Memorias y reflexiones
Durante la manifestación pro democracia del 26 de julio pasado, en Estocolmo, nació entre los cubanos la idea de forjar una nueva estructura autónoma: una institución autorizada que hablase en nombre de nuestros compatriotas y supliera el rol convocatorio que en los últimos años habían estado jugando, ya fuere la redacción de "Cuba Nuestra", u organizaciones suecas comprometidas con el respaldo a la democratización de la isla. La idea es buena y se confirmó a raíz de la última feria del libro de Gotemburgo, donde si bien la presencia cubana fue destacada, ésta pudo haber sido aún más protagónica si dicha estructura organizativa hubiese sido establecida.
Bajo esta impronta, el sector activo del exilio cubano ha venido desarrollando una serie de reuniones e intercambios de ideas en las últimas semanas a fin de madurar un nuevo proyecto. Al parecer, con la llegada de la Navidad o quizás con el agotamiento que produce la oscuridad y el frío, se ha dado una cierta ralentización en el proceso organizativo, que sin duda habrá de acelerarse como toda la vida sueca, con la entrada del nuevo año.
Como observador y partícipe de la actividad de los exiliados cubanos, casi desde el mismo instante en que arribé a este país (verano de 1993), puedo transmitir algunas experiencias e ideas que sean de utilidad para mis compatriotas, no sólo en Suecia, sino en el resto del mundo, donde un grupo de cubanos esté dispuesto a hacerse sentir por el bien de su país; es decir, reclamando el respeto por los derechos humanos y la transición menos traumática posible a la democracia política y económica en Cuba.
Debo aclarar, al mismo tiempo, que no pretendo exponer verdades absolutas; todo lo contrario, mis tesis deben ser entendidas como un estímulo al debate y al intercambio de ideas y perspectivas, de modo que entre todos conformemos, por igual, ese gran cerebro que, sobre la base de la razón más que sobre las pasiones, debe guiar la acción de los activistas democráticos cubanos en la diáspora.
Como no hay nada mejor para prever el futuro que mirar al pasado, comenzaré haciendo un poco de historia, de modo que podamos aquilatar lo positivo y lo negativo de las organizaciones que han radicado en Suecia y que durante décadas se han vinculado de una forma u otra con Cuba. En esta breve historia soslayaré nombres personales (so pena de sacrificar merecidas glorias), a manera de evitar, ya por inevitables olvidos u omisiones (no apelo a otro recurso que la memoria), ya por valoraciones que para los implicados puedan resultar un tanto incomodas o herir susceptibilidades. Por otra parte, reconozco que me concentraré fundamentalmente en lo acontecido en Estocolmo.
En el principio fue la Sociedad Sueco-Cubana (SS-C)
Se fundó la Sueco-Cubana el 24 de noviembre de 1966. De membresía fundamentalmente sudamericana, la SS-C se presenta como una organización independiente de cualquier partido político y declara hasta el día de hoy que su objetivo es "apoyar la revolución socialista en Cuba y la lucha del pueblo cubano contra el imperialismo, así como desarrollar los contactos y la colaboración entre los pueblos de Cuba y Suecia". Sin duda esta asociación logró despertar el interés de la sociedad sueca sobre el tema de Cuba, siempre desde una perspectiva favorable al gobierno de la isla. Ha sabido tocar las puertas de las agencias suecas para el desarrollo (ASDI, por ejemplo), manejando millones de coronas por concepto de proyectos solidarios y creándose por esa cuenta un equipo de asalariados que junto a los activistas voluntarios trabajan en franca coordinación con la Embajada de Cuba, organizando anualmente la llamada "brigada nórdica", para la cual se reclutan jóvenes de la región en una especie de turismo-político-adoctrinatorio, en el cual se muestra la "cara linda" del llamado "socialismo" Cubano.
