Con la muerte del ingeniero Heberto Castillo, ocurrida hace cinco años, el PRD perdió a un importante contrapeso a la visión neopriísta que impusieron en este instituto político la familia Cárdenas y los grupos de la Corriente Democrática del PRI.
Si bien es difícil saber qué habría ocurrido en el PRD si Heberto estuviera aún entre nosotros, sí nos es posible imaginar que, por su congruencia y su naturaleza rebelde y crítica, seguramente estaría indignado ante lo que ha venido ocurriendo desde 1999 en el proyecto de centroizquierda que ayudó a construir. Estaría denunciando las mapacherías de las que por cierto también fue objeto cuando Cuauhtémoc Cárdenas impulsó para presidir al partido a López Obrador. Es difícil entender cómo pudo ser derrotado tan abrumadoramente, cuando Andrés Manuel era un dirigente menor. Heberto solía decir que en Tabasco habían votado hasta las piedras.
El ingeniero fue consecuente con la necesidad del cambio. Por ello en 1988 declinó su candidatura a favor de la de Cárdenas. El día en que se formalizó ese acto, la generosidad de Heberto contrastó con la soberbia de Cuauhtémoc, quien se negó a un simple apretón de manos. Las razones de Cárdenas tenían que ver, según estimó en casa el ingeniero Castillo, con las declaraciones de éste durante la campaña presidencial del 88. En particular con aquella pregunta que realizara públicamente: "¿Dónde estabas Cuauhtémoc en el 68?", y que salió publicada en diversos medios. En realidad la pregunta de Heberto lastimó porque entre líneas revelaba que, incluso hasta antes del 88 Cárdenas fue un priísta distinguido. Con todas las complicidades que ello implica.
Pienso que Heberto habría justipreciado el incipiente cambio democrático que vive el país. Y probablemente habría también invitado a Cárdenas a declinar a favor de Vicente Fox. En este sentido hay que destacar que el 29 de agosto de 1994, en relación al proceso electoral que condujo a Ernesto Zedillo a la presidencia de México, en un artículo publicado por Proceso y titulado "El voto del miedo", el ingeniero escribió: "Por ello, a pesar de todas las diferencias que pueda haber entre el PRD y el PAN, es necesario que sus dirigentes y sus todavía candidatos a la presidencia se sienten a discutir y considerar la posibilidad de una defensa conjunta de la limpieza de estas elecciones y de una alianza futura para acabar con el predominio del PRI en la política nacional. Es una tarea patriótica de la dirección del PRD que debemos proponer y alentar".
El que fuera enemigo de los homenajes, porque argumentaba que eran como actos de contrición, es recordado en modestos homenajes del gobierno del Distrito Federal. Señalaba que había que seguir el ejemplo de quienes admirábamos, y no sólo recordarles el día de su nacimiento o de su muerte. Tristemente, su ejemplo político duerme el sueño de los justos. Ni qué decir de su legado tecnológico, desdeñado inclusive por los gobiernos perredistas.
Si bien es cierto que Fox le recordó un par de veces en su toma de posesión, también es verdad que a partir de ese día desapareció de su discurso. Al final, canceló compromisos y se deslindó totalmente de la izquierda que le apoyó.
El ejemplo de Heberto está ahí para todos. Cuando las cosas se complicaban, o cuando parecía sufrir una gran derrota y le preguntaban en relación a lo que haría, era común escucharle decir: "volver a empezar". A cinco años de su partida, y en muchos sentidos, es tiempo de volver a empezar.
Réplica y comentarios al autor: drhectorcastillo@hotmail.com
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