En cuatro años de gobierno del presidente Vicente Fox, la política exterior y la diplomacia mexicana sufrieron una transformación total. México quedó desprovisto de su principal arma de defensa en el ámbito internacional: su política exterior de principios, propositiva y activa, así como también de sus experimentados soldados de la paz: los diplomáticos de carrera.

Una política exterior que con sentido de identidad y patriotismo respondía al interés interno y a la convicción de que para los países medianos y pequeños, una política exterior de principios y de observancia del Derecho Internacional era la mejor garantía de respeto frente a las ambiciones de los países poderosos.

Política internacional y diplomacia, que encumbraron a México para ser una potencia de la paz, abocada a una lucha perenne en pro del desarme, de la igualdad entre las naciones, con iniciativas innovadoras en pro del desarrollo, de la protección de los niños, de las oportunidades para las mujeres. Política exterior cuyos preceptos se incorporaron en la Constitución y ésta se hizo política de Estado.

Pero el Gobierno del Cambio optó por imprimir su sello propio, partidista; por ensayar una política exterior que no es, siquiera, genuinamente panista; que probó ser inconsistente y circunstancial, y que responde a intereses diversos, incluidas las ambiciones personales de su artífice, el ex canciller Jorge G. Castañeda Gutman, quien no dudó en alinear a México con el gran hegemon, so pretexto de lograr "the whole enchilada", en la regularización de los indocumentados mexicanos en Estados Unidos. Política exterior en que los conceptos soberanía y nacionalismo son arcaicos, ajenos en la era de la globalización. Hoy los resultados están a la vista con la utilización de las balas de goma con gas pimienta en contra de nuestros compatriotas en la frontera norte.

Por otra parte, la Cancillería fue desmantelada de los diplomáticos de carrera, mediante argucias y complicidades, en una burda charada orquestada por Castañeda, a través de una Comisión en la que prevaleció el criterio de Andrés Rozenthal Gutman, el hermanastro, el diplomático empresarial, sin que las propuestas de los miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM) se tomaran en cuenta, pese a las seguridades de que así se haría.

Un legislativo inmerso en la reforma fiscal, aprobó sin mayor discusión las enmiendas y adiciones a la Ley del SEM, el 30 de diciembre de 2001, que acabaron con el primer servicio civil de carrera de la Administración Pública Federal de nuestro país. Estas reformas ignoran las antigüedades, el escalafón, para dar oportunidad a que personas ajenas a la diplomacia, pero cercanas al Canciller (primero Castañeda, ahora Luis Ernesto Derbez Bautista), militantes panistas, amigos de Vicente Fox y algunos advenedizos, reemplazaran a los funcionarios de carrera de comprobado profesionalismo y patriotismo.

Reformas a la Ley del SEM que incorporaron a los exámenes de ingreso y ascenso para permanecer en el SEM, los más novedosos mecanismos de simulación, todos carentes de transparencia y de credibilidad, cuyos resultados se alteran burdamente; así, no es de extrañar los escándalos, dispendio e ignorancia de los diplomáticos foxistas.

Los nombramientos de consejeros culturales que realizó Castañeda entre intelectuales que podrían serle útiles en su proyecto personal hacia la Presidencia de la República, demostraron en poco tiempo su falta de oficio para el cargo, que aprovecharon y aprovechan también para su propio beneficio, en muchos casos para escribir libros, novelas etc., lo que fue un año sabático, una beca con envidiable estipendio a costa del erario nacional, y marginando a los diplomáticos de carrera que desde siempre se encargaron de la promoción cultural.

El carácter explosivo y despótico de Castañeda Gutman, llevó al descenso de las actividades de la Cancillería. Los altos funcionarios, ante el temor de disgustarlo, preferían evitar las entrevistas con él, así como los regaños o el caer de su gracia, por lo que muchas iniciativas no le fueron presentadas y se cayó en el inmovilismo.

El actual gobierno juega a la política exterior "to play a role"; asumió las ideas descabelladas que Castañeda pusiera en oídos de Fox sobre el importantísimo peso de México en la arena internacional. Así, ofreció su mediación para tratar de resolver el conflicto intercoreano, cuando han pasado más de los 15 minutos sin que resolviera el problema de Chiapas; también se prometió abogar por la vida de la adúltera nigeriana condenada a morir apedreada, con declaraciones previas de la pareja presidencial, en su visita a Nigeria y Sudáfrica, por encargo de Bush.

El Presidente Fox y los miembros de su gabinetazo cometen transgresiones inimaginables en el protocolo y las costumbres diplomáticas que han puesto en descrédito el nombre de México, y que van más allá de lo que se pudo permitir a un caprichoso Castañeda, al jugar a las escondidas entre los soldados de terracota de Xian, donde le hizo eco la directora de CONACULTA Sari Bermúdez, con total falta de respeto para las tradiciones del pueblo y gobierno chinos. Como Canciller y miembro de la comitiva oficial del Presidente Fox, Castañeda dejó desamparado a su jefe en la Cumbre de APEC en Shangai, por continuar jugando a unas verdaderas escondidillas con la periodista Adela Micha. También fue notorio el comportamiento del hoy ex canciller en las cenas oficiales en honor de los dignatarios extranjeros o su ausencia en eventos en la Cancillería a los que él invitaba.

Con el afán de notoriedad sin medir costos, Castañeda amarró un asiento para México como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad, sin importar la aspiración de la República Dominicana, y cuando existía de tiempo atrás la convicción de que ese puesto no es conveniente para México por cuanto implica enfrentar directamente a nuestro vecino, el gran Hegemon. Los acontecimientos en Irak confirmaron lo anterior y pusieron en entredicho la independencia de la política exterior mexicana.

