Una de las prioridades de cualquier gobierno debe ser la de garantizar que todos sus representados gocen de una tranquilidad social, la cual se traduzca en una vida segura, donde aquel individuo que desee un trabajo digno y bien remunerado lo encuentre. Sin embargo, lo anterior no ha sido logrado por la actual administración del presidente Vicente Fox.
A poco más de la mitad del sexenio, el desempleo en México se ha incrementado con mayor fuerza de lo que decían nuestros gobernantes. Las cifras han llegado a niveles que no se observaban desde 1997. En el mencionado año, la tasa de la gente que no contaba con empleo alguno era de 3.7%; dicho porcentaje para el 2003 era de 3.3%, siendo que en 1999 era de 2.5%. Las acciones aplicadas, carentes de cualquier estrategia, no están funcionando.
Pero, ¿a quién puede culpar Fox más que a su propia política de desarrollo y a su gran capacidad? Es increíble que las cifras del INEGI (cifras que por lo general eran defendidas por los mismos funcionarios del gabinete) vayan en dirección contraria con las cifras del mismo secretario Gil Díaz, quien ante legisladores "presumió" que en lo que va del año se han generado 406,300 empleos.
La pregunta que cabe hacerse a estas alturas es: ¿De qué clase de empleos estamos hablando? Si bien se han generado en lo que va del sexenio 2.6 millones de empleos, una gran proporción de estos carecen de prestaciones, aunado a que son de baja remuneración y gran parte de ellos se encuentran en la economía informal. Las cifras no permitirán que mienta: de los empleos creados, el 87.9% carecen de prestaciones y el 12% tienen contratos formales de trabajo con derechos de ley. Sesenta y seis por ciento de los empleos que han sido creados se ubican en niveles salariales de entre 2 y 3 veces el salario mínimo vigente. Si esta clase de empleos son los empleos de calidad de los que tanto habla Fox Quesada, entonces muchos de los mexicanos vivimos en un error.
Gil condicionó cualquier progreso en lo que se refiere a los empleos a la aprobación de reformas estructurales. Es obligación del gobierno federal de no quedarse como un mero espectador; no puede ni debe quedarse sentado y ver cómo día con día cientos de mexicanos quedan sin un empleo digno.
Ahora bien, muchos podrán decir que con la política denominada "plan de austeridad y rendimiento del gobierno federal", la cual consiste en la implementación de un retiro voluntario (con el fin de reducir nóminas en el gobierno federal para empleados de base), el problema está resuelto. Permítanme decirles que no. Lo anterior básicamente aplica para mandos bajos dentro de la estructura y no para mandos medio y superiores que este año nos costó 35 mil millones de pesos.
En una muy típica visión de corto plazo por parte del Presidente de la República, no se han contemplado las posibles consecuencias de su grandioso plan de austeridad. A continuación sólo menciono algunas cuantas.
- Crecimiento de los llamados "changarros", que algunos como Gil y su jefe creen que fortalecerán la economía. Dichos pseudo negocios son una verdadera aventura destinada a un fracaso en muy poco tiempo.
- Aumento en la gente empleada en el sector terciario, debido a que éste absorberá la mano de obra desempleada que proviene tanto del sector primario como del secundario.
- Incremento en el número de vendedores ambulantes, quienes formarán parte de las filas del subempleo.
- Acrecentamiento de la migración de diferentes poblaciones hacia ciudades más grandes teniendo como consecuencia el aumento de asentamientos irregulares.
- Mayor crisis social. Ampliación de suicidios, robos, homicidios, drogadicción, alcoholismo, entre otros. Dentro de toda esta situación, no podemos pasar por alto que se pueda estar dando la reactivación de grupos radicales.
Es de suma urgencia que se generen empleos serios, oficios seguros y con todas las prestaciones de ley. No necesitamos micro changarros que es puro pan y circo para los mexicanos. Sr. Fox, trate, por una vez en su sexenio, de ponerse a la altura de las circunstancias. No sea cobarde y enfrente los problemas de frente. No se escude en discursos, que aparte de ser mal leídos, están llenos de demagogia que más allá de solucionar los problemas, los agudizan.
Réplica y comentarios al autor: luis_armando_esquivel@yahoo.com
|