Ojalá y esté equivocado, pero todo hace suponer que tarde o temprano, en este sexenio o en alguno de los que sigan, el gobierno mexicano tendrá ante sí un problema económico cuya magnitud será tres veces superior al que representó en su momento el fatídico FOBAPROA.

Para dar una idea aproximada de la grave dimensión del problema, al valor actual, correspondiente a los derechos ya adquiridos, es decir, sagrados de los que dedicaron su vida al servicio público, se necesitarán dos billones de pesos en pensiones, -que no se tienen- tanto para aquellas dependencias relacionadas con la Administración Pública Federal, incluidas en el ISSSTE, las Secretarías de Estado, como para el propio IMSS, Comisión Federal de Electricidad, Luz y Fuerza del Centro, Pemex, Nafín, Banobras, Banrural entre las más importantes. Ojalá y haya una autoridad que me corrija si estamos en un error; de otro modo, deberíamos de prepararnos para enfrentar un gravísimo problema de éste y los siguientes gobiernos: la virtual inexistencia de reservas para pagar la pensión de sus trabajadores.

No hay dinero y el que hay, tarde o temprano no va a alcanzar ya que prácticamente la totalidad de esas erogaciones el gobierno las solventa con recursos presupuestales del año corriente. El problema se hace agudo sobre todo para aquellos que ya trabajaron y que se podrían clasificar como pensiones en curso de pago. El asunto es de extrema gravedad, ojalá el gobierno replantee -con toda seriedad- un sistema de pensiones públicas que dé certidumbre ante las ineludibles necesidades de una población envejecida -de la que todos formaremos parte -.

En la administración pasada, el gobierno señaló que el IMSS no podía continuar como responsable del sistema de pensiones de la gran mayoría de los mexicanos; lo que no dijo con claridad fueron las razones de fondo que orillaron al gobierno federal a asumir esa posición.

En aquellos momentos el país intentaba superar los efectos destructivos del error de diciembre de 1994; teníamos a un gobierno tercamente empecinado en rescatar a banqueros y constructores de carreteras "por el bien del país". Sin embargo, pese a las estrategias adoptadas, no supieron o no pudieron impedir que la sociedad descubriera el quebranto financiero en las reservas técnicas del IMSS, que son -sin duda-, el principal sustento del sistema de pensiones de la mayoría de la población beneficiaria a nivel nacional.

Un alto funcionario gubernamental de aquellos obscuros días, recomendó al titular del ejecutivo, reformar la Ley del IMSS para desactivar esa bomba de tiempo y con la misma piedra fortalecer a los grupos financieros -lidereados por banqueros- para crear un sistema de pensiones privatizado, a fin de apoyar al sistema financiero nacional con el ahorro interno de los trabajadores mexicanos.

Para los liberales, una vez más, el presidencialismo mexicano aplicó sus manifestaciones más autoritarias en el ejercicio del poder, al entregarle a los especuladores los ahorros que con mucho esfuerzo habían comenzado a acumular los trabajadores a través del SAR.

De la noche a la mañana aparecieron las "Afores" ofreciendo a los trabajadores una imaginaria pensión de primer mundo cuando éstos cumplieran la mágica edad de 65 años. Había que reforzar el argumento; se montó una gran tramoya financiera en donde se presentaba con bombos y platillos un supuesto paradigma: Chile, modelo a seguir en la privatización de las pensiones.

Sí. Despertaban los trabajadores con la novedad de que tenían que pagarle una comisión a alguien por administrar sus modestos ahorros, además, ese alguien, era quien recientemente les había robado con un escandaloso incremento a las tasas de interés por el uso de los créditos bancarios.

Recientes estudios actuariales en la materia, nos muestran una estructura poblacional que habrá de demandar el pago justo de sus pensiones en un futuro no muy lejano; el estado actual de los activos financieros de las afores tampoco tienen la solidez suficiente para responder a estos próximos pensionados. Por ello, los administradores de las afores han pedido al gobierno flexibilizar la reglamentación que les impide especular más con los fondos de los trabajadores. Cuidado, en Chile ya se presentó los primeros casos de administradoras de fondos de pensiones con problemas de quebranto.

El Frente Liberal Mexicano, próximo Partido Liberal Progresista, planteará modificar la legislación sobre pensiones, para que sea el trabajador quien decida con libertad, si requiere de alguien para invertir sus recursos para el futuro incierto de su vejez, o prefiere que el Estado siga siendo responsable del sistema nacional de pensiones.

El ahorro interno en un país medianamente civilizado, no se fomenta por la fuerza, se crean las condiciones macroeconómicas para que el trabajador promedio entienda que el ahorro es un hábito personal y familiar que engrandece a una nación. Y esto es posible siempre y cuando su salario sea remunerador, con suficiente poder adquisitivo y con baja inflación; para convencerlo de ahorrar, las tasas de interés que se le paguen, deberán estar por arriba de la tasa inflacionaria real, que no es la oficial.

En lugar de alentar más intermediación financiera, los liberales proponemos un sistema de inversión a PEMEX y la CFE, por ejemplo, que se base en los ahorros de nuestros trabajadores, para generar con esto dos efectos positivos: el primero, garantizar rendimientos reales para las pensiones de los trabajadores ya que estas empresas garantizan ganancias. El segundo efecto consistiría en financiar sanamente a estas dos empresas nacionales, sin necesidad de recurrir a los nocivos efectos del endeudamiento externo.

De la mitología griega a la neomitología tecnócrata, el sentido del futuro deberá dirigirse a las soluciones con sentido común, que sean por y para el bien de México.

Derecho a réplica y comentarios: senadors@hotmail.com y salvadorordaz@hotmail.com