También en esa ofensiva por la notoriedad, se consiguió que México lograra ser sede de Cumbres de Jefes de Estado y Gobierno que por su naturaleza y las condiciones del momento, no permitirían resultados y avances significativos. Tales fueron la Cumbre de Monterrey con el "comes y te vas" al Presidente Castro, que puso en entredicho la veracidad de la palabra de Fox y de Castañeda. Siguieron la Cumbre de Los Cabos de APEC, que sirvió para que el Presidente Bush la secuestrara para tratar el tema del terrorismo; la Cumbre de Valle de Bravo y la más reciente de Guadalajara. El resultado común fue el poco avance en los temas centrales, la falta de compromisos reales, el dispendio y las fotos del Presidente con sus homólogos, y claro, la actividad "proselitista" de la señora Marta.

Castañeda Gutman, antes de dejar la Cancillería, logró imponer los nombramientos de sus correligionarios, Jorge Lomónaco y Arturo Sarukhán, como Cónsules Generales en Miami y Nueva York, sin tener el rango diplomático para actuar como tales y sin que mediara oposición del Senado, personajes necesarios para que Castañeda asegure el apoyo de dos poderosas comunidades para su proyecto a la Presidencia de la República.

La maltrecha política exterior y los vapuleados maltrechos diplomáticos sufrieron un nuevo embate con Luis Ernesto Derbez, funcionario gris del Banco Mundial, quien llegó a la Secretaría de Relaciones Exteriores tras su paso por la Secretaría de Economía, confundiendo por ignorante la Doctrina Estrada y el apotegma de Benito Juárez. Mal principio que anunció lo que hoy son la cadena de desaciertos en su acción diplomática, en la aplicación de los principios de la política exterior panista, en la torpeza de sus declaraciones y en el uso desquebrajado del lenguaje diplomático.

En Derbez se percibe la falta de oficio, el desconocimiento de los mecanismos de la diplomacia, tales como el diálogo, la negociación, la concertación; fallas, faltas e ignorancia que mal servicio le hacen al Presidente Fox, cuando se trata de diplomacia y trato con sus pares extranjeros, sin que haya quien lo asesore, por cuanto Subsecretarios y Oficial Mayor provienen del ámbito económico-empresarial, y éstos y otros altos funcionarios, también provenientes de la Secretaria de Economía, mantienen a la Secretaría de Relaciones Exteriores como botín de los neo-panistas.

En esta cadena de acciones en que el elemento común es ser candil de la calle y oscuridad de la casa, en estas dobles posiciones destacan los Derechos Humanos. Se soslaya a las muertas de Juárez y se elimina a la subsecretaria de Derechos Humanos y Democracia, Mariclaire Acosta; se prefiere ignorar el trato ignominioso que los agentes fronterizos estadounidenses infligen a los indocumentados nacionales, y las muertes que provocan; se oculta el trato que reciben los indocumentados centroamericanos en su paso por México, pero en Ginebra, la diplomacia foxista se alinea con Washington, para condenar la situación de los derechos humanos en Cuba, que de manera desafortunada en esta ocasión reciente el voto mexicano fue determinante para adoptar la resolución en contra de Cuba. Independientemente de la simpatía o antipatía por el gobierno de La Habana, no se debe olvidar que la defensa de Cuba lleva implícita la defensa de la soberanía de México y el principio de no intervención.

Vemos en Derbez Bautista a un Secretario de Relaciones Exteriores débil ante las intromisiones de otros personajes en los asuntos de su competencia. Castañeda, después de dejar la Cancillería, continuó aconsejando a Fox sobre política exterior plegada a los intereses estadounidenses, provocando que la relación con Cuba se le haya salido de control y ahora se intente remendar uno de los desaciertos más graves en la relación con un país tan ligado cultural e históricamente con México.

Dentro de la nueva diplomacia foxista no puede pasar desapercibida la protagónica figura de Embajadora en Misión Especial que asume la señora Marta, para representar al Presidente de México en las ceremonias de toma de posesión de presidentes de naciones hermanas, función que ahora abarca la asistencia a funerales de Estado, como el reciente de Ronald Reagan, sin poder haber asistido a las exequias del ex Presidente López Portillo.

Por otra parte, los diplomáticos que han tenido el valor de denunciar de tiempo atrás las irregularidades en la metodología y modalidades de los concursos de ascenso y más aún la alteración y desaparición de las constancias con los resultados de estos exámenes por parte de la Cancillería, han sido castigados con la baja, después de 30 años de servicio, como son los casos de los Consejeros Luis García Erdmann e Ismael Orozco Guzmán, del Segundo Secretario Antonio León Zarate, con 25 años en el Servicio Exterior. Han tenido que luchar en las instancias judiciales por sus salarios que en forma ilegal les retuvo la Cancillería durante 5 meses laborados -como sucedió también con Jorge Luis Olivares Novales-, transgrediendo preceptos constitucionales. Todos ellos en su lucha sientan precedentes y se llenan lagunas jurídicas respecto a los derechos de los diplomáticos mexicanos. Ya no estarán más en estado de indefensión y sujetos a las arbitrariedades de los Secretarios de Relaciones Exteriores y de los grupos de poder.

Aunque la prepotencia y soberbia de Castañeda y Derbez, alcanzó también a los ex subsecretarios embajadores Miguel Marin Bosh, Gustavo Iruegas, Carmen Moreno de Del Cueto (ex embajadora en Guatemala), Jorge Eduardo Navarrete (ex embajador en Alemania) y que tuvieron que dejar sus cargos en la Cancillería o en el exterior.

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