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   El sindicato en el nuevo siglo

Las estructuras políticas de los dos últimos siglos han mostrado su ineficacia en cuanto a lograr la plena realización de la persona. Los regímenes fascistas, la democracia representativa, el capitalismo liberal, el capitalismo de estado y el paternalismo estatal han caducado. Son entelequias institucionales que se sostienen por inercia o por coacción.

El sindicato, desde su nacimiento durante la primera revolución industrial, por su capacidad de generar energía así como de evolucionar a formas superiores, es la entidad social que puede fecundar una nueva institucionalidad. A esto podríamos llamar "democracia obrera", "democracia orgánica" o alguna otra denominación. El calificativo no es lo importante sino la afirmación de una voluntad de trabajar para que el poder político sea ejercido progresivamente por los organismos en la base social, y que los beneficios económicos producidos por la sociedad sean apropiadamente asignados a los objetivos del crecimiento económico.

Sería necesario, para la adecuada interpretación del tema que tratamos en estas notas, explicar el sentido que damos a los términos "democracia" y "crecimiento económico".

La "democracia" no es un torneo periódico donde unas organizaciones llamadas "partidos" postulan candidatos a posiciones en los distintos niveles de gobierno en tanto que una personas llamadas "electores" votan por sus amigos, por los amigos de sus amigos, por aquellos que más publicidad reciben o que les resultan más simpáticos. La democracia es un ordenamiento jurídico que se legitima por la voluntad conscientemente expresa de los que han de vivir dentro del mismo. El grado de legitimidad jurídica será directamente proporcional al de participación no manipulada de los integrantes de la sociedad.

El crecimiento económico se mide por en el aumento del producto, o renta real, en una economía de desempleo decreciente -aspirante siempre al empleo pleno-, que se emplea en la inversión productiva, los servicios sociales, la educación, la promoción cultural y la salud pública.

Establecida la interpretación que los social-revolucionarios damos a los términos "democracia" y "crecimiento económico", vamos hablar del sindicato. Este ha de ser la columna vertebral de la democracia "obrera" u "orgánica" que proyectamos.

La acción social que realizamos está dirigida a la destatización de la sociedad y la socialización del estado. De otro modo podemos decir que queremos revertir el actual proceso histórico para hacer que el poder político sea ejercido por los organismos de la base social. Por éstos entendemos: los municipios, los sindicatos, las asociaciones de campesinos, las universidades y aquellos otros que, con la adecuada representatividad, se crearen en el proceso político, ya tímidamente insinuado, de reencauzamiento de la Revolución Cubana.

El tema central de esta nota ha de ser el comentario sobre el sindicato, su perpetua evolución y su proyección hacia la nueva sociedad. El sindicato es un fenómeno espontáneo en el desarrollo social. En determinadas sociedades, como en la cubana, ha trascendido a un grado tal que se ha convertido en la clave necesaria para su institucionalización y evolución ulterior. Es el núcleo social básico, idóneo para lograr una democracia real cuando el actual régimen -o el que le siga- evolucione hacia un estado social de derecho.

Los social-revolucionarios comprendemos que el nuevo siglo propone la conjunción dialéctica entre el crecimiento económico y la realización del hombre en sociedad. Siendo la institución representativa del mundo del trabajo, el sindicato está directamente vinculado a la producción y a la prestación de servicios, y constituye la estructura elemental de la base social más amplia. Sobre ésta puede construirse un nuevo estilo de civilización cuyo propósito sea verdaderamente la desalienación de la persona.

La estabilidad social y el crecimiento económico se conjugan con el ejercicio de los derechos sociales. Base y fundamento de los mismos son, por supuesto, la satisfacción de las necesidades vitales y el desarrollo espiritual del trabajador y su familia.

Es obvio señalar que una multiplicidad de organizaciones sindicales que coexistan paralelamente en un mismo medio laboral, da lugar a rivalidades ajenas a sus propios fines y propicia inestabilidad. Esto, por supuesto, afecta la elaboración y puesta en práctica de proyectos a largo y mediano plazo para un crecimiento económico sostenido. Además, el sindicato ha de institucionalizarse como órgano de derecho público. Por eso no puede haber dualidad en una comunidad del trabajo, como no puede haber más de un gobierno municipal en un determinado territorio, o más de un consejo universitario en una universidad.

El sindicato ha evolucionado dramáticamente. En Cuba, especialmente, ha tenido transformaciones muy peculiares, que se han fijado como proposición histórica, y que conforman un ideario programático al cual denominamos "social-revolucionario".

El nombre de "sindicato" en otras sociedades se emplea para referirse a distintas entidades jurídicas. En Cuba la legislación figuraba bajo tal denominación solamente a las organizaciones representativas de los trabajadores.

