Revocación de mandato.
La democracia mexicana ha costado mucho y hubo que pelearla por muchos años. Si ahora esa democracia no da los resultados que todos esperamos, puede provocar no sólo la decepción de muchísimos mexicanos, sino una sospecha corrosiva: que lo que llamamos democracia no sea sino una reedición corregida, mejorada y aumentada de la mentira.
Quizá haya algo de verdad en tal recelo, mirando cómo se comportan quienes están en el poder. Muchos de ellos llegaron prometiendo la solución de todos los problemas en quince minutos y no han acabado siquiera de solucionar los propios. Ahí tenemos el triste caso de un gobierno que prometió crear un millón de empleos anuales, y ha terminado haciendo el ridículo frente a los miles que perdieron su empleo en los últimos dos años. Pero el problema, en realidad, no es que hicieran tales promesas, sino que las hicieron con plena conciencia de su imposibilidad: mintieron.
Durante los últimos 70 años, los funcionarios mentían confiando en que los ciudadanos no podrían hacer prácticamente nada frente a la propaganda oficial y el fraude electoral. Hoy se han restringido las formas más visibles del fraude electoral, pero se continúa mintiendo como siempre y hasta mejor, gracias a la mercadotecnia. Esto no ha cambiado porque quienes estaban ayer en el poder y quienes ahora están tienen una misma raíz autoritaria, y creen que es imposible que los ciudadanos les pidan cuentas y los destituyan por no cumplir con su trabajo: "¿Destituir a las autoridades? Eso sería como destituir a nuestros padres y elegir unos mejores por mayoría de votos". Se equivocan: cada vez más mexicanos creen que es hora de exigir a los políticos que cumplan sus promesas de campaña, porque nosotros les pagamos y si no pueden cumplir, entonces que se vayan a su casa.
La figura de la Revocación de Mandato es el mejor antídoto contra la mentira o la ineficacia como forma de gobierno. En muchos países de Europa así como en Estados Unidos, es un procedimiento normal. En Latinoamérica, en cambio, no ha sido adoptada a excepción hecha de Colombia y Panamá, en ambos países relativamente hace poco tiempo. Esto quizá se deba a que nuestra región, como señalaba hace años Gabriel Zaid, inventó la república simulada, la imposición de la mentira como verdad oficial. Por su parte, el quizá mayor teórico de la democracia, Norberto Bobbio, ve en esta figura un buen instrumento de control directo de la autoridad por parte de los ciudadanos, sin romper con la democracia representativa, por lo que no implicaría un escenario de inestabilidad, sino de mayor honestidad.
Los trescientos candidatos a diputados federales del PLM, creemos que para ser exitosa, nuestra democracia exige resultados pero que no cuenta con los instrumentos jurídicos para impulsarlos. Como hace 70 años, hoy debemos confiar casi ciegamente en que aquellos que elegimos salgan buenos y cumplan lo que prometen (si quieren). Si no, hay que resignarse y aguantar varios años y cargar entre todos con los daños, que pueden ser aplastantes. La posibilidad de instituir la Revocación de Mandato rompería, por primera vez en nuestra historia, con la tradición de ilusionarse con lo mejor y terminar conformándose con lo peor.
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