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   Cuba, de Caracas a la huelga del 9 de abril de 1958

Fidel Castro es considerado para factores de poder en los Estados Unidos como la mejor alternativa. Batista era una figura inútil que había que sustituir.

Es importante comprender la indigencia ideológica de la mal llamada revolución cubana de Castro. Hace aproximadamente veinte años escribí un artículo que fue difundido en varios medios de publicidad y traducido a otros idiomas que titulé "El Antihéroe", donde expresé algunos aspectos fundamentales de la psico-patología del llamado "jefe de la revolución cubana".

El caudillo cubano carece de posición política o ideológica. No manifiesta siquiera el nacionalismo elemental de muchos otros caudillos latino-americanos. Lo importante para él es el hoy y ahora, el mañana ya veremos. Su conducta no responde, ni respondía a movimientos tácticos conforme a determinada estrategia o pensamiento político. Se trata siempre de la aspiración en demanda creciente a la participación en el poder.

Al analizar las declaraciones, artículos y entrevistas hechas públicas por Fidel Castro desde 1953 a 1959, resulta notable como el nivel ideológico y el proyecto político era contradictorio con lo expresado por dirigentes y organizaciones que intervenían en el proceso. En su actitud frente al gobierno usurpador y en relación a las clases media superior y empresariales, habría que calificarlo de conservador. En su época de estudiante nunca se le consideró como social-demócrata y mucho menos socialista. Sus amigos siempre lo ubicaban en una línea fascistoide. Más de uno comentaba que era entusiasta lector de "Mi Lucha" de Adolfo Hitler. Personalmente, recuerdo haberlo visto con la edición de bolsillo de "Mi Lucha" de Adolfo Hitler, de la editorial Tor.

Él fue la personalización de una sicopatología social conformada en consecuencia de la frustración del proceso revolucionario de la década del 30 en Cuba. La sociedad cubana, ajena a toda responsabilidad política en un alto grado, actuaba conforme a una frase que tuvo creciente propalación: "Lo importante es el hoy, mañana ya veremos". Esta frase que normó la acción del caudillo, y modificó después del triunfo insurreccional del 1 de enero para consolidar el poder político, cuando en uno de sus espectaculares discursos dijo: "No me digas lo que hiciste ayer, dime lo que estás haciendo hoy".

Explicamos en artículos anteriores la reacción popular al golpe de estado del 10 de Marzo de 1952. Los que se planteaban la participación frente a los usurpadores, se dividieron en dos posiciones antagónicas: los electoralistas, que acariciaban la idea de que por métodos pacíficos podían llevar a los que ejercían el gobierno de facto a unas elecciones generales, y los que consideraban que la lucha armada era el único medio viable. La expresión de la corriente armada se imponía progresivamente, en tanto la electoralista pensaba en repetir lo ocurrido en 1940, sin comprender que eran dos realidades históricas diferentes.

El Movimiento Nacional Revolucionario liderado por el Profesor Rafael García Barcena fue la primera expresión pública de la corriente armada. El 5 de abril de 1953 se frustró el intento del MNR de asaltar el Campamento Militar de Columbia en La Habana, la posición más importante de las fuerzas armadas cubanas. Posteriormente, en 1956, el coronel Barquín y otros oficiales de las fuerzas armadas pretendieron apoderarse del Campamento Militar de Columbia, lo que fracasó por una delación. El 13 de marzo de 1957 el Directorio Revolucionario y la Organización Autentica atacaron el Palacio Presidencial con la intención proclamada de ejecutar al gral. Batista. Todos estos hechos muestran la estrategia de todas la organizaciones insurrecciónales de "golpear arriba", lema empleado el 25 de febrero de 1958 en la "Proclama del Directorio Revolucionario", desde el Escambray al Pueblo de Cuba, poco después que dicha organización estableciera en el centro de la Isla de Cuba un frente guerrillero.

Castro jamás concibió una estrategia de lucha de guerrillas. La misma no estaba en sus perspectivas. El proyecto del Granma fue desembarcar cerca de Niquero, en la provincia más lejana de la capital de la República. Al llegar a Niquero esperaba recibir refuerzos de los grupos organizados por Frank País quien organizaba un levantamiento en Santiago de Cuba -la segunda ciudad en importancia-. Producida la acción dirigida por Frank, él se dirigiría a tomar Manzanillo, una ciudad de cierta importancia. El proyecto imaginado culminaría en una campaña nacional de sabotaje y agitación que terminaría en una huelga general en la que todas las organizaciones insurrecciónales tendrían que sumarse sin condiciones preestablecidas.

