Desde que comenzó la marcha zapatista hacia la ciudad de México, se ha levantado una polémica, provocada en gran medida por los medios, sobre la legitimidad del movimiento. Por un lado, se habla de Marcos como un líder social en pro de la justicia y la reivindicación de los pueblos indígenas; por otro, se le ha tachado de ser un oportunista ansioso de poder y protagonismo.
Cualquiera de las dos posturas puede ser válida según el contexto cultural y social de cada persona. Sin embargo, no considero prudente para el bienestar y prosperidad de México, el adoptar posturas radicales e inamovibles que cieguen a las personas de encontrar el justo medio del problema.
No es posible seguir creyendo completamente en los medios de comunicación que muestran su ambivalencia cada vez que lo consideran oportuno para sus propios intereses. Tampoco es estrictamente necesario apasionarse por un movimiento o ideología, que en ocasiones muestra una actitud injustificadamente rebelde ante un nuevo gobierno y ante una nueva época del país que se ve promisoria, siempre que la sociedad trabaje y lo quiera así.
Pese a todo lo que se ha dicho, a las declaraciones tan intolerantes de gente como Fernández de Cevallos o al extraño cambio de postura del priísmo, el "Zapatour" ha dejado muchas cosas positivas, y eso es lo que hay que rescatar.
Primero. La sociedad ya está consciente del problema indígena, y aunque no le afecte directamente, sabe que parte de la prosperidad de un país radica en la unidad de su población y en la exaltación de sus valores culturales.
Segundo. El EZLN puso la primera prueba a Vicente Fox, quien con audacia e inteligencia supo responder positivamente para México, dando muestra del inicio de los nuevos tiempos que prometió.
Tercero. La sociedad adquiere cada vez más actitud ante los problemas de la nación. A lo largo de estas semanas, no había a quien no le interesara platicar del tema, opinar e intercambiar ideas.
Cuarto. El miércoles 28 de marzo quedó demostrado que el EZLN no es Marcos, y se reivindicó el Congreso como un poder de la nación autónomo (pese a que se dice que Fox intervino para que los zapatistas pudieran ocupar la tribuna).
Quinto. La vía de las armas no es siempre el camino indicado para conseguir objetivos de bienestar colectivo. Siempre el diálogo debe prevalecer como el recurso más efectivo y productivo ante cualquier controversia.
Quizás el lector note que las líneas anteriores están permeadas de idealismo o de credulidad infantil, y que el problema de Chiapas tiene muchos fondos e intereses creados por parte de extranjeros, del PRI o del mismo Salinas. Créanme que no es inocencia, sino el deseo de obtener siempre lo positivo y rescatable de los fenómenos de la sociedad.
El problema de Chiapas no es nuevo, y no es sólo de esa entidad: es de millones de mexicanos que ha diario son discriminados por sus creencias, su religión, su nivel económico o su cultura, tristemente por la misma sociedad. Sin duda alguna, es en la misma sociedad en donde está la solución a los problemas, y creo fielmente, que con la enarbolación de valores como la educación, el respeto, la tolerancia y la búsqueda del bien común es posible construir un nuevo México de paz y armonía que gozarán las generaciones venideras.
Mauricio Ortega
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