Cuando el Gobierno federal y el PAN acusaban de intolerantes a partidos como el Liberal Mexicano, a propósito de la polémica con los obispos infractores de la Constitución, ellos mismos dieron muestra de qué entienden por tolerancia, al responder cerril y tendenciosamente a las propuestas hechas por Dionisio Garza Medina, Presidente del Grupo Alfa, relativas a los posibles mecanismos para reactivar la economía. Pero así son los intolerantes: hacen virtud pública de sus vicios privados.
En síntesis, Garza Medina señaló que la economía mexicana no crece por la falta de acción y voluntad del Gobierno Federal, por lo que era tiempo de que éste dejara de estar señalando que el motivo fuese la falta de reformas estructurales y la recesión en Estados Unidos y Europa. Desde la óptica de Garza Medina, lograr la plena vigencia del Estado de Derecho, reducir el número y los sueldos de la burocracia y disminuir el precio de los energéticos, serían medidas de impacto más eficaz que sólo sentarse a esperar a que Europa y Estados Unidos crezcan.
La última propuesta es algo que ha venido diciendo el PLM desde hace tiempo, por ejemplo aquí mismo (PEMEX y las gasolinas: monopolio contra las familias). Nuestra propuesta es abrir el mercado de las gasolinas a la competencia, quitándole a PEMEX y a sus franquiciarios el monopolio de la venta y haciendo de aquélla una empresa competitiva, permitiendo que se instalen en nuestro país otras empresas que oferten gasolinas baratas y de mejor calidad, producidas en el extranjero o en el país.
El impacto sería inmediato: una disminución efectiva en el precio de las gasolinas y, por ende, un beneficio directo al bolsillo de las familias, a través de la reducción de costos en las áreas de transporte y producción de artículos de primera necesidad, además de la entrada al país de inversión y la consiguiente creación de empleos.
Pero una propuesta como ésta, difícilmente será acogida por el Gobierno Federal, más preocupado en acusar a otros de sus fallas que en introducir soluciones sensatas. Tampoco lo hará porque, al igual que los regímenes priístas, cree en el modelo tibetano descrito por Gabriel Zaid: para ellos, México es una ínsula tan especial que no necesita ver hacia el exterior. Y entonces cierra los ojos a experiencias como las de Chile, que este año, según las previsiones, tendrá un desarrollo casi al doble del nuestro, sin crecimiento de Estados Unidos y Europa, sin reformas estructurales y sólo con medidas como la reducción de algunos impuestos, la creación de incentivos para la inversión y un nuevo marco legal para los negocios electrónicos. ¿Inimaginable? No, más bien lo inimaginable es que en la mejor tradición del régimen del PRI, toda la artillería pesada de las Secretarías de Gobernación y de Economía hayan salido a demonizar a Garza Medina, con argumentos falsos y hasta vejatorios.
La necesidad de contar con energéticos baratos y de mejor calidad es impostergable: la economía lo reclama, lo reclaman los empresarios, lo reclaman los cinco mil trabajadores despedidos cada semana durante el gobierno foxista, lo reclama el mínimo decoro de cumplir la protesta de servir a la nación.
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