Quizá Adolfo Aguilar Zínser no estuvo en el lugar justo en el momento adecuado para poder iniciar lo que para él seguramente es un sueño susceptible de hacerse realidad: la construcción de una política exterior mexicana nacionalista, de ofensiva frente al poderío económico estadounidense que permita ganar para México, frente a los Estados Unidos, el respeto en las relaciones multilaterales que le fue reconocido por Kofi Annan y Javier Solana, y de una verdadera transición a la democracia de nuestro país, la cual sin duda tiene sus amarres en la política exterior mientras no haya independencia económica.
Idealista, independiente, pero también atropellado y poco diplomático, quiso llevar al Consejo de Seguridad de la ONU una política personal que no comulgó con la de sus superiores, aquellos quienes han hecho de la política exterior de México un coto para fines personales y que arreglan sus relaciones a partir de lealtades o represalias particulares, sin importar el cumplimiento de los principios diplomáticos y el destino del país, al que hipotecan con tal de congraciarse con Washington.
Tampoco Aguilar Zínser es una víctima o héroe. Para nada. Es astuto. Desde un principio sabía a lo que jugaba. Y a diferencia de 1994 cuando acompañó a Cuauhtémoc Cárdenas, esta ocasión llegó a tener voz y voto en la estrategia de campaña y un lugar privilegiado en el primer equipo del gobierno de Vicente Fox. Su apuesta, pues, fructificó. Ahora venía la otra parte, tratar de cambiar las interrelaciones del gobierno con el fin de reformar al Estado y la vida interna del país, porque es un convencido de la riqueza autonómica de México en el contexto mundial. Primero como coordinador del Gabinete de Orden y Respeto y al frente del Consejo de Seguridad Nacional, y más tarde como embajador de México en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Y fue un activista en este sentido. Este "error" muchos no se lo perdonan y hoy es denostado por quienes saben ser sumisos frente al poder, a los grupos o las ideologías. Por ello le reclaman su carencia de "lealtad" hacia el exterior o a sus "jefes", frente a la lealtad con sus propias convicciones. Afirman que no fue leal a Cuauhtémoc Cárdenas al escribir las experiencias de la campaña de 1994 Vamos a ganar, donde relata la serie de errores cometidos y lo maniatado que estaba el candidato perredista por su círculo cercano; como tampoco lo fue para la dirigencia del PVEM tras haber alcanzado por esos colores la senaduría en 1997 e independizarse como lo hizo en 1994 del PRD. Pero, si no es a partir del individualismo comprometido con uno mismo como debe construirse, ¿cómo vamos a poder hacer un nuevo país?
Debate con Denise Dresser
Y sí, Aguilar Zínser sabía que se iba, que Estados Unidos había pedido su cabeza desde antes de la invasión a Iraq por sus férreas posiciones y entusiasta activismo en contra de la intervención, las que fueron apoyadas por el propio Presidente de México, porque él era sólo representante de las decisiones supremas del máximo dirigente político y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de nuestro país. Sabía, pues, que su futuro en el gabinete no era, ciertamente, promisorio, no por lo menos en una posición de primer nivel. Así que supo urdir su salida airosa, con la cabeza alta y para abrirse puertas, y la de la ONU podría ser una de ellas. Según una nota de La Jornada del 12 de noviembre, había advertido a los estudiantes en la universidad Iberoamericana: "Ahora México es más respetado por Estados Unidos y por los demás miembros del Consejo de Seguridad, y la suerte del embajador es totalmente incidental en ese resultado".
No era la del 11 de noviembre la primera ocasión que Aguilar Zínser se había referido al tema del "patio trasero" y de "tragar camote" por las que se rasgaron las vestiduras el presidente de México, su Canciller, los funcionarios, muchos otros políticos incluidos del PAN y PRI, y no pocos analistas políticos. Mucho menos fueron declaraciones tajantes de él, aunque sí construidas en una ponencia no reveladora, aunque ciertamente fuera de contexto, porque como embajador que lo era ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debía referirse a esos temas y no a la relación bilateral. Además, tuvo el tino de hacerlo el día previo a la reunión Binacional.
