No es de sabios razonar sobre la Segunda Guerra Mundial sin hacer una exploración resumida en lo que nadie podía imaginar fueran las secuelas del Tratado de Versalles de 1919. Se trató de un acuerdo de paz que se firma al concluir la Primera Guerra Mundial entre las potencias vencedoras -EEUU, Reino Unido, Francia e Italia- y la Alemania vencida. El Tratado fraguó, años después, el surgimiento de la Alemania nazi, que estaría ataviada con el ideal nacionalista.
Esmerados investigadores opinan con certeza de que el suceso más relevante en el Siglo XX, y de enmarañada implicación internacional, fue la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), debido a su trascendencia -antes, durante y después de la conflagración-, así como por los países involucrados de manera directa o indirecta. Esta guerra que enfrentó a dos bloques: de un lado los Estados del Eje (Italia, Alemania y Japón); del otro, los Aliados (la Unión Soviética, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido).
Dos momentos importantes tuvo La Segunda Guerra Mundial en su desarrollo. Una primera fase que se inicia en septiembre de 1939 y concluye en enero de 1943; momento en que la guerra la dominan las fuerzas del Eje, no sólo por su iniciativa, sino también por el poderío de sus ejércitos.
Hay una segunda fase, cuando las fuerzas Aliadas inician una contraofensiva general -especialmente la URSS en Europa y EEUU en el Pacífico- que se inicia en enero de 1943 y concluye en mayo de 1945, con la rendición del III Reich. En agosto del mismo año capitula el imperio japonés.
Por estos días se cumplen 59 años del final de la mayor barbarie sufrida por la humanidad. Ahora flagelan al mundo tormentas de guerras, conflictos y el terrorismo, que están causando muertes y desesperanzas. Este trabajo tiene el comedido propósito de reflexionar sobre las causas, desarrollo, efectos y herencia de la Segunda Guerra Mundial; y enfatizar el compromiso imprescindible de que los seres humanos cohabiten con sabiduría y en paz.
Antecedentes de la Guerra
El Tratado de Versalles -firmado en la Galería de los Espejos del Palacio de Versalles, próximo a París- obligaba a Alemania "a suprimir el servicio militar obligatorio, reducir su ejército a 100,000 hombres, desmilitarizar todos los territorios situados en la margen oriental y occidental del río Rin, en una franja de 50 kilómetros de ancho; dejar de importar, exportar y prácticamente producir material de guerra; limitar sus fuerzas navales a 36 buques de superficie (no se le permitió mantener submarinos) y el personal naval a 15,000 hombres, quedándole prohibida la aviación militar. También, Alemania aceptó que Guillermo II fuera juzgado por un tribunal internacional, bajo la acusación de haber cometido 'un delito supremo contra la moralidad internacional', juicio que nunca llegó a celebrarse". También debía aceptar el pago, de una desmedida indemnización, a las potencias aliadas, por los daños causados durante la Primera Guerra Mundial. Además del pago en dinero, haría entrega de recursos naturales, ganado, trenes, embarcaciones, etcétera. Sin embargo, no fue hasta la Conferencia de Lausana, en 1932, que se pudo ajustar la cuantía y forma de hacer los pagos.
El pueblo alemán -después de perder su condición de imperio colonial y el dominio sobre los territorios del este europeo- rechazó enérgicamente las humillantes condiciones impuestas por el Tratado. Las críticas no se hicieron esperar y con ellas surgieron apasionados movimientos de carácter nacionalista, que exigían una revisión de los acuerdos. A este ambiente frenético, se sumaba una hiperinflación en la economía alemana, que angustiaba el comercio y la producción nacional: existían cerca de 4 millones de desempleados y unas 30 mil empresas quebradas. Son estas condiciones sociales, económicas y políticas las que facilitan el ascenso al poder del nacionalsocialismo en los años treinta del siglo veinte.
