El pasado 23 de febrero acompañé a Fernando Suárez del Solar a Taxco a dar una conferencia sobre el movimiento pacifista en Estados Unidos y México. Invitado por la ONG cultural La Forja, en el Museo de Arte Virreinal, Fernando pidió "a todos los jóvenes inmigrantes a no adherirse al ejército americano para no morir, como mi hijo, en Irak y ser parte así de la maquinaria bélica del Pentágono".
Su hijo, muerto en el sur iraquí en marzo del 2003 a los 20 años de edad, portaba el uniforme del ejército estadounidense. Fernando viajó posteriormente al país ocupado para revisar el lugar donde falleció su hijo. "Un amigo reportero de la televisora ABC me indicó entonces el lugar en el desierto donde falleció Jesús. De pronto, bajo un intenso sol vi una luz que resplandecía. Era un frasco de salsa Tabasco, y junto a él una cajetilla de cigarros. Ambos tenían detrás el nombre Suárez, y eran parte de la mochila de mi hijo."
Desde el 2003, Fernando ha visitado decenas de auditorios dentro y fuera de Estados Unidos para pedir a los jóvenes, no sólo inmigrantes, que no se conviertan en US Marines bajo la falsa premisa de alcanzar un futuro más prometedor. "Además, es falso que a los inmigrantes mexicanos les den la ciudadanía al regresar. Hay varios casos en lo que esto ha sido falso; es un señuelo del Departamento de Defensa, una trampa."
México santuario
La iniciativa mexicana contra la guerra: "No en nuestro nombre", fundada en el 2002 ante la inminente invasión de Donald Rumsfeld a Irak, declaró en el marco de la reciente visita de Fernando a Taxco "un santuario para los soldados desertores del ejército de Estados Unidos". La idea es que los mexicanos en las Fuerzas Armadas de nuestro vecino no tengan que ir a Canadá a buscar refugio, sino que se regresen a México para encontrar un sitio seguro como objetores de conciencia.
Decenas de estos soldados se encuentran en un limbo legal dado que han perdido la ciudadanía mexicana al combatir en un ejército extranjero de acuerdo a nuestra Constitución, además de carecer también de la ciudadanía estadounidense; es decir, son "no personas".
Gandhi en California
El domingo 12 de marzo de 2006, Fernando y los soldados desertores, Camilo Mejía (nicaragüense, hijo del trovador Mejía Godoy) y Pablo Paredes (puertorriqueño que se negó a subirse al portaaviones para ir al Golfo Pérsico), iniciaron una "caminata por la paz" en la frontera de Tijuana con San Isidro. Caminarán 291 millas hasta San Francisco, las mismas que recorrió Gandhi en la lucha por la independencia de India. "Haremos paradas simbólicas en cada localidad para pedir que regresen los 159 mil soldados desplegados en Irak".
Por cada soldado muerto, Fernando se desangrará el brazo con jeringas para llevar en paquetes de plástico su sangre a la Casa Blanca. "Por si quiere más sangre Bush, aquí está la mía", dice decidido. (El recorrido se detalla en www.guerreroazteca.org.)
Desde marzo del 2003, más de 100 mil iraquíes han muerto en Irak. También 2,400 soldados estadounidenses, y entre ellos 110 mexicanos. Y la cifra puede llegar hasta 290. Aún no hay una acción clara de las autoridades de nuestro país respecto al "limbo legal" en que viven los enrolados, ni de los cadáveres llegados desde Irak y enterrados en México. Tal es el caso del cabo R. Guerra, nacido en San Francisco del Rincón Guanajuato y muerto en octubre pasado a los 19 años de edad en el infierno iraquí. ¿Cuántos soldados más faltan por morir?
Réplica y comentarios al autor: campbell69@terra.com.mx
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