El sábado 26 de abril se celebró en el centro de Coyoacán un evento para celebrar el Día Internacional del Libro, organizado por jóvenes del partido México Posible de esa parte de la Ciudad de México. La difusión de la importancia de los libros, como uno de los más importantes caminos hacia la cultura es, en sí misma una tarea noble y necesaria. Por ello, se trató de una doble celebración.
El evento, que en cierta medida inauguró una forma distinta del quehacer político en nuestro país, me hizo reflexionar alrededor de las similitudes existentes entre esta forma de expresión de la cultura y la política.
La riqueza de una biblioteca radica en la diversidad de los temas que sus libros contienen. En los libros podemos encontrar múltiples y variados temas. Así, por ejemplo, tenemos novelas, cuentos, poesía, ensayos y teatro. En las mejores bibliotecas encontramos libros de arte, de Historia, así como de las diversas Ciencias y Humanidades. Tenemos inclusive libros de cocina, de temas deportivos y de un montón de etcéteras.
Durante el evento, imaginé una biblioteca, donde todos los libros tocaran un mismo tema, o fuesen de un solo autor. Pienso que esa sería una biblioteca muy triste y muy pobre. Imaginé que sería, en muchos sentidos, como si todos los días nos alimentáramos con la misma comida: la misma sopa, el mismo plato mayor y el mismo postre. En efecto, también la riqueza de la cocina mexicana radica en su diversidad.
Opino que el argumento de que sólo deben existir dos o tres partidos políticos para evitar que la política se convierta en un negocio familiar es un argumento equivocado y peligroso. De aceptarlo, sin duda se limitaría la posibilidad de enriquecer el espectro político para que los ciudadanos podamos elegir con libertad y en forma responsable el partido que mejor represente nuestros intereses. Más aún, el verdadero negocio, como lo demuestra la historia de nuestro país, es el que hacen los partidos políticos denominados grandes, cuyas estructuras burocráticas y sus redes de influencias e intereses son el motivo continuo de querellas y pugnas hacia adentro y hacia fuera de los mismos.
El costo político de limitar la existencia de nuevos partidos políticos es, por mucho, mayor que el costo económico que puede representar, que alguno o algunos terminen en negocios de pequeñas mafias o familias. Es preferible sacrificar parte de los recursos de la nación financiando a diversos partidos políticos que sacrificar la posibilidad de que surjan nuevos partidos, acordes a los tiempos nuevos y en congruencia con los tiempos democráticos que nuestra sociedad intenta vivir. La pluralidad y diversidad políticas no solamente garantizan que los ciudadanos tengamos opciones afines a nuestro pensamiento político, sino que constituyen además también una forma de enriquecer y reivindicar la política.
Nuestra historia demuestra que las mayorías aplastan. Estoy convencido de que si logramos construir un Congreso diverso y plural habremos avanzado y lo habremos enriquecido. El reto es conseguir pasar del contendido escaso y de calidad de comic, a una biblioteca universal que no sea de nadie, para que sea de todos.
Réplica y comentarios al autor: drhectorcastillo@hotmail.com
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