La importancia del diálogo civilizado.

En la reciente visita del Presidente Fox a Mérida, se suscitó un hecho que preocupa sensiblemente a los liberales. Un grupo de legisladores priístas intentó acercarse a él para entregarle unos documentos. Éste les pregunta: ¿De qué partido son? Al contestar ser del PRI, el presidente se niega a atenderlos.

El presidente Fox perdió la valiosa oportunidad de enviar una señal de pluralidad y respeto, al recibir las peticiones de los legisladores yucatecos.

Lo lamentable del hecho es que se da en pleno proceso de transición democrática. El presidente Vicente Fox llega al poder postulado por una alianza de dos partidos, sin embargo, la investidura republicana que ostenta debe ser respetada, en tanto significa que se gobierna para todos sin distingo de partidos políticos.

Por otro lado, la actitud de los priístas que insultan al presidente, pone de manifiesto la falta de cordura y argumentos para encauzar sus peticiones en los canales adecuados. La estatura institucional de un legislador no le permite expresarse de esa forma. El fuero constitucional no es de ninguna manera, un cheque en blanco para incumplir con lo que las leyes marcan. Tanto la no atención, como el insulto, no son, ni pueden ser formas de interlocución. La civilidad y el respeto deben ser norma y no excepción de trato entre los distintos poderes de la República.

La historia de Yucatán nos muestra una sociedad de contrastes. Es por ello que vemos una sociedad urbana que ha decidido los últimos años aglutinarse en torno al PAN, mientras que la rural continúa siendo votante activa en favor del PRI.

Desde los conflictos de castas, hasta los legados de Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto, observamos un espectro plural y diverso. Un liberal destacado fue Manuel Crescencio Rejón, defensor de las atribuciones y autonomía del poder judicial y entusiasta promotor del derecho de amparo.

Los liberales progresistas ofrecemos a la sociedad yucateca, nuestros buenos oficios y la mejor de las disposiciones para favorecer un adecuado clima de diálogo entre los diferentes partidos. Representamos un legado cargado de respeto y de libertad con responsabilidad. Las acciones futuras son promisorias si nos damos la oportunidad de convivir entre visiones diferentes, pero todas con dignidad.

La institución presidencial puede consolidar la transición democrática, si es capaz de incorporar a sus acciones de gobierno el toque sensible de la humildad para escuchar a todas las voces.

El presidente de la República llegó al poder con el 43% de la votación en el 2000. El otro 57% del electorado votó por otros candidatos; Fox tiene el compromiso de gobernar para todos los mexicanos, sin importar su preferencia política. ¿Acaso no tienen la misma validez los reclamos de cualquier ciudadano, aunque no sea del PAN? El presidente debe encauzar al 100% las esperanzas de toda la sociedad mexicana. Todo parece indicar que para la elección presidencial del 2006 se presente la posibilidad de triunfo de un candidato con sólo el 35% de los sufragios, lo que nos debe llevar a pensar en otros mecanismos electorales para lograr una legitimidad superior al 50%. Gracias a esto se gobernaría con una base social más amplia, que evitaría en cierta medida que el presidente no contara con los apoyos suficientes para su gestión de gobierno.

Panistas y priístas deben entender que el ejercicio del poder no es privilegio, es compromiso social, que debe ser asumido con total responsabilidad.

Los liberales progresistas queremos ser puente en las coincidencias entre antagónicos, con una perspectiva de equilibrio, y en todo momento evitar que se polaricen las posiciones de los partidos encontrados.

Vemos a Yucatán integrado plenamente al desarrollo del país y como uno de los principales pivotes en el Plan Puebla-Panamá. Tenemos la certeza de los buenos resultados que se obtienen cuando las partes ponen su mejor ánimo para alcanzar acuerdos.

Que el respeto entre poderes sea la divisa común de entendimiento. Nos reiteramos como facilitadores en el proceso de interacción y civilidad entre las partes. Que sea por el bien de todos y de México.

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