Como parte de su infraestructura, cuenta con un salón de exposiciones en una de las calles más exclusivas de Estocolmo, una revista en sueco en la que se reproduce punto por punto el mensaje de Granma. Asimismo, la asociación funciona en cierto sentido como editorial, publicando con dinero del contribuidor sueco, libros apologéticos sobre el modelo castrista. Su agresividad propagandística es destacada, convocando continuamente actividades culturales, seminarios y conferencias en todo el país.
Su mala suerte ha sido la presencia de un exilio cubano relativamente activo en Suecia. De la indiferencia ante el drama de los cubanos solicitantes de asilo en Suecia (del que hablaremos más adelante), los simpatizantes de la SS-C pasaron a la confrontación directa contra aquellos representantes auténticos de Cuba, organizando contrademostraciones cuando éstos denunciaban la falta de derechos humanos en su patria. Esta posición, sin embargo, ha servido para demostrar el partidismo de una organización que aparentemente se solidarizaba con todos los cubanos como pueblo.
Actualmente, la "Sueco-Cubana" mantiene intacta su estructura nacional, sin embargo, su credibilidad ante la sociedad ha disminuido, convirtiéndose frecuentemente en objeto de crítica, tanto por parte de los activistas cubanos, como también por parte de la prensa y de los partidos políticos sin vínculos con el comunismo.
Delegación de la Unión Liberal Cubana
A raíz de la creación del partido Unión Liberal Cubana en Madrid en 1989, se estableció una representación de la misma en Suecia, la cual hasta el momento se ha encontrado bajo el mando de cuatro delegados consecutivos. El trabajo realizado por éstos ha sido de asentamiento y continua profundización en una escalada impresionante de impacto y compromiso de la sociedad sueca con el tema de la democratización cubana.
En la primera etapa, quizás la más difícil por cuanto el culto al modelo castrista campeaba por su respeto en Suecia, el delegado logró comprometer a algunos creadores de opinión del país y sacar a la luz algunas publicaciones que denunciaban la situación real en la isla.
En la segunda etapa se continuó sobre esta línea, además de crearse un Comité por los derechos humanos en Cuba con la participación de parlamentarios conservadores y liberales bajo la dirección de la por entonces representante del Folkparti (Partido del Pueblo) Siv Person. El Comité sesionaba regularmente en el Parlamento Sueco, emitiendo declaraciones de condena contra el gobierno de Cuba.
En su tercera etapa, la delegación estableció una nueva estrategia caracterizada en primer lugar por el comprometimiento aún mas profundo del liberalismo sueco con la causa de su contraparte cubana en particular, y con el tema de la democratización de la isla en general, un trabajo de respaldo a la lucha de los Cubanos solicitantes de asilo y de reclutamiento e integración de ellos, tanto en las filas de la ULC como de las del Partido Liberal Sueco. De una delegación unipersonal, ésta llegó a convertirse en una sección de 9 miembros.
Durante este período, la delegación logró incrementar el impacto en los medios de comunicación nacionales, y comprometer aún más al liberalismo sueco, centrando el trabajo en una institución adjunta a este partido: El Centro Internacional Liberal Sueco. Sobre la base de esta estrategia se lograron materializar varios proyectos, entre ellos, el respaldo a la impresión, instrumentos de diseño y distribución de la revista "Cuba Nuestra" (sin comprometer por ello la independencia política de la revista ni sacrificar su línea editorial original), organizar un seminario en Estocolmo de respaldo a la Plataforma Democrática Cubana e iniciar los primeros contactos directos con el movimiento democrático en la isla.
En su última y actual etapa, la delegación de la ULC, conformada nuevamente por un delegado, ha profundizado y ampliado el trabajo anterior; no sólo se ha comprometido aún mas al Liberalismo Sueco con el movimiento democrático cubano, sino que se ha pasado a un trabajo de creación de un frente amplio, involucrando a otros partidos en la causa de Cuba, y trabajando por ella tanto al nivel del Parlamento Sueco, como también al nivel del Parlamento Europeo, incluso estableciendo contactos más allá de las fronteras de la UE.