Aunque la intención del Tratado era lograr una paz duradera, esta fue efímera, y no sería alentador el resultado veinte años más tarde. Para algunos historiadores, uno de los errores fue no dar cumplimiento a diferentes convenios, acordados al término de la Primera Guerra Mundial. EEUU no los ratifica, y prefiere firmar con Alemania, por separado, el Tratado de Berlín el 2 de julio de 1921. De esta manera, de las buenas intenciones se pasó al principio de que "el fin justifica los medios", el cual se aplicará paranoicamente durante la guerra sin ningún pudor, no sólo por los ejércitos del Eje.
El III Reich
El Partido Obrero Nacional Socialista Alemán (Nazi), con el apoyo del campesinado, gana las elecciones de septiembre de 1930. Más adelante, a partir de 1932, el partido nazi incrementa su dominio absoluto en Alemania e implementa actos violentos con ayuda de su Servicio Secreto (SS) y Secciones de Asalto (SA). Por esta época hay un hombre -que fundamenta su ideología en un conjunto de ideas que van del nihilismo de Nietzche, la teoría de la herencia genética de Mendel, el racismo de Gobineau y Chamberlain, la fe en el destino de Richard Wagner, el neodarwinismo de Ploetz y la geopolítica de Haushofer- que llevará al pueblo alemán a cultivar de manera irracional las ideas del nacionalismo, antisemitismo y anticomunismo. Este individuo de impetuosas ideas era Adolf Hitler, quien exacerba el espíritu de construir una nueva nación alemana -el III Reich- para liberar al país de la opresión del Tratado de Versalles, defender el suelo alemán, a la raza aria, y aniquilar a judíos y comunistas. Después de muchas artimañas maquiavélicas, Hitler asume el poder como líder indiscutible (Fürer) de los alemanes en enero de 1933, al formar una coalición derechista, que cobijara a los nazis, católicos, independientes y nacionalistas. El 27 de febrero promueve el aberrante incendio del Reichstag, acusando como autores materiales a los comunistas. A partir de esta fecha, se decreta la prohibición de las actividades de los partidos de izquierda, el cierre de la prensa y el estado de emergencia.
Para el 5 de marzo gana el partido nazi las elecciones para el Reichstag (parlamento). Con la complicidad del presidente Hindenburg, Hitler logra la disolución del parlamento y la detención de muchos miembros de organizaciones comunistas y socialdemócratas. Cuando muere Hindenburg, el 2 de agosto de 1934, Adolf Hitler se reafirma como Fürer y canciller del III Reich. En pocas palabras, inicia el despotismo sectario.
El antisemitismo tendrá un incondicional aliado legal, cuando Hitler firma las Leyes de Nuremberg, que van a desconocer los derechos de los judíos y minorías no germanas. Estas leyes permitirán el incremento del irracional sentimiento y propaganda antisemita. Se crea el "Servicio para la Solución del Problema Judío". Los SS supervisarán la diabólica gestión, y tendrán la vergonzosa responsabilidad de exterminar judíos en los campos de concentración.
Alemania renuncia al Tratado de Versalles -y a los acuerdos derivados de éste-, reintroduce el servicio militar obligatorio y acelera el rearme del país. En el contexto internacional, en 1935 Italia invade Etiopía. Alemania rechaza el Tratado de Locarno e inicia la ilegal ocupación de Renania. De la misma manera, facilitará el inicio del fortalecimiento militar y la política expansionista alemana. Esto fue una evidencia clara de las verdaderas intenciones de Hitler, que se materializarían en la Segunda Guerra Mundial.
Por esta época, estalla la Guerra Civil en España. En 1938, los alemanes se anexan la región del sudeste, o sea, Checoslovaquia y Austria.
Los eventos posteriores dan fe de que las potencias, que en su momento impusieron el humillante Tratado de Versalles a los alemanes, fueron negligentes y contemplativas, y no tomaron en serio los avivados sucesos en Alemania, o al menos su posición fue vacilante y frívola ante el engrandecimiento del poder nazi. El costo de esta irresponsabilidad o displicencia en poco tiempo atormentaría rabiosamente a toda la humanidad, que sufriría en carne propia la más execrable catástrofe desencadenada por una guerra.
