La dictadura de Batista en crisis, la de Fidel emerge.
Señalamos en artículos anteriores que varios dirigentes obreros desde el golpe del 10 de marzo de 1952 asumieron la acción insurreccional. La mayoría se plegó al gobierno de facto ante la promesa de respetar los logros sindicales ganados hasta la fecha, con la intención de encontrar la oportunidad para actuar en su contra, por vía pacífica o violenta, tan pronto fuera posible.
Mencionamos a Calixto Sánchez, líder de los trabajadores aéreos, que desembarcó en la costa norte de la provincia de Oriente al mando de un grupo de auténticos. Fue derrotado. No recibió la menor asistencia de los grupos que operaban en la provincia. El gobierno envió todo un regimiento -la mayor movilización militar contra un grupo guerrillero- para la captura y asesinato de los combatientes que se incorporaban a la lucha armada.
Hicimos referencia a la Junta de Miami (enero de 1957) y al Pacto de Caracas (julio de 1958). En la primera se pretendió crear un frente nacional de oposición en que el movimiento obrero era representado por el Directorio Obrero Revolucionario, constituido por Ángel Cofiño, Basilio Medina, Pascasio Lineras y otros dirigentes nacionales con firmes bases sindicales. En el Pacto de Caracas aparecen constituidas la Unidad Obrera, el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y la Organización Auténtica, representadas por David Salvador, Orlando Blanco, Pascasio Lineras, Lauro Blanco, José M. Aguilera y Ángel Cofiño.
El pacto de unidad de todos los sectores oposicionistas para derrocar a Batista, parecía consolidado, olvidando pasadas discrepancias. El proyecto democrático tomaba forma. Ya comenzaba a resultar evidente que la dictadura estaba condenada a su desplome en consecuencia de la decisión oficial hecha pública por parte del gobierno de EEUU de suspender la asistencia militar al gobierno de facto.
Los medios de publicidad nacionales y extranjeros comenzaban a crear el liderazgo de Castro, centrando su publicidad en él. No comprendíamos la mayoría de nosotros que los intereses económicos hegemónicos estaban más preocupados en el posible retorno de Carlos Prío con la OA, o que emergiera como fuerza determinante la AAA dirigida por Aureliano Sánchez Arango, además de que consideraban impredecible al Directorio Revolucionario.
El Movimiento 26 de Julio se consolidaba como un grupo subordinado en la acción y pensamiento a las decisiones del Comandante en Jefe. Las ideas expresadas por Fidel Castro eran vagas, generalidades del lenguaje común que no lo comprometían a definiciones o a programa político alguno. En actitud aparentemente abierta, invitaba a todos los factores políticos y sociales, sin ceder en un ápice sus objetivos del poder por el poder. Los acuerdos, todos difusos, los compromisos tácitos o expresos, eran formalidades que desconocía al día o semana siguiente de haberlos contraído.
Un ejemplo notorio de la conducta del castrismo al asumir el poder se puso de manifiesto cuando los dirigentes obreros independientes de la OA, los integrantes de la Junta de Miami y del Pacto de Caracas, fueron inhabilitados para participar en elecciones sindicales. La mayoría de ellos hubieran sido electos en sus bases contra los posibles candidatos del Movimiento 26 de Julio.
El que hubiera observado objetivamente el período comprendido desde que se proclamara la huelga obrera con apoyo armado, ignorando el Pacto de Caracas, hasta el desplome de la dictadura de Batista, hubiera comprendido la estrategia y táctica de Fidel Castro. Batista fue depuesto mediante un golpe de Estado operado por una junta militar presidida por Gral. Eulogio Cantillo, la cual, con la pretensión de hacer parecer que actuaba conforme a lo que determinaba la Constitución de 1940, designó al Magistrado del Tribunal Supremo, Dr. Carlos M. Piedra, como Presidente de la República. Este episodio del proceso político lo comentaremos en un próximo artículo.
Regresando al tema de la huelga general obrera, hoy es evidente que de modo alguno el plan de acción de Fidel Castro estaba dirigido a ofrecer apoyo armado a un movimiento de huelga que él mismo había convocado.
Mientras la acción obrera se estructuraba y se planeaba su ejecución, Fidel Castro dividía sus fuerzas militares. Envía a Raúl Castro con el grado de primer comandante al mando de la columna número 6 para que operara en el terreno montañoso al norte de la Provincia de Oriente, internándose en la Sierra Cristal, área muy ajena a los núcleos urbanos en que podía sustentarse la Huelga General. Días después, envía a Camilo Cienfuegos a abrir un tercer frente en Oriente en los llanos del Rió Cauto, el más caudaloso del país, área que permitía movimientos operativos de gran rapidez, que sin confrontar al ejército, tendrían gran repercusión publicitaria. Ordena al Movimiento 26 de Julio a no prestar asistencia alguna a los grupos alzados en la provincia de Las Villas del Directorio Revolucionario y de otras organizaciones.
Las tareas de consolidación de estos nuevos frentes guerrilleros en proceso de sustentarse en sus nuevas bases, no ofrecían la posibilidad de articular golpes de envergadura que pudieran ofrecer soporte adecuado a la proyectada huelga.