La declaración hecha por Aguilar Zínser fue el seguimiento a un debate que traía con la analista de asuntos internacionales Denise Dresser, quien el 3 de marzo de este año publicó un artículo titulado A tragar camote, que se puede leer completo en la siguiente dirección: http://www.noroeste.com.mx/Culiacan/20030303/nacional/Denisse.php3
Ahí, la analista afirmaba que si México no podía ponerle un alto a la guerra de Estados Unidos contra Iraq, lo que debía realizarse era una negociación: "Se acabó la hora de la evasión y comienza la hora de la negociación: apoyo a cambio de apoyo, voto a cambio de acuerdos, costos políticos internos a cambio de logros diplomáticos externos", porque "no se trata de minimizar los ‘costos’ del Consejo, sino de explotar los beneficios que ofrece", debido a que "el mundo ha cambiado y aunque la política exterior de México preferiría preservar sus principios, no tiene otra alternativa más que repensarlos. Fueron acuñados cuando México no le había apostado a la integración norteamericana", razón por la cual Dresser propuso: "habrá que tragar camote y sacarle provecho".
Aguilar había dicho en la Universidad Iberoamericana, y antes en el ITAM, que a Estados Unidos no le interesa una asociación de igualdad con México, sino una relación estrecha de conveniencia y subordinación. "A nosotros nos ven como patio trasero" y, conforme a las circunstancias, "a veces tenemos una relevancia estratégica mayor y otras menor".
Después de la conferencia, Aguilar Zínser contestó algunas preguntas a varios reporteros. Allí dijo que "Tragar camote no era opción de México, sino la postura que adoptó (al seno de la ONU frente a la guerra en Irak), congruente con nuestros intereses y principios específicos del caso. Pero seguiremos siendo patrio trasero mientras haya quien piense en México que hay que tragar camote", en alusión a la internacionalista Denise Dresser.
Lo que Aguilar quiso decir, pues, según sus declaraciones, es que mientras haya quienes consideren que México debe subordinarse a intereses cortoplacistas, no podrá asumir una posición de dignidad e igualdad con los Estados Unidos y no como muchos lo entendieron o quisieron entenderlo.
Reconocimiento
En cambio, Koffi Annan, secretario General de la ONU, le reconoció: "Ya que esta es la última vez que hablaré en esta sala en presencia de nuestro amigo, el Embajador Zinser de México, permítanme decir cuánto lo extrañaré, su inteligencia, su sentido del humor, su espíritu independiente, su sentido de justicia y buen juego (...) Ha hecho una contribución y me contenta saber que a pesar de que nos deja, a la ONU y el Consejo de Seguridad , la ONU estará con él. Él será uno de nuestros embajadores allí fuera y hablará sobre el importante e indispensable papel de esta organización (...) Lo extrañaremos y se puede ir con el conocimiento claro de que ha hecho una diferencia aquí, que ha sido una contribución".
También Javier Solana, Alto Representante de la Política Exterior y Seguridad de la Unión Europea, dijo que "la presencia de México en el Consejo de Seguridad ha coincidido con una situación internacional muy difícil en la que ha habido que adoptar posturas que exigían alta dosis de coherencia y de valentía. México ha dado pruebas indiscutibles de poseer sobradamente estas cualidades (...) México supo desempeñar la presidencia del Consejo de Seguridad con gran eficacia en circunstancias muy complejas. En Europa consideramos que el trabajo hábil y constructivo de la presidencia mexicana fue una contribución muy importante para la recuperación del clima de consenso.
Y por aquellos días dos legisladores demócratas coincidieron con Aguilar Zinser de que México ha sido históricamente relegado a "un segundo" lugar por Estados Unidos en su política exterior. Lloyd Doggett y Solomón Ortiz, ambos de Texas, promueven un proyecto de ley que pide ampliar a seis meses la permanencia en Estados Unidos de los mexicanos portadores de un pase fronterizo llamado "visa láser" como sucede con los de Canadá. Solomon Ortiz dijo que "los comentarios que hizo el embajador, creo que fueron apropiados (...) No hay trato igual en las dos fronteras. Según el Tratado de Libre Comercio (de Estados Unidos) con México y Canadá, nosotros tenemos más comercio con México que con Canadá, pero las leyes y tratamiento hacia los mexicanos son diferentes".
