En el Cuarto Informe de Gobierno escucharemos que nuestras reservas internacionales llegan a la cifra récord de 56 mil millones de dólares, reflejo de nuestra enorme capacidad de liquidez; que la aplicación presupuestal a los rubros de seguridad social, educación y vivienda son las mayores en toda nuestra historia; que el pequeño déficit en nuestra balanza comercial se compensa con los 15 mil millones de pesos que estaremos recibiendo en remesas de nuestros paisanos en los Estados Unidos, más los miles de millones que recibiremos extra por el alza en el precio de nuestro petróleo. Conoceremos que estamos en plena modernización productiva y en construcción de una sólida infraestructura. Seguramente se escuchará que los municipios y nuestras entidades reciben de la federación cantidades récord. Por supuesto, se enfatizará en que gracias a Dios y al cielo ya no se siguen perdiendo empleos. Se hablará ciertamente de que las múltiples maniobras que realizamos en el exterior están proporcionando una derrama en inversión extranjera nunca antes vista.
Muy probablemente el Presidente se referirá a que el Plan Nacional de Desarrollo es la fuerza motriz básica que mueve con dirección definida a nuestro país y que no se orienta el presupuesto a programas populistas y demagógicos. Se expresará también que el gobierno del cambio está librando la gran batalla contra la corrupción y la impunidad, que el cambio se está dando no sólo en lo político, sino también y de raíz, en lo social, con programas como el de oportunidades, ejemplo a nivel internacional por lograr llevar adelante nuestros afanes de combatir la pobreza.
Me la juego con usted, amigo lector, que se hará el obligado llamado a la unidad nacional y a la concertación para "profundizar y acelerar el avance de nuestro país hacia el concierto de las grandes naciones". Ni hablar de que también escucharemos -palabras más, palabras menos- que somos un país en el que el único imperio que se acepta es el imperio del derecho.
Bien por todo lo bien, pero seguramente usted también se preguntará: entonces, ¿qué nos pasa? ¿Por qué una serie de hechos no concuerdan con lo que se expresará en el Informe? Por ejemplo, que se está usando -peligrosamente- la fuerza de las instituciones para intentar llevar a cabo descalificaciones electorales; que un secretario de Estado, cuya responsabilidad primordial es la política interna, minimiza los llamados a la reconciliación nacional; que se siguen internando de contrabando miles de toneladas de productos extranjeros; que el deterioro ambiental de nuestros bosques y ríos es brutal y de consecuencias incalculables para nuestros nietos y sus hijos; que ochenta centavos de cada peso recaudado será canalizado para pagar los intereses del fatídico Fobaproa... Que otro secretario de Estado, el responsable de las Relaciones Exteriores de nuestro país, pareciera ser más bien empleado de los Estados Unidos y justifica lo injustificable: el uso de balas plásticas rellenas de polvo picante por parte de los agentes de la patrulla fronteriza contra aquellos de los nuestros que buscan trabajo en los EU.
¿Escucharemos en el informe presidencial que tenemos a la banca más voraz y más parásita del planeta?
La refundación de nuestro país ya empezó, su primera manifestación fue el volcamiento en el 2000 de un pueblo en pos de un cambio fallido. Las señales están dadas... Visiones de una nación en pugna... Son semejantes a las de 1810 y 1910, sólo que en el 2010 serán consecuencias de los detonantes de un hoy... hoy... hoy...
Réplica y comentarios al autor: salvadorordaz@hotmail.com
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