Cuando me senté a la mesa frente a un pequeño grupo de indígenas chiapanecos y campesinos pobres, me observaron con recelo. Estaban también pequeños productores pecuarios y pescadores del estado de Chiapas interesados en presentar sus propuestas al nuevo gobierno. Yo había conseguido que el equipo de transición en materia agropecuaria que presidía el compadre de Vicente Fox, Javier Usabiaga, avalara (a regañadientes) la realización de los Foros de Participación Ciudadana, la ganadería y el desarrollo rural integral en México. Opciones para el cambio. La participación nacional rebasó las 5,300 personas, hacia el final de octubre y el inicio de noviembre del 2000.
Juan era un indígena de Chiapas, de complexión delgada, talla pequeña y ojos casi negros y grandes. Tenía en sus manos, en un papel maltratado, su pequeña propuesta que presentó a la mesa en representación de un grupo indígena de pescadores. Escrita a mano, sobresalía por lo sencilla y escueta de entre las propuestas encuadernadas y las que en programas de cómputo presentaron los productores más grandes, pertenecientes a la Confederación Nacional Ganadera y los grupos de universitarios.
A pesar de no haber concluido más que la primaria, Juan y los dos indígenas que le acompañaban habían comprendido la idea de los foros. Por ello no llegaron a solicitar créditos, ni a pedir nada. Proponían la creación de una pequeña cooperativa indígena de pescadores que tuviera, desde su formación, el respaldo técnico de la Universidad Autónoma de Chiapas para producir y para transformar sus productos. Requerían del apoyo de la Sagarpa y Sedesol para la comercialización. Era una propuesta ciudadana. Su propuesta. No la de nadie más.
Debo reconocer que me intimidaba la humilde presencia de esos pescadores indígenas. Yo había inaugurado el foro en Tuxtla Gutiérrez y había resaltado, en mi breve discurso, el compromiso personal no sólo de hacer llegar al nuevo gobierno las propuestas que de ahí emanaran, sino de impulsarlas como actividades prioritarias. Propuestas que por surgir de los trabajadores del campo del sureste (en este caso) podrían incorporase al Plan Puebla Panamá, en lugar de imponerles proyectos empresariales y expulsarles de sus tierras.
Cuando estuve a la mesa frente a Juan, éste clavó sus grandes ojos en los míos y me dijo: "La verdad es que nosotros no tenemos confianza en el nuevo gobierno. Sabemos quien fue su padre (Heberto) y es por eso que asistimos. ¿Usted cree que Fox sí nos apoyará esta vez?" La pregunta me dejó pensativo. No sabía qué responder y decidí decirle lo que opinaba. No lo sé Juan, contesté. Pero haré todo lo que esté a mi alcance para que así sea. No sé si el nuevo gobierno cumplirá su palabra, pero puedes estar seguro que yo cumpliré la mía. Me comprometo a no participar en el nuevo gobierno si no te escuchan, concluí.
Tal vez Juan no sabe que terminé deslindándome del nuevo gobierno. Quizás tampoco sepa de mi obstinación por que el material de los foros se considere alguna vez por quienes dirigen los asuntos del campo de este país. Quizás tampoco sepa que renuncié a tener una posición de asesor en Sagarpa con un salario de 98 mil pesos, indignado porque no comprendieron que mi interés era impulsar las propuestas ciudadanas y no la búsqueda de empleo.
Cuando Juan me hizo la pregunta hace 21 meses yo no estaba seguro de la respuesta. Ahora puedo responderle con certeza. No Juan. No les darán el apoyo otra vez. Javier Usabiaga no ha tenido tiempo para conocer tu propuesta o no la ha querido ver. Y el presidente Fox, que la recibió de mis manos, tampoco. El nuevo gobierno, puedes estar seguro, no cumplirá su palabra.
Réplica y comentarios al autor: drhectorcastillo@hotmail.com
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