La reciente fuga del conocido capo del narcotráfico, el Chapo Guzmán, se da como consecuencia de un largo historial de corrupción e infiltración del narco, no sólo en las autoridades locales sino inclusive en las autoridades federales. El problema no consiste en si falló el sistema de seguridad del penal de "máxima seguridad" o no, el problema radica principalmente en los alcances que ha logrado el narco en nuestra sociedad.
Mientras las disputas entre diferentes instituciones gubernamentales y no gubernamentales están en su máximo apogeo para saber de quién fue la culpa, de lo que si se puede estar seguro es que el narco en México ha ido ganando terreno en los diferentes frentes de batalla. Lo sucedido el pasado 19 de enero no fue una simple casualidad, basta con ver dos o tres hechos que pueden, y creo que son, algunas de las razones fundamentales de la fuga de nuestro querido amigo el Chapo.
Uno de estos hechos es la "flexibilización" del sistema penitenciario en la cárcel, pero más allá de esto fue la decisión de la Suprema Corte de aprobar la extradición de presos por narcos solicitados por Estados Unidos y de un solicitud hecha por el subsecretario de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón, de reubicar a los criminales de alta peligrosidad a otras celdas "más seguras". Lo anterior, solicitado un día antes de la fuga, jamás fue llevado acabo.
Estos parecen ser los problemas, al menos lo que dicen a la luz pública, pero el verdadero problema está más allá. Es un problema en el que está envuelto gran parte del sistema político mexicano. Una combinación de falta de principios morales con una "gran" necesidad de dinero; es ahí donde el narco entra. No es como dice nuestro honorable Presidente que declara que "sólo significa que nuestros esfuerzos van por el buen camino" Yo creo que los esfuerzos realizados por el actual gobierno sólo se enfocan a la solución de los problemas pero no a la prevención de los mismos. Lo que se debe de hacer no es una cruzada nacional en contra de la violencia, ni la creación de cuerpos policíacos, ni el endurecimiento de las leyes, sino lo que se necesita realmente es una "mano dura" que combate este mal que aqueja a nuestra sociedad.
Las campañas en contra de las drogas realizadas por el gobierno no creo que tengan el efecto esperado; las "constantes" batallas en contra del crimen organizado parecen no tener efecto alguno, sobretodo cuando nuestros queridos gobernantes se encuentran involucrados. Entonces, la pregunta es ¿qué hacer? Posiblemente una solución, aunque se deben de medir los efectos sociales, es la legalización de la droga, administrada por una institución formal; esto combinado con un mejoramiento en el sistema educativo del país, que si bien no es garantía de una disminución en el consumo de la droga, puede ser una ventana que permita a más individuos conocer los posibles efectos del consumo de enervantes.
Este es el primer artículo de una serie de escritos que aparecerán en Tiempos de Reflexión. Podrás leerlo de manera mensual y recuerda que siempre estaré abierto a cualquier comentario o duda. Aprovecho el espacio y el tiempo para a agradecer a todos los miembros que hicieron posible este primer número de Tiempos de Reflexión, sobre todo a Marco Sakai.
Muchas gracias y muchas felicidades.!!!
Luis Esquivel Olmos
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