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   Cuba: Transición democrática

"No se puede guiar a un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella..."

El pasado septiembre, Alan Larson, subsecretario de EE.UU. para Asuntos Económicos, Empresariales y Agrícolas, declaró que la administración Bush estaba comprometida en acelerar una transición democrática en Cuba. Dijo, además, de que esta iniciativa del presidente, para una Cuba Nueva, es una buena manera para ese fin; y se reflejaba en la condena contra la manipulación del turismo, la inversión y el comercio, así como la represión, por parte del régimen de Fidel Castro.

Este proyecto "está diseñado para fomentar la transición política hacia un gobierno democrático caracterizado por un firme apoyo a los derechos humanos, y hacia una economía de mercado abierto". También se exhorta al gobierno cubano para que se lleven a cabo comicios libres para la Asamblea Nacional, aceptar sindicatos independientes, y acabar con las "prácticas discriminatorias contra los trabajadores cubanos".

Es un compromiso para una transición democrática en Cuba; y éstas llevarían al gobierno estadounidense a trabajar, junto al Congreso, para encontrar acciones encaminadas a mitigar el dolor y la angustia del pueblo cubano.

De lo que no hablan estos señores es de que las actuales restricciones han mancillado la dignidad e independencia del pueblo de Cuba, por más de cuarenta años.

Las iniciativas para acelerar una transición democrática por fin las anunció el presidente George Bush, el 10 de octubre, en palabras que pronunció en la Rosaleda de la Casa Blanca. Indicó el presidente que el arresto y las severas condenas dispuestas en abril, por el régimen de Fidel Castro, contra 75 miembros de la oposición cubana demuestran que no está interesada la tiranía en hacer reformas democráticas.

La primera de estas iniciativas consiste en reforzar la aplicación de las restricciones a los viajes a Cuba, que ya están en vigor. Añadió Bush que EE.UU. seguirá permitiéndole a los estadounidenses viajar a Cuba para visitar familiares, llevar ayuda humanitaria y para hacer investigaciones; pero reforzará la aplicación de la ley que prohibe viajar a la isla por placer.

También se redoblarán esfuerzos para adelantar las gestiones de los cubanos que tratan de salir de Cuba, o sea, llegar hasta los cubanos, en la isla, para informarles de las rutas seguras y legales para que puedan entrar en territorio estadounidense. "Estamos en libertad de hacerlo, dijo, y lo haremos, para bien de aquellos que buscan la libertad".

¿Será posible, de que sea una ayuda diferente a la prestada a Iraq, Nicaragua, Bolivia, El Salvador o Guatemala? Para este humilde mortal, es un insulto el no hacer lo mismo con las espaldas mojadas y otros emigrantes. No existe la menor duda de que "dulce es, cuando el temporal agita los mares, ver desde tierra las naves en peligro".

Asimismo, Bush anunció el establecimiento de una Comisión de Ayuda a Cuba Libre. Este grupo, dijo, "trazará planes para el día feliz cuando el régimen de Castro ya no exista y la democracia llegue a la isla". El secretario de Estado Colin Powell y el cubano-estadounidense, Mel Martínez, secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, copresidirán la comisión.

Agregó que EE.UU. continuará expandiendo esfuerzos para romper el "embargo de información" que el gobierno cubano le ha impuesto a su pueblo. (No muy diferente de la mesura exigida, por Bush, a los medios de comunicación estadounidenses sobre las informaciones generadas en Iraq). La distribución de más material impreso y de radio a los cubanos, y la ampliación de la información disponible en Cuba, a través de la Internet, "es sólo el comienzo de un esfuerzo más robusto para llegar hasta el pueblo cubano", afirmó.

¿Acaso Radio y T.V. Martí son un fracaso? ¿Por qué no han cumplido los planes de hacer productiva la inversión estatal, con el asesoramiento de la CIA?

Para el ignorante, pareciera una benéfica e inestimable idea del gobierno estadounidense, aunque "confío más" en las gestiones que se hacen en el capitolio, que están reflejadas en sendas enmiendas aprobadas no hace mucho. Sin humillar al pueblo cubano, se les quiere librar del bloqueo económico, para favorecer áreas de interés de los inversionistas, como es el caso del señor John Parke Wright, presidente de J.P. Wright, de la Florida, quien actualmente negocia con la empresa importadora cubana Alimport otro contrato de ventas, con el fin de suministrar ganado vacuno a la isla.

Es temerario incitar a una facción minoritaria de opositores a la alucinación, prometiéndoles ayuda económica, pues no deja de ser una intervención directa en los asuntos internos de un país soberano. Sólo ella y sus hijos tienen el derecho de buscar solución a sus conflictos, con el asesoramiento y amparo directo de las Naciones Unidas, organización que ha reiterado en sus reuniones plenarias y resoluciones el cese del bloqueo unilateral contra Cuba.

