En días pasados, al circular por las calles de Saltillo, vi de nuevo los rostros de quienes ante la falta de trabajo y las escasas probabilidades de encontrar quien los emplee, hacen su lucha por resolver el problema de la supervivencia. Traté de ver a sus ojos, de comprender sus angustias, de percibir su desesperación; esto mientras esperaba en un crucero el cambio de luz del semáforo que indiferente a todo lo que sucede a su alrededor permanece impasible en su monótono ciclo de colores verde, amarillo, rojo. No pude menos que recordar las insulsas e insanas palabras de un secretario de economía que recomienda a todos los mexicanos que perdieron su trabajo que "no sientan pena o vergüenza por haberlo perdido". Seguramente quien pierde su fuente de ingreso y, por ende, su fuente material de supervivencia, lo que menos siente es vergüenza o pena, más bien se siente envuelto en un estado de ánimo pesaroso, desesperanzado y lleno de un miedo al futuro, ante las pocas oportunidades de encontrar otra fuente de trabajo que le permita enfrentar dignamente la lucha por la supervivencia propia y de los suyos. Mientras todo esto pasaba por mi mente, se acercó a la ventana de mi automóvil un joven adulto y me preguntó que si deseaba que limpiara el parabrisas. Metí la mano en mi bolsillo y pude encontrar una moneda de cinco pesos (en estos días aciagos los bolsillos de muchos pantalones recuerdan con melancolía cuando solían cobijar en su interior muchas monedas y billetes). Le dije que era todo lo que traía y me dijo que no había problema; así que se permitió hacer ese pequeño trabajo y pensé cuánto me gustaría ver a los honorables secretarios del gobierno federal endilgarles un discurso a los trabajadores de la calle, sobre la pena o no de perder un empleo. Me gustaría observar al señor Canales Clariond tratar inútil y torpemente de brindar consuelo a tantos mexicanos que han perdido la esperanza de una mejor vida, de una vida más feliz; me imagino el discurso de tan digno señor: "Mira hermano mexicano, no te sientas mal, al contrario, agradece a Dios que aún estás con vida. No te desesperes. Si no comes hoy comerás mañana. ¿No te parece? ¿Qué me dices? ¿Qué si te enfermas? Bueno, siempre puedes acudir a los dispensarios médicos, a la Cruz Roja, pues ¿sabes?, el que busca encuentra, y al que toca puertas, éstas se abrirán. Que tu esposa está enferma, o encinta, o que no tienes para proporcionar los medios necesarios para el buen desarrollo del bebé que viene en camino. ¡No te preocupes! Puedes acudir a centros de acopio en donde pueden darte alimentación por un período razonable. Sobre todo, no pierdas el ánimo, sé positivo y enfrenta la vida con valor, y como todo buen mexicano sabe hacerlo". Palabras que no tendrían ocasión de ser terminadas, puesto que no creo que ningún mexicano estaría dispuesto a escuchar tan insultante arenga. Es fácil para un funcionario de ese nivel decir tales disparates que ofenden la dignidad del ser humano. Después de no sé cuantos sexenios, de esperanzas rotas, de sueños destruidos, de promesas incumplidas, de robos al tesoro de la nación, de programas mal planeados y mal ejecutados, de políticos enriquecidos con dinero proveniente de los impuestos de todos los mexicanos y reunidos en el erario público, parece ser que el destino de la Nación, en su lucha contra la pobreza, no es otro que el de producir algunos ricos sexenales a costa de millones de empobrecidos mexicanos que son premiados con pensiones miserables y con el galardón de enfermedades que se les acumulan al final de sus vidas productivas.
La derrota del bienestar (Bienestar para la Familia de Zedillo, y los anunciados cambios para hoy de Fox) y la victoria de la pobreza también han sido posibles hasta ahora por el poco peso específico que tienen los pobres dentro del reparto de la riqueza nacional. Siendo una gran mayoría en número, pero una minoría en cuanto a sus capacidades tecnológicas y académicas, no pueden participar, no solamente en la vida productiva del país, sino tampoco de su vida política. Así que poco pudieron hacer los pobres (y tampoco los clasemedieros), por ejemplo, ante el mega fraude del Fobaproa. Ante tanta adversidad, ante tantos vientos en contra, puede ser que la población subalimentada y olvidada de este México nuestro esté resignada a permanecer en el olvido y en los futuros, muy futuros, planes de políticos demagogos e inmorales.
Por otro lado, el mismo modelo económico nos hace ver la realidad del papel que desempeña el hombre en la sociedad: un mero subsistema de producción. Cuando los resultados de la economía son contrarios a las expectativas del capital, o de las superpotencias, entonces el hombre tiene que pagar las consecuencias. Así que, bajo la racionalidad del anteriormente mencionado funcionario del gobierno federal, lo dicho a los mexicanos desempleados era de esperarse. Lo que muchos no esperábamos era la pésima calidad moral de su declaración. Con esto quizás les quiso decir de manera encubierta: "Lo siento, hermano mexicano desempleado. Qué mala suerte que perdiste el trabajo, pero las utilidades de las empresas están por encima de tu bienestar. Mas, sin embargo, no sientas pena". Por otro lado, también me parece que el sector de mexicanos privilegiados ha perdido su interés por la pobreza. Y es que la pobreza ha perdido mucho de su significado. Parece ser que se ha quedado como algo superficial, como un simple concepto económico, como una simple palabra carente de significado. En otro artículo posterior habremos de analizar las causas de la pobreza, sobre quién o qué la causa, y si efectivamente puede ser erradicada. Ante la tragedia de la pobreza en nuestro país es necesario un esfuerzo profundo por parte de todos los que estemos preocupados por el abandono material y espiritual en el que se encuentran muchísimos mexicanos, así como también es de primordial importancia que aspirantes a políticos cierren sus labios y dejen de emitir enunciados estúpidos, carentes de respeto y característicos de personas que ven su mundo desde la perspectiva de a quien nada le ha faltado.
Réplica y comentarios al autor: aguilarluis@prodigy.net.mx
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