Es evidente que Castro jamás concibió una guerra de guerrillas en la Sierra Maestra. No hubo ningún esfuerzo para estudiar la región, ni llevó mapas en la invasión a pesar de que éstos existían con bastantes detalles y eran de fácil adquisición. Tampoco organizó un sistema logístico que pudiera dar soporte a un proyecto de lucha guerrillera rural. De los 82 tripulantes, cinco se lograron internar en las montañas, y posteriormente el número llegó a aproximarse a los doce.

El plan fue un absoluto fracaso, al igual que el Moncada. El objetivo era lograr una base urbana en la provincia de Oriente, para desde allí hostigar al régimen que encabezaba Batista. Castro aceptó la guerra de guerrilla como una consecuencia del fracaso de todos sus planes. Aún en el manifiesto del 12 de marzo de 1958, firmado por Fidel Castro, donde se convocaba a la huelga general revolucionaria expresaba: "La estrategia del golpe decisivo se basa en la huelga general, secundada por la acción militar". Rememorando el derrocamiento de la Dictadura del gral. Machado en 1933, repitiendo una afirmación simplista de aquellos acontecimientos sin comprender las grandes diferencias entre esos dos momentos de la historia.

Era lógico suponer que al resultar evidente la conducta política del Dr. Castro, los demás sectores políticos y sociales le cerraran las puertas. En cambio, muchos de ellos le dieron aportes económicos para su acción político insurreccional. Esto resulta inexplicable, si no se conocen las motivaciones de los protagonistas sociales que trataban de conciliar sus puntos de vista con él, permitiéndole sus "malcriadeces", y el de las clases económicas altas y medias que crecientemente se inclinaban a ofrecerle respaldo económico.

Los antecedentes políticos de Fidel Castro, en el lenguaje político nacional, no lo presentaban como un revolucionario. Había participado en la UIR, organización llamada impropiamente "gangsteril", muy vinculada a la embajada norteamericana, porque muchos de sus integrantes habían sido soldados del ejercito norteamericano. Esta organización llegó a convertirse en el brazo derecho de Miguel Suárez Fernández, prominente cacique electoral en la Provincia de Las Villas. Esto no podía implicar ninguna posición político-social inquietante que ofreciera "peligro" para los intereses de los participantes en el drama político nacional. En uno de los artículos anteriores de esta serie hice referencia a cuando le ofrecieron la Dirección de Deportes después de que fuera derrocada la dictadura de Batista.

Carlos Prío Socarras (Organización Auténtica), Aureliano Sánchez Arango (AAA) o el Directorio Revolucionario, preocupaban mucho más que Fidel Castro (Mov. 26 de Julio) a los sectores sociales y políticos que se movían en el escenario político nacional y al gobierno de Estados Unidos, que comenzaba a comprender que la dictadura de Batista no tenia perspectivas de futuro y que era necesario evitar un cambio en la orientación política del estado cubano. Unos y otros creían con gran ingenuidad que Fidel Castro, en modo alguno podía crear una estructura de poder. Prío y Aureliano sí parecían ser peligrosos para el orden social existente, y el Directorio, muy perturbador.

Fidel Castro desconocía los acuerdos. Imponía su voluntad y enjuiciaba la conducta de los demás. Pretendía ocultar su personalismo refiriéndose a la "dirección del Movimiento 26 de Julio" que no tenia existencia. En la Sierra Maestra, y posteriormente en toda la provincia de Oriente, al igual que en su relación con las guerrillas urbanas y el movimiento del acción y sabotaje, se presentaba como el jefe militar del Movimiento 26 de Julio, y posteriormente se proclamó Comandante en Jefe de las Fuerzas Rebeldes.

En el manifiesto, mediante el cual se convocó la huelga general de abril, resultaba evidente para cualquier observador cauteloso la estrategia del Movimiento. El documento estaba firmado por Fidel Castro, comandante en jefe de las Fuerzas Rebeldes, y Faustino Pérez, Delegado de la Dirección Nacional del Movimiento del 26 de Julio.