Cuba Nuestra
Sus antecedentes los encontramos en el otoño de 1993, en el campamento de Refugiados de Carlslund. Un grupo de cubanos y alguno que otro sudamericano comenzó a reunirse semanalmente, a partir del 17 de noviembre, en los sótanos del lugar a fin de fundar una especie de "palenque" cultural, algo que les hiciera más llevadera la espera de la libertad.
En enero de 1994, con ayuda de algunos empleados y de un maestro de sueco perteneciente a la asociación de estudios ABF, lograron publicar un modesto "magazine" literario, bajo el titulo "El Escriba".
Ese fue el embrión de la publicación que más ha durado de cuantas hicieron los cubanos en Suecia: "Cuba Nuestra". Su primera edición tuvo lugar en abril de 1995. Era una edición rústica realizada con una computadora comprada entre los miembros de su "redacción". La calidad de impresión mejoró varios números después cuando logró financiarse como un círculo de estudios sobre temas cubanos registrado en la organización de estudios para adultos "Medborgarskolan", recibiendo en esa época su número de ISSN 1404-5889.
Para el año 1998, la revista conquistó su primer espacio en el Internet, gracias a una versión hecha por un amigo español. Luego tres "webmasters" cubanos consecutivamente fueron desarrollando su diseño. A lo largo del tiempo el equipo se ha ido renovando, quedando como única persona activa entre sus fundadores, el director. La revista ha mantenido su visión amplia ganando la aceptación en primer lugar de los cubanos de la isla comprometido con la democratización. Con la perspectiva de "Los Hijos Rebeldes de la Revolución", "Cuba Nuestra" ha logrado establecer una amplia red de colaboradores en la que se incluyen, desde activistas suecos comprometidos con la causa cubana, hasta periodistas y académicos establecidos en distintos países de Europa y del Nuevo Mundo, entre los que se encuentran además de cubanos, colaboradores oriundos de España, Alemania, México, Francia, Argentina, Chile, y Venezuela.
Ha funcionado además el equipo como fuente a la que acuden numerosas organizaciones e individuos en busca de asesoría alternativa a la que ofrecen los medios vinculados con la visión oficial de Cuba. Activistas del equipo han ofrecido conferencias a sindicatos que planean visitas a Cuba, organizaciones de estudios o simplemente estudiantes que realizan tesis universitarias, ayudándoles a equilibrar sus puntos de vista sobre el tema isleño.
Al mismo tiempo, ha servido Cuba Nuestra como medio convocatorio, y también como foro para el debate de ideas, no sólo entre los cubanos de Suecia, sino también entre los de la isla y los de la diáspora, incidiendo de alguna manera, a partir de las experiencias intercambiadas, en nuevas formas de ver y hacer la política cubana.
La gran virtud, a mi entender, de esta revista es su manera moderna de funcionar, evadiendo las tradicionales jerarquías, delegando tareas según las capacidades de los individuos y funcionando flexiblemente en forma de red transnacional, creándose una agilidad manifiesta fundamentalmente en su dimensión virtual y en su capacidad para dar respuestas ideológicas inmediatas y efectivas a la confrontación política vinculada con el tema cubano.
Su talón de Aquiles radica fundamentalmente en la discontinuidad de la publicación impresa, lo cual tiene a su vez como causa fundamental el hecho de que los realizadores deben garantizar primero el pan de cada día antes que la publicación de la revista (para la cual como para el resto de toda la actividad política cubana en Suecia trabajan ad honoren). Pese a la cada vez más alta calidad profesional tanto de los artículos como del diseño, la redacción de Cuba Nuestra, quizás un tanto imbuida de la mística comunista, no ha dado prioridad ni tenido tiempo para hallar fondos que permitan a sus realizadores trabajar a tiempo completo o parcial de manera remunerada. Esto significa mayor gloria para el esfuerzo, pero incide indiscutiblemente en la estabilidad de su continuidad. El equipo se mantiene activo no por un salario, sino gracias al mutuo empuje psicológico, lo que implica un enorme esfuerzo.
