Su visita causó otra vez un temblor. Esta vez no me refiero a un movimiento de la tierra, sino a una sacudida distractoria del momento político tan importante que, aunque ya ha comenzado, se sentirá de lleno el primero de diciembre.

¿Qué mérito tiene presentarse en el canal del gobierno con dos personas, que desde siempre le han rendido tributo, para contestar preguntas insulsas que ponen en evidencia el matrimonio del oligopolio de los Azcárraga, desde 1929, con el gobierno?

En esa pseudo-entrevista, los "voceros del pueblo" fueron: Héctor Aguilar Camín, quien apoyó la idea de elegir a Zedillo como sustituto de Colosio, y Joaquín López Dóriga, quien habló maravillas de la política neoliberal y antisoberana de Salinas.

Otra burla más del frustrado aspirante a la dirección del organismo económico más importante del mundo. ¿Con qué cara viene a decir que Zedillo es el culpable del Error de Diciembre, si fue él quien retrasó dicha devaluación para salir con las manos limpias, y ¿cómo el país no iba a quedar en ruinas después de las privatizaciones, el Tratado de Libre Comercio y todo lo que robó y roba? Nada más hay que recordar que cada peso que gastemos en una llamada de teléfono o en un cafecito en Sanborn's va para quien nos hizo creer que vivíamos en el "primer mundo".

Su libro viene a ser un ridículo intento de salvar un poco de credibilidad si es que le quedaba alguna. Lástima para él que no se haya puesto de acuerdo con su hermano, y además, que Zedillo interviniera la famosa llamada telefónica.

De toda esta maraña de suciedad política queda algo claro. El gobierno actual y Salinas le están preparando el tapete a Fox, que con los mismos ideales del sexenio pasado (en el cual Don Vicente votó a favor de sus reformas), continuará engañando al pueblo mexicano para salvaguardar los intereses de todos aquellos que siguen midiendo la resistencia del pueblo mexicano, como el honorabilísimo y de intachable reputación, San Carlos Salinas de Gortari (virgen y mártir de México).

Mauricio Ortega