En ese momento Fidel Castro no era el comandante en jefe de las Fuerzas Rebeldes. Había otras fuerzas rebeldes que desconocían la jefatura de Fidel Castro. Mediante el manifiesto se hizo saber que Faustino era el delegado de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, y muchos que se consideraban miembros de la Dirección Nacional del Movimiento se enteraron por el documento de esa designación y de la huelga que se convocaba, huelga obrera secundada por la acción armada.

Se desconocía de hecho lo acordado en el llamado Pacto de Caracas, y se desconocía el Bloque Obrero, que era uno de los firmantes y que estaba integrado por dirigentes nacionalmente conocidos. Resultaba, sin lugar a dudas, una orientación hacia la toma individual del poder.

El manifiesto que convocaba la huelga decía en sus acápites 7, 8, 9 y 10 lo siguiente:

7. La organización y dirección de la huelga en el sector obrero estará a cargo del Frente Obrero Nacional, que, a su vez, asumirá la representación del proletariado ante el Gobierno Provisional Revolucionario.

8. La organización y dirección de la huelga en los sectores profesionales, comerciales e industriales estará a cargo del Movimiento de Resistencia Cívica.

9. La organización y dirección de la huelga estudiantil estará a cargo del Frente Estudiantil Nacional.

10. La acción armada estará a cargo de las Fuerzas Rebeldes, las milicias del Movimiento 26 de Julio y todas las organizaciones revolucionarias que secunden el movimiento.

Es decir, el Manifiesto ignoraba el llamado Pacto de Caracas, que Fidel Castro a nombre del Movimiento 26 de Julio, había firmado. Desconoce, además, al directorio obrero integrado por conocidos dirigentes sindicales nacionales que estaban integrados al Pacto de Caracas.

Reconoce al Movimiento de Resistencia Cívica, el cual era un organismo de colaboración económica y de activismo político del Movimiento 26 de Julio que actuaba fundamentalmente entre las clases medias y altas de la población.

Se proclama comandante en jefe de las fuerzas rebeldes, sin que ninguna de las organizaciones que tenía grupos armados en distintos frentes guerrilleros le hubieran conferido esa jefatura. Entre ellas, había organizaciones firmantes del Pacto de Caracas como el Directorio Revolucionario y la Organización Auténtica. Se establecía, sin consulta previa, la obligación de que éstas secundaran el movimiento.

Proclama que la dirección estudiantil estaría representada por el Frente Estudiantil Nacional del 26 de Julio, a pesar de que en el Pacto de Caracas era la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) la que representaba a los estudiantes en el mismo.

El Frente Obrero Nacional, que se creó al efecto de dirigir la huelga, era confuso y endeble. No tenía estructura que permitiera realizar una huelga obrera exitosa. A los que objetábamos la huelga porque no había condiciones para ella, se nos hacía saber que el apoyo armado sería el soporte fundamental para el éxito del movimiento. Fidel Castro, cuando recibía alguna objeción a su plan por parte de los comprometidos, alegando que no había estructura ni militancia suficientes para tener éxito, daba por respuesta que el plan era inmodificable.

Resistencia Cívica y el Frente Estudiantil no tenían mas capacidad de colaboración que ofrecer casas donde esconderse, y la primera asistencia medica a los heridos, que indudablemente se producirían.

La huelga armada anunciada y publicitada no podía sorprender al gobierno porque de sobra le era conocida, y éste había tomado todas las medidas para ahogarla en sangre, como se hizo. Pilar García, el asesino de los combatientes del Goicuría en la jefatura de la policía, comandó la represión tomando toda clase de medidas extremas.

Las fuerzas guerrilleras, al mando de Fidel Castro, no hicieron el menor movimiento para respaldar la huelga. Las fuerzas del clandestinaje, especialmente en La Habana, fueron aplastadas y desarticuladas. Consecuencia de la huelga fracasada quedó como referencia de la persona de poder ante los acontecimientos, y la interpretación publicitaria, que especialmente consolidó la figura de Fidel como líder y Jefe de la "Revolución", conforme a los medios publicitarios más importantes internacionales. El New York Times había estado construyendo el personaje. De ahora en adelante la cobertura fue más intensa y extensa. Fidel era considerado por los factores de poder en los Estados Unidos, como la mejor alternativa, ya que "un sargento llamado Batista", que fue así como identificaron al que después fue el Gral. Batista y resultó la pieza mas útil y dócil al servicio de los Estados Unidos, era una figura inútil y que había necesidad de sustituir.

Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org




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