Conforme nos acercamos más al 2006, las discusiones de quiénes deberán de ser los candidatos a la presidencia de la República por los diferentes partidos políticos va en aumento. Más allá de decir si el jefe del Ejecutivo a partir del próximo sexenio debe de ser de izquierda, centro o derecha, en lo que nos debemos de centrar es en las obras realizadas por los diferentes candidatos a la presidencia durante su trayectoria política. No debemos de olvidar que el discurso demagógico dista mucho de la realidad.
Entremos a un análisis más a fondo. En primera instancia, hoy por hoy no hay programas ni definiciones claras de los partidos ni de los precandidatos en la jerarquización de los problemas nacionales, ni mucho menos (no le pidamos peras al olmo) la manera en cómo serán solucionados. En segundo lugar, decir que un partido es de izquierda o de derecha o inclusive de centro es algo que puede resultar engañoso. Hay un sinnúmero de ejemplos claros que demuestran que el "color" del partido no garantiza un tipo de actuación determinada. Por ejemplo, Tony Blair, un hombre que se dice de izquierda apoyó incondicionalmente la guerra en contra de Irak; Chirac, un hombre de derecha, en todo momento se mantuvo en contra de Bush. Finalmente, la tercera razón es que debemos de conocer a fondo a quiénes van a ser los que nos van a gobernar. A estas alturas deberíamos de estar curados de espanto, después de lo visto con Vicente Fox y sus secuaces, que han sido torpes e incapaces.
¿Qué debemos de esperar de un gobierno priísta y uno panista?
En el caso de que el contendiente por el PRI fuera Roberto Madrazo Pintado, sabemos que de llegar a la Presidencia de la República tendría tanta fuerza que prácticamente habría muy pocos contrapesos internos (los externos habría que ver cuáles serían, sobre todo en lo que se refiere a la composición de la Cámara de Diputados). Lo que tendríamos sería una presidencia imperial y autoritaria, muy al estilo practicado en Tabasco cuando fue gobernador. Lo anterior se sustenta en los siguientes datos: cuando fue jefe del Ejecutivo estatal y contendió por ser Presidente de la República, 10% del gasto era correspondiente al gasto corriente y un 90% pertenecía al rubro de "otros" (no es de extrañarse de un priísta). El gasto en inversión pública disminuyó durante su mandato a una tasa promedio anual del 10%. Durante su campaña y la de Ernesto Zedillo, se gastaron más de 70 millones de dólares (¿de dónde habrá salido tanto dinero?). Muy al estilo demagógico priísta de la década de los setenta, otorgó libros de secundaria de manera gratuita, entre otros. En resumen, un gobierno con Roberto Madrazo se caracterizaría por ser poco transparente, con un riesgo de la utilización del poder público para fines privados, basado en un populismo con el fin de mantener el respaldo social. Por las palabras mismas de la gente perteneciente a su partido y de otros, Madrazo es una persona que tiende a engañar (amigo lector, dígame qué político no engaña) y a no sostener su palabra.
Ahora bien, si por el lado del PAN ganará la presidencia Santiago Creel, habría que hacer un pequeño recuento de su bajo desempeño en las oficinas de Bucareli. Los miembros de la SEGOB presumen sus logros en lo que se refiere a la gobernabilidad, pero desafortunadamente ésta no existe en un Estado donde reina una creciente desigualdad social y aparecen brotes de violencia en diferentes zonas geográficas. Afirmar lo contrario, es definitivamente vivir en otra realidad. El sexenio bajo el mando de Creel estaría caracterizado por tener ensayos y continuos errores en lo que se refiere a la negociación con los partidos de oposición, sin llegar a ninguna clase de acuerdos de fondo. Con tal de que no hubiera estallidos sociales, el Estado de Derecho quedaría en un segundo término, reafirmando una vez más la poca capacidad y valor que tiene el actual Secretario de Gobernación (pero qué nos extraña si el patrón de éste es igual e inclusive peor). Lo anterior no sería el mayor problema. Cualquier panista que llegara a la República, sería incapaz de discutir a fondo las reformas estructurales, lo que llevaría a México a no contar con un proyecto de reformas que, a su vez, nos llevara en una dirección que permitiera combinar la estabilidad macroeconómica, un crecimiento sostenido y una mejor distribución del ingreso. Mientras los panistas crean que las reformas que ellos proponen no son sólo las ideales sino las únicas, siempre se encontrarán con una oposición tanto en la sociedad como en los demás partidos políticos. Un país bajo la batuta de Santiago Creel sería una copia fiel del actual sexenio: una nula estrategia de trabajo, muy pocos cambios positivos y una gran boca de la cual no sólo salen muchas mentiras, sino salen al igual muchas estupideces.
Lo anterior es sólo un análisis muy escueto de dos posibles escenarios con un par de partidos políticos. Los comicios del 2006, claro está, serán mucho más complejos. En estos momentos hay dos e inclusive tres posibles escenarios en lo que toca a los votantes: Por un lado un elector más informado y más crítico que no se vaya con "la finta", lo que daría como resultado, posiblemente, un gobierno más adecuado a las necesidades y demandas de todos los mexicanos. Un segundo escenario lo conformaría un aumento en el abstencionismo, lo cual definitivamente, sería un retroceso enorme, traduciéndose en un gobierno no de mayoría. Y, posiblemente, podríamos hablar de un tercer escenario político, en donde la gente prefiera regresar al autoritarismo priísta (no olvidemos las estadísticas que presenté en el artículo del mes de mayo de este año). Dos preguntas para finalizar: ¿qué México quiere usted? y ¿quién puede lograr ese México que usted y yo queremos? (No sé la respuesta aún, pero quien sí estoy seguro que no lo podría lograr es Marta Sahagún.)
Réplica y comentarios al autor: luis_armando_esquivel@yahoo.com
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