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   La pobreza... ¿Llegó para quedarse?

Recuerdo, como si fuera ayer, cientos de discursos emitidos por presidentes de la República ya idos, en sexenios sepultados por el tiempo y por el olvido. Recuerdo a Luis Echevarría con sus políticas populistas, cuyo fin parecía ser el de buscar una mejor distribución de la riqueza; recuerdo a López Portillo, con su anuncio triunfalista de que gracias a la abundancia de nuestro petróleo habríamos de acostumbrarnos a administrar la riqueza y a vivir en un mundo material caracterizado por la holgura y por la felicidad. Después vendría su llanto frente a las cámaras nacionales, así como las tantas devaluaciones que rompieron con la magia de su lengua falaz y demagógica. De la Madrid, con su slogan de "por una sociedad más igualitaria", y con su política económica que nos regaló innumerables devaluaciones, propició un crecimiento de la pobreza que preparó el camino para que Salinas de Gortari vendiera al mundo la idea o imagen de que México estaba listo para competir con todas las naciones, no importando los avances tecnológicos que dichas naciones tuvieran. Durante su administración firmó el TLC, a la vez que abría, como parte de los compromisos asumidos por dicho tratado, las fronteras de nuestro país a las importaciones y colocaba el mercado interno casi a la disposición de los grandes capitales del mundo. Llegaron muchas empresas transnacionales e invirtieron grandes cantidades de dinero, mismas que tuvieron como un efecto inmediato la creación de empleos y un aceleramiento de la economía. Muchos pensaron que finalmente el capital extranjero habría de permanecer en nuestras tierras durante muchos años y sería capaz de generar los empleos que juntos, gobierno y empresarios, habían sido impotentes de crear hasta esas fechas, dadas las circunstancias que se habían dado hasta ése momento crucial en la historia (en la actualidad muchas inversiones han migrado a China). Zedillo vino a despertarnos de la realidad, cuando en el 94 exhibió la verdadera debilidad de la economía, y precipitó al país hacia una debacle económica de la cual aún vivimos sus consecuencias. Cabe señalar que durante esos dos sexenios, los actos de corrupción afloraron y se evidenciaron de una manera desvergonzada, así como la inhabilidad de los gobiernos para poner orden dentro de sus estructuras. Así, nos dimos cuenta que los prometidos paraísos materiales habían causado una profundización de la pobreza y un sentido de desesperanza en todos los rincones de la patria. El año dos mil trajo un cambio largamente esperado por muchos mexicanos: la salida del partido oficial de la administración del gobierno federal. Tres años han pasado, y, me parece, las estructuras de poder largamente enquistadas en el sistema gubernamental en todos los niveles, han obstaculizado los cambios propuestos por el presidente actual; pero no solamente esto, sino que la inexperiencia del manejo político del actual mandatario y su lengua suelta e irreflexiva, le han traído como consecuencia una serie de problemas que complican aún más su gestión. Algunos de sus colaboradores han demostrado su torpeza y su falta de eficacia, empantanando aún más el camino que el presidente pretende recorrer. Y a pesar de décadas de promesas, de planes, de programas y de expectativas deslumbrantes, la pobreza no solamente no disminuyó, sino que creció en términos reales y no parece tener solución en el corto plazo, puesto que los compromisos financieros del país para con el IPADE y la deuda externa, no permiten abrigar muchas esperanzas de mejorar la calidad de vida de muchos mexicanos, que trabajaron y dieron sus vidas por esta nación que parece no tener la capacidad de responder a las demandas de quienes creyeron en ella. Entonces, ¿estamos determinados a cargar por siempre con el lastre de la pobreza? Quienes no padecen los efectos de la pobreza, ¿han perdido su interés en ella? ¿Por qué? La pregunta fundamental acerca de la pobreza parece ser el de quién o quiénes la causan o por qué la causan. Durante muchos años he escuchado posturas, provenientes de diferentes agentes sociales, que van desde quienes hacen responsables de la pobreza a los