No es posible que los problemas de México y del mundo sean resueltos por escépticos o pesimistas cuyos horizontes se hayan limitados por nuestra amarga realidad. Se requiere de un presidente, de legisladores, de jueces, de empresarios, de maestros, de periodistas, de políticos y no políticos, de los ciudadanos, pues, de un país como México, que puedan soñar en cosas que nunca se han realizado, y se pregunten: ¿Y por qué no?

En el año que está por iniciar, valdría la pena contar las cosas buenas que hemos tenido y reconocer el esfuerzo de quienes trabajaron para lograrlo.

México está en paz. Ese es uno de los mayores bienes que tenemos y que nos heredaron nuestros mayores. Costó sacrificio, sangre y lágrimas y con todas nuestras carencias es el bien que aquellos nos dejaron en custodia, y por el que vale la pena preservarla a costa de todo y contra todo. Podemos tener carencias y hambre y una serie de problemas que agudizan nuestra vida diaria, pero sin paz, todos esos problemas y carencias se multiplicarían al infinito.

Tenemos instituciones que, a pesar de gobernantes indecisos o inexpertos, -con avances y retrocesos, con indefiniciones y aciertos-, hacen que nuestro país y sus habitantes busquemos afanosamente el rumbo que nos permita un mejor lugar en el concierto de las naciones. Ya hemos mencionado en este mismo espacio que nuestras instituciones son como aquellas señales de tránsito en las carreteras, que maltratadas, abolladas y despintadas, nos siguen guiando hacia nuestro destino.

Tenemos enormes cantidades de suelo que están esperando la llegada de las grandes obras hidráulicas que permitan producir el alimento que México y buena parte del mundo necesita para salir de los graves problemas de desnutrición mundial que sufren nuestros niños. Cientos de miles de metros cúbicos de agua en el hermoso sureste están esperando ser canalizadas para dicho efecto.

Existen miles de maestros y padres de familia que están esperando ser consultados y convocados para participar en una profunda y definitiva reforma educativa que nos lleve, no sólo a remontar los graves índices internacionales que en materia de educación tenemos, sino a lograr un mejor blindaje de las nuevas generaciones, en el marco de esta brutal y feroz competitividad mundial que les tocó vivir.

El presidente tiene la espléndida oportunidad de demostrar -primero a su pueblo y después al mundo- que es un verdadero administrador, y que pese al recorte presupuestal, su gobierno puede realizar con verdadera mística de servicio, lo más con lo menos; que en el amplísimo ámbito de sus facultades, existen miles de cosas que se pueden accionar en beneficio de su pueblo; que a tres años de gobierno, siguen siendo muchos los que esperan y creen en él.

Las mejores canciones no se han cantado, los mejores poemas no se han dicho, los mejores libros no se han escrito, las mejores obras no se han realizado, los mejores puentes no se han construido, los mejores programas de gobierno no se han concretado, las mejores iniciativas de ley no se han presentado, el campo está blanco, listo para la siega, sólo se está esperando a los gigantes de este nuevo siglo que deseen participar en la construcción de nuestro futuro.

Salud y bienestar para todos nuestros amigos lectores en el 2004.

Derecho a réplica y comentarios: salvadorordaz@hotmail.com