No es lo mismo pobreza extrema que nobleza extrema, sin embargo, muchas veces van de la mano.
¿Qué sucedería si el día de hoy renunciaran a sus empleos unos tres millones de trabajadores de los que sólo perciben un salario mínimo o un poco más, y deciden salir a las calles del área metropolitana capitalina para colocarse como vendedores ambulantes, limpiaparabrisas, lavadores de coches, payasos, maromeros, traperos o viene-vienes, limosneros, tragafuegos, etc., con su respectiva cuota de delincuentes de variadas especialidades, porque al fin se percataron que en estas actividades mejoran sus ingresos, trabajan menos y no tienen responsabilidad ante terceros, ni horarios abrumadores?
Por lo pronto el IMSS no recibiría en cotizaciones algo más de 15,000 millones de pesos al año, que ahondaría su precaria situación financiera y, entonces sí, ya no le alcanzaría para pagar a sus propios trabajadores y jubilados; el INFONAVIT no recibiría alrededor de 2,500 millones de pesos al año, y tendría problemas para financiar créditos habitacionales, de los que difícilmente llegan a trabajadores de salarios bajos; el gobierno del D.F., revolucionario y dadivoso, por el impuesto local sobre nóminas no recibiría como 800 millones de pesos al año y se vería obligado a incrementar su propia deuda pública a más de tres veces de la que recibió, pero también tendría problemas para pagarles el 7% de incremento salarial a los trabajadores del metro, más sus conquistas: trabajadores que por azares del destino deben de prestar servicio a un porcentaje muy alto, comparado a otros trabajadores que únicamente lograron un incremento oficial para el presente año de sólo el 3.5%, cuando la inflación también oficial, fue del 5.7%. Que conste que de esto no culpo al gobierno federal, al cual, desde que reconocimos la democracia, se ha hecho un hábito culparlo hasta de la herencia que recibió. Sin duda tiene un compromiso social enorme ligado al salario mínimo, pero un aspecto que pocos conocen es que en la fijación del multicitado salario mínimo el gobierno federal sólo tuvo un representante moderador, contra 14 representantes del sector obrero y 17 del sector patronal. Es tan mala la suerte de los miniasalariados que para este año y de no haber una reforma fiscal, probablemente para los dos años siguientes, reciban menos crédito al salario que lo que recibieron en el 2002, lo cual forma parte de una propuesta que se ha canalizado en el legislativo, por lo menos a 4 grupos parlamentarios principales. Es, además, tal la iniquidad que a los trabajadores de los más altos ingresos, por el contrario, se les redujo el ISR en éste y en los próximos dos años.
Pero no todo sería noticia mala, ya que se incrementaría la industria y el comercio de los productos chatarra, detergentes, franelas y jergas, escobetas, pinturas y globos, pelucas, almohadas, pelotas de hule, aros de plástico, escaleras de madera o de aluminio, más franelas y cubetas, silbatos, petróleo, estopa, cerillos, hasta bujías, blindaje de autos, películas de protección, los herreros haciendo barras protectoras para changarros; en resumidas cuentas, tendrían más trabajo, se fomentaría el servicio privado de "seguridad", etc.
Varias veces escuché en voz de empresarios y hasta llegué a leerlo en una revista de una Cámara patronal: "El principal activo de las empresas son sus trabajadores". ¡Cuanta ironía! No lo crean, pero un empresario llegó a decirme: "Es que el gobierno no da para más". Por todo esto y muchas cosas más que no puedo, ni debo, ni quiero decir, desde mi humilde rincón, extiendo un sincero reconocimiento y agradecimiento al trabajador que de foco a foco labora por un salario mínimo o un poco más, haciendo alarde de honestidad, pero sobre todo, de NOBLEZA EXTREMA.
Réplica y comentarios al autor: delgadoangel3901@aol.com
|