En pasados días, la Comisión Nacional de Derechos Humanos emitió una recomendación a la Secretaría de Educación Pública, instándole a terminar con una serie de prácticas discriminatorias y de abuso que se realizan en cientos de planteles escolares mexicanos, generalmente, en contra de alumnos pertenecientes a la religión de los Testigos de Jehová, aunque no exclusivamente contra ellos: el mapa del atropello religioso en México es más vasto y muchas veces lo tenemos ante los ojos sin mirarlo. O fingimos no hacerlo.

Los miembros de esta religión tienen como norma no rendir honores a símbolos como la bandera nacional. En respuesta, una gran cantidad de directores escolares suspenden a los alumnos "transgresores" de las actividades escolares, les bajan la calificación o reprueban, los estigmatizan, los expulsan de las escuelas e, incluso, los castigan físicamente. Frente a tales prácticas, surgen algunas preguntas inevitables: ¿En qué reglamentos escolares o leyes se basan? ¿Qué clase de ciudadanos estamos formando cuando los otros alumnos ven que la diferencia se sanciona de esa manera? ¿A juicio de los ejecutores, tales castigos sí son un buen homenaje para la patria?

Nuestra Constitución prescribe la más amplia libertad religiosa, pero en los hechos, ésta se ve muchas veces negada con acciones como las señaladas. Por ello, es de un gran valor que la CNDH haya sacado a la luz el tema. Otros países lo han estudiado abierta y civilizadamente; pienso en España, donde hoy se analiza cuál es la mejor forma de integrar a los alumnos de religión musulmana, provenientes de la inmigración. La sociedad, los medios y algunos organismos del Estado, han puesto un hasta aquí a correctivos escolares tan salvajes como los descritos.

El antecedente más cercano a esta recomendación de la CNDH, fue hecha al gobierno de Michoacán en marzo pasado, donde en una primaria de Zitácuaro, que paradójicamente lleva el nombre de Benito Juárez, la dirección prohibió indefinidamente a siete alumnos de extracción Testigos de Jehová el asistir durante tres días de la semana a la escuela, haciéndoles imposible un buen aprovechamiento escolar. Entonces, el gobierno perredista ni siquiera se molestó en investigar el hecho y la arbitrariedad del director no fue sancionada. Muchos ciudadanos esperamos que en esta ocasión la SEP sí tome con seriedad la recomendación de la CNDH; que el secretario Reyes Tamez olvide siquiera por un instante los compromisos facciosos del gobierno al que pertenece y se acuerde, en cambio, que entre sus antecesores estuvieron José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet y Jesús Reyes Heroles, mexicanos que por encima de sus convicciones personales o políticas, apostaron por la pluralidad, el respeto a la ley y el compromiso ético con la tolerancia.

En el Partido Liberal Mexicano creemos que el respeto a los derechos humanos debe estar por encima de cualquier otra consideración, incluso si ésta se reviste de amor a la patria: en realidad, el verdadero amor a ésta se debe reflejar en el respeto a los demás, en la apertura, en no permitir que a nadie se le discrimine o castigue injustamente.

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