Las presiones, las ofensas e inclusive las amenazas que, a través del Wall Street Journal, se han dirigido contra el Presidente de la República no pueden admitirse. No pueden ser tantas las diferencias entre los mexicanos, como para consentir los denuestos de su editorial de la semana pasada, que van desde la advertencia sobre "graves consecuencias" en las relaciones de México con Estados Unidos respecto a la postura mexicana sobre Irak, hasta afirmaciones que rayan, por supuesto, en improperios, como aquella de que "nuestros vecinos del sur son más útiles como piñatas políticas que como socios".
Y no pueden consentirse no por un mal entendido nacionalismo, o por un típico reflejo antigringo, sino porque, fundamentalmente, al gobierno del Presidente Fox le asiste la razón en su postura sobre Irak. Ésta es consistente con la tradición diplomática del país, y demanda, recordémoslo, agotar las vías legales y de negociación antes de siquiera considerar la posibilidad de un ataque en contra de Irak: que el Consejo de Seguridad dé a Saddam Hussein un plazo para permitir la visita de inspectores de la ONU y constatar la existencia o no de armamento letal; exija las mayores garantías para su trabajo; conozca el informe de los inspectores y, sólo entonces, se discutan en el seno de la ONU medidas más drásticas contra el régimen de Bagdad.
Esta postura, sostenida junto con otros países, es la única que preservaría el orden jurídico mundial construido durante los últimos 57 años, daría legitimidad a una eventual acción drástica y no acrecentaría injustamente el sufrimiento del pueblo iraquí, ya bastante castigado por su propio dirigente y "héroe" de guerra. Más importante aún: es la única que evitaría que los incondicionales de hoy sean los sacrificados de mañana.
La política exterior mexicana ha tenido mucho cuidado en lo relativo al tema de las intervenciones armadas; la posición de nuestro gobierno está muy clara: condenamos cualquier forma de terrorismo, pero no a cambio de una política intervencionista o unilateral. El multilateralismo, con su consecuente pluralidad, es una expresión evolucionada del derecho internacional. La cancillería mexicana ha fijado nuestra posición en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en torno a un proyecto de iniciativa en donde se garantice el mandato de la ONU para la inspección de armamentos en Irak. Nuestro proyecto coincide con las iniciativas antibélicas de Francia, Rusia y China.
Desde hace mucho tiempo, la relación bilateral entre México y Estados Unidos ha transitado por abruptas colinas y valles, algo similar a una montaña rusa que se acelera y desacelera en función de nuestros respectivos intereses. Lo que no debemos de perder de vista es la defensa de la legalidad.
En el Partido Liberal Mexicano creemos que las controversias no se arreglan a golpes o balazos; menos aún las que se generan entre los países. Que en todas debe recurrirse a la legislación a la mano, por más limitada que ésta pueda parecer, ya que la ley es lo único que nos defiende del abuso de los poderosos.
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