Por ese motivo, en su carta de renuncia al presidente de México el 20 de noviembre, Aguilar Zínser dijo: "Vicente, las ofensas a los mexicanos nos las han hecho quienes de manera recurrente abusan de nuestros trabajadores, menosprecian a nuestra sociedad y nos relegan en los ámbitos diplomáticos y políticos. Tú mismo lo has padecido. Me atrevo a decir que no hay mexicano que no reconozca esta realidad. Contra ella has actuado tú y muchos más a lo largo de nuestra historia. Mientras fui representante de México en el Consejo de Seguridad de la ONU, México no ha sido ahí el traspatio de nadie. Con esa certeza dejo el cargo, con mi honra y la de mi familia en alto".
Subordinación
La subordinación a los intereses de los Estados Unidos y a los de México como país dependiente de la economía de aquel país provocan la falta de respeto y congruencia en el trato hacia nosotros. Hoy lo que está en juego es el futuro del país: Ser un país del primer mundo, respetado por Estados Unidos como socio e igual, o un país del Tercer Mundo (o emergente), ninguneado por los estadounidenses. Los últimos tres presidentes de México han subordinado la relación de México con los Estados Unidos a los asuntos de carácter económico y los dos últimos han ofrecido como interlocutores a dos economistas: José Ángel Gurría y Luis Ernesto Derbez.
Y a los Estados Unidos y los funcionarios mexicanos poco les importó que, por ejemplo, durante el mismo debate sobre la intervención a Irak, el embajador de los Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, John Dimitri Negroponte, dijera: "A quién le importa lo que diga México". En aquella ocasión México no se quejó con la Casa Blanca ni pidió el relevo de Negroponte. Por el contrario, gracias a los funcionarios de la cancillería, México "tragó camote".
Total, de acuerdo con un documento que data de 1946 y dado a conocer por Sergio Aguayo, el Ejército de los Estados Unidos advierte que "la política exterior mexicana siempre ha mostrado que entiende con claridad que su posición sería débil hasta el punto de la indefensión si Estados Unidos en algún momento se decidiera a utilizar la fuerza militar o a ejercer una intensa presión económica o política durante un periodo largo. Dentro de los límites impuestos por este entendimiento, México busca consolidarse como poder independiente en asuntos internacionales. En consecuencia, podemos esperar que en asuntos de importancia secundaria, México esté frecuentemente en desacuerdo con Estados Unidos". Pero el caso es que para los Estados Unidos el ataque a Irak era de primordial importante.
Ese poder que relata el documento, es cosa seria no sólo para México, sino para el resto de los países del orbe. Por ese motivo, ubicado ahora como vocero de las políticas multinacionales de aquel país, el ex presidente de México, Ernesto Zedillo, aconseja aceptar la supremacía de EU: "Debemos reconocer el poder y la influencia de los Estados Unidos porque, de otro modo, no podremos iniciar una reforma real de las Naciones Unidas", según su intervención en un foro invitado por Jorge Castañeda en Nueva York, donde agregó que "la política no es filantropía (...) El mundo debe aceptar la realidad: Estados Unidos no aceptará ninguna cosa que vaya en contra de sus intereses nacionales". Esto es, el ex presidente mexicano conmina a los demás países a "tragar camote" y convertirse en "patio trasero de los Estados Unidos" como lo hizo él con México.
Eso es precisamente lo que está en juego. Como tal se lo dijo Aguilar Zínser a Vicente Fox: "Tú sabes que lo que está en juego es la independencia del país, su prestigio, su credibilidad, su capacidad de negociación y, ciertamente también, la posibilidad de que México no sea visto nunca más como patio trasero".
Réplica y comentarios al autor: renatoconsuegra@yahoo.com.mx
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