precristiano, ya que con ellas pretendían iluminar el oscuro camino de la deidad que reinaba en las profundidades de la tierra; pero ahora son consideradas como luces poseedoras de grandes poderes contra el mal, las tormentas, las enfermedades graves y los temblores de tierra.
Y en este día, los mexicanos no perdonamos que el afortunado pariente o amigo que se sacó el "muñequito" de la Rosca de Reyes, no nos invite a disfrutar los suculentos tamales, que con su exquisito aroma , variado sabor y textura, se elaboran en toda la república especialmente para este día.
San Ángel D.F. 28 de enero de 2001
Elaboración del texto: Susana Medina de Suárez
Fuente: "Tiempo Sagrado".- Teresa E. Rhode.
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