En vísperas de un nuevo año, muy pocos pueden considerar el 2002 como algo positivo. Relativamente, claro. Si se considera únicamente a los Estados Unidos, es válido decir que aproximadamente la mitad de la población tiene preferencia política Republicana. Si se corre con esta suerte, entonces se puede decir que éste ha sido un año extraordinario, por muy extraño que parezca.
En febrero, a unos cuantos meses de iniciada la campaña en Afganistán, el presidente George W. Bush fue calificado aprobatoriamente en las encuestas por el 80% de la población estadounidense. Este, sin duda, fue el principio de la buena fortuna Republicana, y digo principio porque de ninguna manera alguien podría tener la desfachatez suficiente para admitir que lo que verdaderamente cambió el rumbo de la opinión política americana fueron los ataques al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Antes de dichos acontecimientos, el presidente Bush, que ganó las elecciones del 2000 sin haber obtenido la mayoría individual de los sufragios (lo cual desmiente aquel mito que dice que en la democracia "todo voto cuenta"), había sido objeto de burla pública, hasta en los casi sagrados "guest shows" nocturnos en cadena nacional. Sin embargo, la respuesta implacable de su gobierno, la nación más poderosa del mundo, le ha valido a los Republicanos y demás conservadores, la renovada confianza y fe por parte de sus subordinados, perdón, de sus ciudadanos. Hay que reconocerle al señor Bush que sabe leer muy bien los discursos que su gabinete prepara para él, no cuando improvisa (cuando lo hace generalmente vuelve a recordarnos por qué era que le hacía tantas burlas gente como Jay Leno.) Con suficiente solemnidad, le da a su política la credibilidad suficiente ante esta sociedad, la audiencia que mejor entiende de marketing en el mundo. Con la renovada popularidad del gobierno Republicano en la Casa Blanca, y con las carismáticas y también solemnes figuras del vicepresidente Dick Cheney y la asesora Condoleeza Rice, el presidente Bush ha encontrado muy pocos obstáculos hasta ahora para hacer su voluntad dentro y fuera de los Estados Unidos. Así los Republicanos, siempre partidarios del apoyo al ejército, han visto este año incrementados los presupuestos para dichos propósitos. La guerra contra el terror sigue, ya no muy promocionada en Afganistán y en relación al todavía prófugo Osama Bin Laden, pero muy elaborada en cuanto a la amenaza que representa Saddam Hussein y los oscuros lazos que queda por demostrar tiene con Al Qaeda.
Los inspectores de armas han regresado por fin a Irak. Esto después de cuatro años de ausencia, motivo favorito de los "halcones" Republicanos para afirmar que las inspecciones son una pérdida de tiempo, ya que es "seguro" que Saddam tiene mucho por ocultar y lo mejor sería empezar los ataques antes de Navidad. Lo que no se menciona, o más bien se distorsiona, es que en 1998 los inspectores no fueron expulsado de Irak, sino más bien evacuados por el mismo jefe de inspectores de la ONU, Richard Butler, antes de que comenzara el ataque denominado Desert Fox. Cabe mencionar que los inspectores no fueron admitidos nuevamente por Irak, ya que antes de esta operación militar éstos habían realizado trabajos de espionaje para el gobierno norteamericano, hecho que no es desmentido ni por los propios Republicanos.
Scott Ritter, ex inspector de armas de la ONU en Irak, que en septiembre se presentó ante la Asamblea Nacional Iraquí para hablar de la conveniencia de la readmisión de inspectores a dicho país, ha dicho que el programa de armas nucleares de Irak fue desmantelado casi a un 100% antes de la salida de los inspectores en 1998.
Ritter dice que las afirmaciones de que Hussein haya desarrollado nuevamente un programa de armas nucleares y biológicas de 1998 a la fecha son muy poco probables, y que Washington está utilizando una "retórica de miedo" para justificar una acción militar en Irak. Es por esto que en su discurso enfatizó la importancia de la apertura para no dar motivos al gobierno de Bush de comenzar otra agresión contra Irak. Por este tipo de declaraciones, muchos norteamericanos consideran a Ritter como el peor de los "antiamericanos".
Lo que no queda muy claro es lo apremiante de la situación en Irak ahora. ¿Por qué hay que atacar hoy y no en 1998? ¿Por qué no se le da igual importancia al hecho de que países como India, Paquistán y el mismo Israel poseen abiertamente armas nucleares?
Analistas afirman que la posibilidad de que Irak ataque a un país vecino es muy remota. Sin embargo, si comenzara una invasión por parte de Estados Unidos, existe el riesgo que Hussein y otros países ataquen a sus eternos enemigos de Israel, lo cual sí podría desencadenar un conflicto mayor en la región. En la región..., por suerte, no en Estados Unidos.
A principios de noviembre se llevaron a cabo elecciones en el Senado, la Cámara de Representantes y las gobernaturas en los estados. Después de una fructífera campaña con tintes y "retórica de miedo" por parte del presidente Bush, los Republicanos fueron los mayores vencedores en todo el país. Con mayoría en ambas cámaras y gobernaturas en más estados, no queda más que esperar que sigan las tendencias ultraderechistas fuera y dentro de Estados Unidos.
Así resultará más factible que propuestas del gobierno de Bush para crear más dispositivos de control interno, como la "Oficina de Conocimiento de Información" (Information Awareness Office), la cual tendría acceso a todo tipo de información personal, incluyendo cuentas bancarias, de Internet, registros médicos, de crédito, etc., sean aprobadas por los legisladores. Cabe mencionar que dicha oficina sería dirigida por John Pointdexter, famoso por su participación en el escándalo político Irán-Contras.
Mientras que la economía no termine por sofocar a los propios norteamericanos, los Republicanos podrán estar contentos por los triunfos obtenidos a lo largo del 2002, y quizá tengan la esperanza de que lo alarmante de la situación internacional y la existencia del terrorismo siga justificando esta agenda neo-conservadora.
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