Unión de Cubanos en Suecia
La UCS tiene el mérito de ser la primera organización creada por los cubanos en Suecia desde su propia perspectiva, con absoluta independencia tanto de la embajada cubana como del exilio histórico. Sus objetivos iniciales fueron los de trabajar por el derecho de asilo de los cubanos en Suecia y por la denuncia de la violación de los derechos humanos en la isla.
Surgió a fines del año 1993, en una reunión organizada en la Casa de la Cultura de Rinkeby, conformada por cubanos residentes y solicitantes de asilo. Fue la primera organización registrada legalmente en Suecia que convocó a una gran manifestación pública, con impacto en la prensa sueca, La demostración partió desde la plaza de Sergel (donde su presidenta quemó el pasaporte Cubano en un acto simbólico) hasta la Embajada de Cuba. Anteriormente, los cubanos solicitantes de asilo, sin respaldo institucional, ya habían organizado alguna que otra tímida protesta sin mayor trascendencia que el reporte de Radio Martí. Con el tiempo y recursos propios, la organización se hizo de un espacio en Internet y una publicación impresa.
Tribuna Libre, publicación de la Unión de Cubanos en Suecia
La llamarada encendida por la Unión de Cubanos en Suecia se convirtió en un paradigma para los cubanos radicados en otros países de Europa, quienes siguiendo el ejemplo de sus hermanos en Suecia, comenzaron a organizar manifestaciones de protesta. Los contactos internacionales se concretizaron en el llamado "Encuentro Cubano" en Colonia, Alemania, en diciembre de 1998, donde un delegado asumió la representación compartida de la Unión de Cubanos en Suecia y de la Revista Cuba Nuestra. En el encuentro participaron destacadas personalidades del exilio Cubano en Europa como Jorge Pomar Montalvo, María Elena Cruz Varela y Manuel Díaz.
Con el tiempo, la organización fue perdiendo capacidad de convocatoria, entre otras razones cuando una nueva directiva intentó convertirla en vocero de un sector del exilio cubano en Estados Unidos. Su impacto social en Suecia es prácticamente nulo hoy en día.
Asociación Sur
Se trataba en realidad de una asociación creada por latinoamericanos, cuyo fundador la mantenía latente desde el punto de vista legal. A mediados de 1994, la sociedad se revitaliza a partir de una fuerte membresía cubana, logrando servir, además de darle participación a los cubanos en un amplio marco de actividades socioculturales, de cobertura jurídica y física para dos proyectos importantes en la historia del activismo cubano en Suecia: Radio Sur, el Círculo de Estudios Cubanos de Estocolmo (editores de Cuba Nuestra) y el Comité de Solidaridad con los Refugiados Cubanos.
Radio Sur, con una salida de dos horas semanales, es el primer proyecto radial que rompe con el monopolio del castrismo en ese campo. Hasta el momento, las innumerables radios llamadas de cercanía de habla hispana habían servido de medios de agitación y propaganda a favor de la dictadura cubana, manteniendo entre los receptores un apoyo al régimen que se manifestaba tanto en recaudaciones como en respaldo y justificación pública de sus desmanes, situación que se mantiene hasta el día de hoy.
Por su parte, el Comité de Solidaridad con los Refugiados Cubanos, sirvió en primer lugar para balancear la actividad un tanto monopolizadora de la recién inaugurada Fundación Nacional Sueco Cubana, ofreciendo a las instituciones suecas y a los propios solicitantes de asilo una voz alternativa. Durante su corta existencia lograron emitir algunos comunicados, entre ellos una Carta a la Reina Silvia solicitando su respaldo para detener la deportación en masa de los cubanos. La carta nunca recibió respuesta.