He mencionado en escritos anteriores: Cuba no es Iraq, mucho menos un país de Europa oriental. Y a propósito de Iraq: ¿Quién a desafiado, en el "exilio", al gobierno de EE.UU., por la unilateral guerra, que Bush y sus halcones tratan de justificar, pese a la no-existencia, en Iraq, de armas de destrucción? ¿Qué cubano-estadounidense tiene el valor de exigir a Bush y sus halcones que terminen la ocupación para pueda la ONU iniciar la reconstrucción del país? ¿Quién denuncia las graves violaciones que las tropas de ocupación estadounidenses cometen cada día contra los iraquíes? ¿Dónde están las protestas por los soldados que mueren o se suicidan en suelo iraquí? ¿Acaso Cuba y los cubanos están exentos de sufrir las consecuencias de una ocupación estadounidense, directa o indirecta, según desean algunos anacrónicos cubanos-estadounidenses, quienes llevaron a Bush a la presidencia y están aferrados al revanchismo?

¿Cuándo ocurrirá la transición a una democracia en Cuba? En el momento en que los opositores dejen el protagonismo y tengan un decoroso propósito de unidad nacional. Por pocos o más esfuerzos, de los "poderosos del exilio", los cambios ocurrirán dentro de la isla. Los líderes de la oposición tienen un reconocido prestigio ante el pueblo y un proyecto decente, como los de Cambio Cubano, que pudiera ser una referencia a tener muy en cuenta. En estos días, y después de los eventos de las últimas semanas, es claro que no están dadas las condiciones anímicas, ni tampoco existe un plan que se identifique genuinamente con los principios que dieron razón de ser a la nación cubana. Las aspiraciones democráticas de los cubanos están latentes en la isla, y sólo se materializarán si existe un consenso en este sentido.

Una transición con ayuda directa de EE.UU. no es conveniente, como tampoco lo es el estimular la salida negligente por mar de cubanos, rumbo al milagro estadounidense. ¿Por qué no se apoya la salida legal, concediendo las visas correspondientes? ¡Esto sería más humano! Y de esta manera se evitarían más muertes en el estrecho de la Florida, al igual que la piratería aérea y marítima, que no deja de ser terrorismo, y que EE.UU. no se esconde para estimular.

Hay que rechazar con indignación los sistemáticos excesos cometidos por la maquinaria represiva de la tiranía, o sea, los arrestos y las severas condenas, dispuestas en abril por la dictadura, contra 75 miembros de la oposición. Empero, también, se debe repudiar con enojo a algunos líderes de la oposición adentro y fuera de Cuba, que sólo salvaguardan el provecho propio y buscan la venia de los ilustres inquilinos de la White House.

Estoy persuadido de que para se puedan producir cambios económicos y una transición democrática, primero se debe levantar el bloqueo, como imprescindible alternativa complementaria. Todo discurso que apunte a otra inferencia, aleja cualquier posibilidad de reformas por la vía pacífica. Durante más de cuatro decenios, el bloqueo económico sólo ha traído el incremento de las penurias del pueblo cubano, y la consolidación de Fidel Castro en el poder.

Al igual que muchos compatriotas, la mayoría exigimos el fin del bloqueo. Esto aliviaría el sufrimiento en la isla, y serviría de catalizador para que se pueda establecer la democracia, con ayuda del diálogo sincero entre cubanos, que se oriente hacia la búsqueda de una solución al problema que abruma a la nación. La dictadura es sólo uno de los problemas, de los múltiples que abarrotan el alma cubana. Un ejemplo son los sentimientos de odio contra los terroristas del "exilio" -protegidos por la CIA-, que lejos de ser juzgados por sus fechorías, están libres y vanagloriándose de sus aventuras criminales, contra Cuba y los cubanos, sin un ápice de contrición.

Es verdad, Fidel Castro ha agraviado a la comunidad internacional en más de una oportunidad. Empero, no hay derecho a parlotear sobre el indispensable castigo a la dictadura, porque las consecuencias deplorables del bloqueo las ha sufrido y está sufriendo todo un pueblo. Su crimen es el deseo a ser respetado e intentar construir su propio destino, aspecto que no quieren reconocer algunos fanáticos. Esto evidencia que la humanidad aún "carece de un modelo sólido y positivo de un verdadero derecho y una justicia perfecta, de la que sólo posee una sombra o imagen". La sociedad estadounidense es un ejemplo y más que inmiscuirse en los problemas ajenos, es obligación de Bush el dedicar más tiempo a solucionar los abundantes problemas domésticos. El pueblo estadounidense se lo agradecería con creces, porque las alarmas ya han sonado más de una vez, no sólo en lo social y lo económico, sino también en la política.

¡Cesar el bloqueo económico no es salvaguardar la tiranía de Fidel Castro; es ayudar a un pueblo noble y tenaz, para que viva humanamente!

Réplica y comentarios al autor: pfperezg@reymoreno.net.co

Para mayor información sobre este tema, visite: Libertad de palabra y opinión




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