mismos pobres, hasta quienes afirman que la pobreza se origina por las condiciones que el mismo sistema capitalista provoca. Así, unos culpan al sistema económico y otros al individuo. ¿Será verdad que la gente pobre se encuentra en tan desafortunada condición debido a circunstancias que se encuentran mas allá de su control? Si esto es verdad, entonces la solución tendrá que venir desde la sociedad propiamente hablando: una intervención en gran escala para rectificar las desigualdades del sistema mismo (visión socialista). En el pasado, la batalla contra la pobreza se llevó a cabo con ligas y huleras, así que sus resultados fueron magros. Los poseedores del capital argumentan en contra de la visión socialista, aduciendo que la batalla no fue, desde sus inicios, cuidadosamente planeada, y nació de una mala percepción acerca de la situación y naturaleza de dicha adversidad. Ellos insisten que la pobreza es en el fondo un problema individual. Aquellos que son pobres y que tienen buena salud deben por necesidad tomar responsabilidad de sus vidas y salir por sí mismos de sus condiciones de pobreza por medio del trabajo duro y tenaz, manteniendo un empleo con constancia y dedicación. La intervención profunda de programas gubernamentales hace que la pobreza se agudice al fomentar la dependencia que mucha gente pobre tiene del gobierno. ¿Será así de simple, entre éstas dos posturas, la explicación del fenómeno de la pobreza? Me parece que no, y habríamos de trasladarnos a otras épocas de la historia para observar y pensar los cómos y porqués de este tan terrible fenómeno. En tiempos de Jesús, él mismo hablaba de los pobres y de sus sufrimientos. Hablaba del que tiene hambre, frío y sed. Y también había hombres ricos y poderosos. Por extensión, podemos asumir que en toda época de la historia el fenómeno de la pobreza ha estado presente. Me parece que la pobreza en el pasado se revistió de diferentes apariencias de acuerdo a la época en que se estaba viviendo. No es lo mismo la pobreza de la Edad Media, que la pobreza del antes y después de la Revolución Industrial, aunque sus efectos, a final de cuentas sean los mismos. Es obvio que la pobreza en la Edad Media no se definía en términos económicos. Creo que tanto en Inglaterra como en Francia (me acuerdo de la película "The Prince and the Pauper"), los campesinos o comuneros llenaban la categoría de pobres o de paupérrima condición material. No pertenecían a la nobleza, ni pertenecían al clero. Siendo en ese entonces, la propiedad de tierras y armas con que defenderlas, las características del sector pudiente, es evidente que los pobres no tenían ni una ni otra. Así que tenían que vivir bajo la protección de los nobles y del clero. Ésta, la protección de los débiles, parecía ser la obligación de los reyes y de los nobles. Aquí se puede ensayar que los nobles, junto con el clero, hayan establecido un modelo determinista de que las cosas así tenían que ser, por designio de Dios. Pobres, servidores de Dios y nobles, en una organización social aceptada y determinada por los planes incognoscibles de Dios; algo parecido aún resuena en nuestra actual sociedad mexicana. ¿Será que la influencia de la organización jerárquica del clero sigue siendo determinante y condicionante en la vida de la gente pobre? Puede ser que, aunque la pobreza siempre ha estado presente en la historia de la humanidad, tienda a permanecer en nuestro entorno social, por los atavismos de una religión mal entendida y por ende mal interpretada. Quizá sea ésta (la mala entendida religiosidad) el eslabón más fuerte de la cadena de la dependencia que muchos seres humanos llevan atada a su tobillo, misma que no les permite volar y desplegar sus potencialidades y sus talentos, medios importantes para liberarse de la pobreza. Aunado a los índices de ignorancia de la población pobre, la corrupción de políticos sin conciencia y de gobernantes abusivos, han tendido, en una peligrosa mezcla, a ahondar el grado de pobreza en distintos sectores de la población mexicana. Aún hay mucha tela de donde cortar y mucho más que analizar. ¿Qué es lo que usted ve?

Réplica y comentarios al autor: aguilarluis@prodigy.net.mx




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