Pudiera decirse, en síntesis muy apretada, que el movimiento obrero se inició por acciones espontáneas de protesta, como la huelga de los canteros en 1574 en el castillo de "La Fuerza" en La Habana. No se pretendía constituir asociaciones permanentes; era simplemente una reacción ante las condiciones sociales intolerables. Después se logró un avance cualitativamente importante cuando se crearon las organizaciones solidarias de ayuda mutua, como la "Sociedad de Socorros Mutuos de Honrados Artesanos", fundada en 1857 en el barrio habanero de Jesús María.

La evolución se acelera cuando se llega a la conclusión de que la comunidad del trabajo tiene intereses propios y que el empresario y el trabajador tienen posiciones dialécticas antagónicas en cuanto al salario y la participación en la producción y el servicio.

En 1934, en Cuba, durante el gobierno revolucionario, y en los años subsiguientes, se institucionalizó la orientación social-revolucionaria del sindicato. El Tribunal Supremo de Justicia resolvió que el sindicato es órgano de derecho publico. Por otra parte, hay decretos-leyes y sentencias judiciales que establecen su condición de asesor en materia socio económica ante el Ministerio del Trabajo, y su carácter de institución no partidista cuyas atribuciones trascienden la defensa de los intereses de sus representados en las relaciones obrero-patronales. Textualmente se expresa que sus actividades "han de orientarse al mejoramiento y progreso en el orden material y moral de sus integrantes". Al precisarse que el sindicato representa legalmente a los trabajadores de su centro de trabajo ante la sociedad, y al prohibirse el paralelismo sindical quedó instituido que el sindicato no es una "organización de trabajadores" sino la "representación de la comunidad del trabajo".

En Cuba, hoy, a consecuencia de la involución en el actual régimen del derecho laboral, los sindicatos han perdido prestigio, ante la opinión pública, en general, y para la clase obrera, en particular. No obstante, confiamos en que, sin las presentes condiciones, en un futuro se logrará un desarrollo superior, a partir de las modificaciones estructurales que la sociedad demanda y de las experiencias adquiridas en estas décadas de convulsión histórica.

Al triunfo insurreccional del 1 de enero de 1959, el movimiento de los trabajadores estaba apto, institucionalmente, para asumir el rol que le correspondía en una democracia obrera. Hoy, por la represión y la intimidación existentes primero, y después por la propia norma llamada constitucional, la Central de Trabajadores de Cuba se ha convertido en un aparato burocrático coactivo subordinada al Partido Comunista de Cuba. Por esta razón se invalida su representatividad y se interrumpe una tradición histórica de más de un siglo. Pero aún a pesar de ello, en las asambleas de los trabajadores, se respira una mayor creatividad y acaso un menor grado de subordinación que en cualquier otra actividad asamblearia del actual régimen. Esto constituye un indicio esperanzador, si se suma a la proyección histórica del movimiento obrero y a la necesidad de crear una fuerte estructura social básica para la creación de la democracia obrera por la que trabajamos.

La sindicalización es un derecho que puede ser ejercido por el trabajador, el ejercicio o no del mismo no puede llevar a que el trabajador sea afectado en sus beneficios laborales, ni a que sufra medidas coactivas ni lesivas de cualquier otra índole.

El sindicato, órgano de derecho público representativo de la comunidad del trabajo, autónomo, no partidista y democrático, atendiendo a sus características laborales, como norma general, se constituirá en cada centro de trabajo, y en los casos excepcionales, por área territorial o de empresas.

El sindicato ha de participar, por sí mismo o mediante sus órganos representativos, en todas las instituciones de dirección a nivel municipal, regional, provincial o nacional donde se adopten decisiones en materia de economía, salud publica, seguridad social, educación o promoción cultural. Para el ejercicio de sus funciones a nivel regional o nacional, los sindicatos, o sus representantes, mediante el establecimiento reglado de facultades, constituirán direcciones a nivel local, regional o sectorial. Así ha de reconstituirse la "Confederación" de Trabajadores de Cuba, que fuera en su día ejemplo y pauta para todo el movimiento sindical en nuestro continente.

Proclamamos, aunque históricamente el obrerismo cubano no lo necesita, el derecho irrenunciable del movimiento obrero organizado de concertar convenios colectivos de trabajo, en cada empresa, sin importar la naturaleza de la misma, y de ejercer la representación de la comunidad de los trabajadores, plenamente, a todos los niveles de gobierno y de dirección social. Rechazamos la intromisión partidista en las actividades sindicales y llamamos a todos los cubanos a participar en la creación de la democracia obrera que ha de establecerse en Cuba, superado el actual impasse.

Réplica y comentarios al autor: psrdc@psrdc.org




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