Demos una oportunidad a la República
Los liberales apoyamos el llamado que hace el titular del Poder Ejecutivo a un Acuerdo Nacional, sostenemos la necesidad de incluir a todas las voces, atendiendo en primera instancia aquellos temas en donde tenemos la convergencia de muchos y el disenso de pocos, para posteriormente transitar a los temas en donde las coincidencias son flor de un día que difícilmente habitan en un invernadero; evidentemente se requiere de mucho talento y sensibilidad para conducir los diversos ritmos del país, haciendo del conjunto una sinfonía criolla que armonice, o un eco estridente que confunda y desoriente.
Ni los tecnócratas de ayer, ni los head hunters de hoy han encontrado la piedra filosofal que responda a la compleja realidad nacional. Los liberales mexicanos tenemos referencia probada de que desde el extranjero no se pueden encontrar las soluciones que reclama México, pero pueden ser un coadyuvante en la medida en que seamos capaces de potenciar los puntos de ventaja competitiva y desarrollo tecnológico.
El campo mexicano casi siempre es objeto de lamentaciones y buenas intenciones. En esta oportunidad coincidimos con el planteamiento presidencial de estructurar un blindaje agropecuario para enfrentar las condiciones desleales que el fisco de los Estados Unidos provoca con los altos subsidios a los productores de aquel país. Los liberales nunca respaldaremos prácticas de subsidio comercial a los que siempre han sido beneficiarios de condiciones privilegiadas en el comercio internacional; no estamos dispuestos a sacrificar a nuestros campesinos para darle ventajas a quienes ética y comercialmente no se las merecen.
Compartimos la visión de un Estado laico que respete la diversidad de creencias, así como la obligación del gobierno para que se den las condiciones necesarias para la práctica de los credos en un clima de libertad. La administración Fox nos propone pasar del asistencialismo a la corresponsabilidad social. En primera instancia, nos parece adecuado el enfoque, siempre y cuando signifique dejar atrás la compra de votos con estos programas. Y no se nos olviden las asimetrías sociales que son ancestrales en nuestro país. Si se reconocen con objetividad esas premisas nos sumaremos a este esfuerzo.
La reforma del Estado es un tema pendiente al que no se le ha dado el impulso suficiente, y debemos tener muy claro que alternancia y transición no son lo mismo. La primera no nos lleva precisamente a la segunda. Por otro lado, lo reclamado por la patria es el cambio real; echar a andar los engranes de una transición democrática, de carne y hueso, aquélla en donde podamos parafrasear a José Vasconcelos: "...por mi raza hablará el espíritu", y aceptarnos como una legítima aspiración de grandeza nacional.
Reconocer que no se han cumplido las metas propuestas, es el principio para corregir el rumbo y darnos la opción de construir nuevos derroteros. Los liberales mexicanos nos adherimos a este ánimo.
La estabilidad no puede ser ausencia de certidumbre. Dejemos que la República decida por las mejores opciones. El Partido Liberal Mexicano serenamente ofrece a la sociedad la visión de un proyecto nacional con profunda vocación humanista, en donde los sueños no son quimeras, son metas deseables que se alcanzan con esfuerzo y organización.
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