Federación Nacional Cubano Sueca
A fines de 1994, el gobierno Sueco decretó la imposición de visas a los cubanos que salieran de la isla. Esto provocó una oleada de solicitantes de asilo, que al parecer habían dejado para el último momento su escape. Aviones enteros provenientes de Cuba se vaciaron en el aeropuerto de Arlanda. El gobierno respondió con una política de deportación masiva de los criollos. En medio de estas tribulaciones, surgió inesperadamente la llamada Federación Nacional Sueco Cubana. Estaba integrada por cubanos solicitantes de asilo y un presidente de origen chileno naturalizado en Suecia.
La virtud de esta organización radicó en su capacidad de movilizar a los cientos de refugiados cubanos, quienes en demostraciones multitudinarias (para el contexto sueco) llamaban la atención de los transeúntes sobre la violación de los derechos humanos en Cuba. Su acto más trascendental fue una huelga de hambre de treinta días mantenida por un grupo de sacrificados cubanos en la plaza de Sergelstorg. Hubo además reuniones tanto de las autoridades de extranjería como del Ministro que atendía la inmigración, donde en presencia de quien escribe, se le exigió firmemente a las autoridades la concesión del derecho de asilo a los Cubanos.
Sus puntos débiles fueron los siguientes: En primer lugar, el discurso demasiado ideologizado en favor de la Socialdemocracia Sueca (la responsable en esos momentos de las deportaciones) y de su líder máximo. En segundo, el aislamiento al que fue llevada la organización desde sus inicios; y por último, una dirección demasiado personalista, donde el equipo rector más que construir un mando colegiado, parecía subordinarse ciegamente a las orientaciones del presidente. Continuamente se hacían loas cuando se guardaban minutos de silencio en la memoria de Olof Palme, quien paradójicamente se había destacado por su amistad con Fidel Castro.
El estado de abandono en que se encontraban los solicitantes de asilo por parte del resto de la diáspora, logró establecer una representación en Suecia. La Unión Liberal Cubana, la organización Cambio Cubano y la Fundación Nacional Cubana Americana mostraron mediante declaraciones y cartas, su solidaridad pública con la causa de los cubanos solicitantes de asilo en Suecia, algo en lo que redundó posteriormente la Plataforma Democrática Cubana durante su seminario de 1997 en Estocolmo.
Tras la huelga de hambre y con el dinero recaudado por ésta, el líder de la Fundación viajó a los Estados Unidos en busca de solidaridad. Tras su regreso, comenzó el fenecimiento de la FNSC, acelerado por las deportaciones, las fugas de sus directores hacia otros países y la concesión de residencia a sus miembros.
Fraternidad Cubana
Más o menos por 1994 podía verse en las congeladas calles de Estocolmo un matrimonio de cubanos distribuyendo información sobre la situación de los derechos humanos en Cuba. Se hicieron llamar "Cambio Cubano" -no confundir con la asociación de Menoyo-. Su lucha, más los motivos que traían, de algún modo les valió la residencia. A diferencia de otros cubanos, continuaron su trabajo de denuncia, reclutando nuevos adeptos y cambiando el nombre por el de Fraternidad Cubana, pese a que su discurso recordaba un tanto el de la Democracia Cristiana. Recibieron apoyo en locales y recursos por parte de la Juventud Liberal Sueca, con los cuales convivieron un tiempo.
Siguiendo un tanto el modelo de "Cuba Nuestra", crearon su propia publicación: "El Heraldo Cubano", con su versión digital. Un material que lograron introducir en Cuba y cuya ideología, un tanto conservadora, trajo como resultado una buena recepción en Miami, desde donde, al parecer, llegaron algunas contribuciones monetarias enviadas más bien a título personal, lo que les permitió funcionar independientemente aunque en ningún sentido vivir de aquello.
La organización centrada fundamentalmente en la personalidad de sus creadores, fue desapareciendo lentamente a partir de la retirada de aquellos de la actividad informativa sobre Cuba y su posterior emigración a España, donde actualmente se encargan de la página de "Cuba Católica" y moderan una lista de debate cubano.
Réplica y comentarios al autor: estefaniaulet@hotmail.com
Para consultar otros documentos sobre el tema visite la revista Cuba Nuestra.
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