La gran oportunidad que tienen los medios de comunicación para ser protagonistas de la historia, representa un compromiso que requiere de profesionalismo y sensibilidad. La diferencia entre transmitir los hechos con puntualidad y veracidad o convertirse en una maquinaria de propaganda de unos cuantos, es realmente significativa. En estos días hemos compartido momentos especiales de muchos mexicanos que esperan la quinta visita a México de Juan Pablo II.
El liberalismo se congratula de que en esta transición democrática existan comunicadores que han efectuado aportaciones relevantes en medio del océano de lo absurdo, profesionales que se convirtieron en un oasis para ofrecernos los deliciosos dátiles de la crítica y el análisis. Juntos, sociedad y comunicadores, recorremos los pasos del entendimiento y los hacemos nuestros para escucharnos en cada pisada.
Son los vientos del cambio los que nos hablan de la posibilidad de decirnos entre los mexicanos, todo aquello que deseamos transmitir a nuestros semejantes, atendiendo a las voces de la imparcialidad.
Ojalá que el manto de la autocrítica nos deje cohabitar en paz. Los liberales no queremos tribunales de la censura, ni permitiremos que se silencie a las minorías. Una manifestación básica de los derechos humanos es la posibilidad de que todos tengamos la oportunidad de expresar lo que convenga a nuestra existencia civilizada.
El pasado, cargado de manifestaciones autoritarias en el ejercicio de la libertad de expresión, acotó la posibilidad de revisar nuestros actos cuestionados, e impidió la oportunidad de escuchar las voces de la diversidad para serenar las aguas de la República; hoy sabemos que para la verdad y la objetividad no hay plazos y para el liberalismo humanista no hay justificación que avale la intolerancia.
La práctica autoritaria acostumbraba a invocar las razones de estado para aplicar la censura; con ello se atropellaba la libertad de la comunicación. Esos tiempos afortunadamente se han ido extinguiendo con el paso de las nuevas generaciones. Ahora, esa rica sabia renueva el proyecto de nación con un rostro más humano y asume un rol protagónico en el mundo actual. México será de nueva cuenta reconocido por su vocación liberal y profundamente justa con los seres humanos.
La libertad de expresar nuestros propósitos es virtud alcanzable para todo aquel profesional responsable de la comunicación. Parafraseando a John F. Kennedy, "un día tuve un sueño" ...y en medio de él todos éramos capaces de comunicarnos teniendo en una mano el corazón y en la otra la razón, haciendo de la comunicación un proceso democrático para el entendimiento humano, ejercicio sereno y mesurado que trasciende las fronteras de una sola mente o un solo punto de vista.
Sin duda, un ejemplo de comunicador es el Papa Juan Pablo II, con quien podemos estar de acuerdo o no con sus planteamientos de doctrina social, pero a quien reconocemos como un líder serio en el mundo de la fe católica.
Asentir y disentir es la magia que envuelve el ejercicio de la libertad con responsabilidad.
Derecho a réplica y comentarios: salvadorordaz@hotmail.com y partidoliberal@hotmail.com
|