La Invasión a Polonia y Francia
Después de la Primera Guerra Mundial, Francia, Bélgica, Reino Unido, Italia, Japón y EEUU, como aves de rapiña, se repartieron los mercados internacionales. Alemania queda sumergida en el descalabro y la vileza del Tratado de Versalles. Esto propicia las condiciones para que surjan las expresiones del nacionalsocialismo alemán y el ascenso de los ideales hitlerianos.
Está bien documentado que el partido nazi toma el poder con fuerza sádica, y enfoca su lucha contra las secuelas que les eran negativas a raíz de la Primera Guerra Mundial. Asimismo, buscaban reordenar el mundo colonial. Eso sí, nunca perdieron de vista sus autoritarias ambiciones de apropiarse del trigo ucraniano, el carbón y el hierro de Siberia, y el petróleo del Cáucaso y Rumania.
En un acto de insincera diplomacia, el 23 de agosto de 1939, Alemania firma el pacto de "no agresión" con la Unión Soviética. Este acuerdo bilateral posibilita las garantías necesarias para Alemania, y el 1 de septiembre de 1939 inicia su invasión "relámpago" a Polonia. Esta fecha se reconoce como el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial. Poco después, Francia y el Reino Unido declaran la guerra a Alemania. Para evitar que los alemanes ocupen todo el territorio polaco, los soviéticos se abalanzan con osadía sobre Polonia. El país queda dividido en dos dictaduras: la de Hitler de un lado, y la de Stalin del otro.
La ocupación de Noruega y Dinamarca por los alemanes será el inicio del enfrentamiento directo entre Alemania y el Reino Unido. Con la justificación de asegurar su frontera occidental, la Unión Soviética invade Finlandia.
El expansionismo alemán no se detiene, y sus tropas irrumpen en Europa occidental. La invasión comienza sobre Holanda el 10 de mayo de 1940; también ocupan Noruega y Bélgica.
Los éxitos de la ofensiva conquistadora -iniciada el 5 de junio- allanan el camino para que, el día 14, los nazis entren en la ciudad de París. Al dimitir el gobierno francés, el general Petain asume el nuevo gobierno con la anuencia de Alemania. Después de aceptar un armisticio con Alemania e Italia, el primer ministro francés, mariscal Henri Phillipe Petain, asume en 1940 el poder y traslada la capital francesa a la ciudad de Vichy, dejando París en manos de los alemanes. Es saludable señalar que el gobierno de Petain tendría un carácter despótico y conservador, y establecería una mezquina colaboración con las tropas nazis. Al mismo tiempo, el general De Gaulle instala un gobierno francés alterno al de Vichy en el Reino Unido, donde se inicia el movimiento de resistencia francés llamado "Francia Libre".
Para el segundo semestre de 1941, toda la costa oeste de Europa está en manos del III Reich. La Alemania nazi se hace sentir con una saña endemoniada, pues controla Austria, Checoslovaquia, Dinamarca, Rumania, Bulgaria, Hungría, Yugoslavia, Grecia, Noruega, y gran parte del territorio francés. También mantienen el "dominio" en el norte de África, aunque menos afortunado que en territorio europeo. Allí se mantuvo la presencia de las llamadas divisiones del Afrika Korps. De esta manera, los alemanes monopolizan las reservas europeas de materias primas y manufacturas, que le permiten recuperar la industria y la economía germana.
El Holocausto
Durante la ocupación de Europa por los nazis, no sólo se puso de manifiesto el anticomunismo visceral y las ansias desmedidas de poder por parte de Hitler y sus aliados, sino que también se estableció un nuevo concepto racial.
El exterminio masivo de judíos respondía a una enfermiza política antisemita, respaldada por alemanes con profundo arraigo al dogma de que eran la raza pura y superior: la raza Aria.
Cuando se implementa la aberrante filosofía sobre la "Solución al Problema Judío", se construyen campos de concentración en puntos estratégicos de la Europa ocupada. Dicen que murieron en los hornos crematorios -de estos campos- más de seis millones de seres humanos.
