Los responsables de operar la decisión de construir el nuevo aeropuerto en Texcoco, seguramente asumieron que los pobladores se resignarían a su suerte y que sumisamente aceptarían un ínfimo precio como pago por sus tierras. A estos operadores se les olvidó que las tradiciones y costumbres de los pueblos no tienen precio, pero, sobre todo, que cuando la dignidad de las personas es lastimada, entonces no hay fortuna lo suficientemente abundante para liquidar la factura del perdón.
Ojalá entendamos que la circunstancia de transición democrática que vive el país, nos obliga a todos los actores políticos a inaugurar usos y costumbres distintas a las del pasado. El autoritarismo ya no tiene razón de ser; de ahora en adelante el intercambio responsable y propositivo es el que habrá de prevalecer en las discusiones futuras por la Nación.
El diálogo es instrumento básico para el entendimiento. La Secretaría de Gobernación se ha visto en la necesidad de intervenir en este diferendo, con el fin de serenar los ánimos entre los habitantes de San Salvador Atenco y disminuir el impacto negativo ante la opinión pública nacional e internacional.
Nadie duda de la imperiosa necesidad de comunicarnos mejor y en forma eficiente con el resto del mundo. Esto nos motiva a desarrollar tecnologías de comunicación que respondan a las necesidades de un país en constante evolución. El sueño de la modernización de la sociedad mexicana se incrusta en la globalización, e impulsa nuestros esfuerzos para crear nueva infraestructura en materia de aeropuertos, terminales marítimas, ferrocarriles, carreteras y de telecomunicaciones.
El transporte aéreo no sólo contribuye a la comunicación rápida entre los seres humanos, también es un símbolo en las grandes hazañas del hombre a partir del siglo veinte. Emular el gracioso y ágil vuelo de las aves, desafiando a las leyes físicas, es un sueño que el hombre ha sido capaz de convertir en realidad.
La aviación mexicana ha realizado un gran esfuerzo para desempeñar esta noble actividad dentro de los márgenes de seguridad que merecemos los mexicanos; ejemplo de ello es la participación comprometida desde el punto de vista técnico, para la construcción de un nuevo aeropuerto. Entre las razones expuestas se encuentra la saturación de la terminal actual y de su nula posibilidad de crecimiento. A todo ello, debemos sumarle el componente de envejecimiento de las flotas aéreas de las aerolíneas nacionales.
Nos encontramos con el caso de Grupo Cintra, que es el controlador de Aeroméxico y Mexicana con sus respectivas líneas regionales, (Aerolitoral y Aerocaribe, respectivamente), cuyo parque aéreo, aunque relativamente joven, debe ser renovado en muy corto plazo, o sea, las flotas de DC-9-32 en el caso de Aeroméxico, y de los Boeing 727-200 de Mexicana. Aviacsa tiene una flota en donde todos sus aviones son de segunda mano y con más de quince años en promedio de haberse construido. Lo mismo sucede con Aerocalifornia y Aerolíneas Internacionales. Como se puede apreciar, a la aviación mexicana le hace mucha falta un gran soplo renovador que le permita despegar a la altura de nuestros sueños.
Considerar la opción de Tizayuca, enriquecerá los nuevos criterios de decisión, además de incluir la determinación de no cerrar totalmente la terminal actual. Una nueva terminal en Tizayuca contribuiría a desarrollar una zona distinta a la del Valle de México que ya está saturada, ayudando a los estados de Hidalgo, Querétaro, Edo. de México y Veracruz. Además, nos obligaría a aprovechar la infraestructura del ferrocarril existente para desarrollar un tren rápido entre Buenavista y Tizayuca, generando con esto una mayor derrama económica.
Esta opción obligaría al Gobierno del Distrito Federal a agilizar y ampliar las vialidades de Buenavista a Indios Verdes y ayudaría a terminar con el cáncer de corrupción en el Centro de Transferencia Multimodal (CETRAM) de Indios Verdes, que constantemente provocan problemas de vialidad en el camino a Pachuca.
Los liberales proponemos que el Gobierno Federal reconsidere su decisión inicial, con respecto al nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Es de sabios cambiar de opinión y rectificar el rumbo; hacerlo significa un acto de humildad y, sobre todo, un acto generoso en el ejercicio de la libertad con responsabilidad.
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