Las consecuencias de la huelga obrera con asistencia armada, asistencia que no recibió, era fácil preverla. Una gran victoria política para Fidel Castro que consolidó su autoridad. Hasta ese momento, a él se le consideraba el Jefe del Ejército Rebelde del 26 de Julio -jefe militar-, y el Movimiento tenía una Dirección Nacional -organismo político de dirección civil-.
La huelga no creaba riesgo alguno para al Ejército Rebelde del 26 de Julio, y no afectaba sus líneas de comunicación y suministros, al no participar en la misma el movimiento en la provincia de Oriente. La comandancia general del Ejército Rebelde era Fidel Castro. Las jerarquías tenían la durabilidad que en cada momento determinaba el Comandante en Jefe, y esta modalidad de dirección pronto se impuso a los combatientes en las ciudades y en la llamada Dirección Nacional.
El terror impuesto por la dictadura desvertebró en el primer momento a los movimientos de acción y sabotaje, resistencia cívica, y los cuadros obreros se lanzaron a la acción insurreccional. El pueblo, horrorizado ante la barbarie de la dictadura, se sumó de una forma u otra a los combatientes por la libertad. La prensa nacional e internacional proyectaba en forma definitiva a Fidel Castro como el líder de la revolución. Líder, que al no comprometerse a cambios sociales o estructurales de la sociedad cubana, convencía a los intereses azucareros, mercantiles y empresariales en general, de que Batista ya no ofrecía garantía alguna y podía avanzarse con Fidel Castro.
La represión masiva y criminal policíaca hizo que la juventud de todas las banderías o independientes se sumaran a la lucha subversiva. Los cuestionamientos cesaron. Lo importante era derrocar al tirano. El trabajo tesonero del Comandante Diego y José María de la Aguilera por acopiar fondos de Manolo Ray, Rufo López Fresquet, y la presencia creciente del Directorio Revolucionario, la Triple A y la Organización Auténtica muy pronto intensificaron la lucha clandestina.
La tensión en las ciudades se incrementaba y se hacía brutalmente sangrienta. Existía sabotaje en las plantas y conexiones eléctricas, conductos de agua, ataques a cuarteles policíacos, y las bombas que cada noche estallaban -generalmente sin metralla- por dondequiera, especialmente en la ciudad de La Habana, aproximadamente a las 9 PM.
Los mensajes de Fidel Castro para las fuerzas armadas se intensificaron, mientras que la conducta con los militares hechos prisioneros era generosa. Los que no se sumaban a las fuerzas guerrilleras al regreso a sus casas eran portadores de un mensaje conciliador. Mensaje que además se daba a conocer desde la Sierra Maestra en las transmisiones de Radio Rebelde.
Síntesis de los cinco puntos del mensaje conciliador:
El Ejercito Rebelde y el Movimiento 26 de Julio aceptaban discutir una solución de paz con las Fuerzas Armadas sobre las siguientes bases:
1.- Detención y entrega del dictador a los tribunales de justicia.
2.- Detención y entrega de todos los líderes políticos responsabilizados con la dictadura a los tribunales de justicia.
3.- Detención y entrega a los Tribunales de Justicia de todos los militares que se han caracterizado por sus torturas y crímenes, tanto en las ciudades como en el campo.
4.- Entrega de la Presidencia Provisional de la Republica a la figura que designaran todos los sectores que combaten a la dictadura, para que se convoque, en él más breve plazo posible, a unas elecciones generales.
5.- Reestructuración y alejamiento de los institutos armados de las luchas políticas y partidistas, y que las fuerzas armadas se concentren en defender la Constitución y las leyes.
La maniobra siguiente de Fidel Castro es ordenar al Che Guevara que se trasladara a Las Villas con la columna "Ciro Redondo" y, como su segundo al mando, nombra a "Máximo Gómez" Camilo Cienfuegos. El traslado de estas fuerzas tenía por objetivo asumir el mando absoluto de las fuerzas guerrilleras que operaban hace más de un año en las provincias, con autoridad de nombrar comandantes de columnas, ejercer la justicia militar y lograr las recaudaciones necesarias para las fuerzas rebeldes. Al efecto de poder atravesar las llanuras de Camaguey, le entregaron al coronel Víctor Dueñas la cantidad 100,000 pesos para que se hiciera "de la vista gorda" para no detectar a la fuerza guerrillera.
Al llegar a Las Villas, el Che Guevara pretende que todas las fuerzas guerrilleras se unan al Ejército Rebelde bajo su jefatura y recibe un absoluto rechazo. El Directorio, posiblemente para demostrar su capacidad de acción o dar un golpe de efecto, con Rolando Cubela, José A. Echeverría, Faure Chomón y Eduardo García Lavandero al mando de la columna, en la noche del 13 de octubre, ocupan los pueblos de Placetas y Fomento, las dos poblaciones más importantes ocupadas después de Cienfuegos, cuando la sublevación de la Marina de Guerra. Este hecho quizás fue determinante para el "Llamado Pacto de Pedrero", además de que el Che había hecho conocer su decisión de marginar al 2º Frente del Escambray en toda concertación. El pacto fue firmado por Ernesto (Che) Guevara, comandante en jefe de la región de Las Villas, el Movimiento 26 de Julio, y por Rolando Cubela, comandante en jefe de la región de Las Villas, y por el Directorio Revolucionario.
Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org
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