Durante las décadas de 1930 y 1940, los dirigentes nazis crearon 22 campos de exterminio. En estos reclusorios confinaron a judíos, gitanos, homosexuales, comunistas, eslavos, así como a otros grupos étnicos. El trabajo forzado, las intransigentes ejecuciones, las mortíferas cámaras de gases o las inyecciones letales, causaron la muerte a más de cuatro millones de prisioneros. Sólo en el gueto de Varsovia fueron asesinados más de 300,000 judíos.
Para las generaciones de hoy y mañana, debe ser un tema esencial de reflexión todo lo ocurrido a millones de personas durante su calvario en los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau, Natzweiler, Neuengamme, Gross Rosen, Stutthof, Ravensbrück (sólo para mujeres), Lublin-Majdanek, Hinzert, Vught, Sachsenhausen, Buchenwald, Flossenburg, Mauthausen, Dachau, Dora y Bergen-Belsen.
Lo que sucedió durante el Holocausto no debe menospreciarse. Es un estigma de las consecuencias generadas por las incorregibles y bajas exaltaciones humanas.
Operación Barba Roja
El 22 de junio de 1941, Alemania asalta sin vacilación el territorio de la Unión Soviética. Esta acción tendrá graves e irreversibles consecuencias para Alemania. Se reconocerá, más tarde, como el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial. La Alemania nazi comenzaba a sucumbir ante el anhelo de anexarse las regiones localizadas entre los Urales y el Vístula, que consideraban "un espacio vital". El triste desenlace en muy poco tiempo lleva al derrumbe definitivo del imperio nazi.
Esta operación relámpago, bautizada como "Barba Roja", compromete a los alemanes a combatir en dos frentes, lo que aumenta las probabilidades de fracaso.
La invasión contra la Unión Soviética inicia la configuración de la coalición que enfrentaría con arrojo al III Reich. La alianza entre los soviéticos y las potencias occidentales ponen freno a la efectividad de las operaciones blitzkrieg (guerra relámpago) y germinan fisuras antagónicas entre los mandos alemanes.
Tienen éxito las estrategias soviéticas para evitar que cayeran en manos enemigas las industrias, las que trasladan a los montes Urales. Hay que subrayar el papel de las fuerzas navales y aéreas de los Aliados, las cuales fueron una valiosa ayuda para el "Ejército Rojo". Para fines de 1941, es evidente la victoria soviética sobre las tropas alemanas que aíslan la ciudad de Moscú.
Entre ofensivas y contraofensivas, en el frente oriental -territorio soviético-, el 31 de enero de 1942, en la encarnizada batalla de Stalingrado, se rinden más de 90,000 alemanes. Es aquí donde el "Ejército Rojo" escribe con bravura el viraje de la guerra, a favor de las fuerzas aliadas.
Japón y la guerra en el Pacífico
Sin dejar de ser menos brutal, la Segunda Guerra Mundial también se desarrolló en el área del Pacífico.
El 7 de diciembre de 1941, Japón ataca sorpresivamente la base estadounidense de Pearl Harbor, asentada en Hawai. Se trató de una execrable agresión que comprometió a los EEUU a declarar la guerra contra el Eje.
Debilitadas las fuerzas militares aliadas en el Pacífico, permiten que Japón tenga supremacía militar, y para junio de 1942 su ejército imperial de ocupación está de cuerpo presente en los territorios de Hong Kong, Birmania, Singapur, Borneo, Andamán, Indias Orientales Holandesas, Java, Malasia y Filipinas.
Se dice el punto de quiebre a favor de los Aliados fue la derrota sufrida por los japoneses en las batallas de Midway y Wadalkanar. Es aquí, a inicios de 1942, cuando pasa a la defensiva Japón y comienza el proceso final de la guerra en el Pacífico. Entre mayo y febrero de 1944 y febrero de 1945, se recuperan las islas Aleutianas, Marshall, Gilbert y Marianas; entre octubre de 1944 y febrero de 1945, las Filipinas. A finales de 1944 y comienzo de 1945, tropas chinas, británicas y estadounidenses recuperan la actual Myanmar (antes Birmania). En febrero de 1945, desembarcan las primeras tropas estadounidenses en la isla de Iwajima, al Sur de Tokio. Se acercaba el deplorable final de la coalición del Eje.
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